“‘Star Wars’ como saga te devuelve el amor que le das”

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Leslye
Headland
tiene
en
su
mano
un
tatuaje
que
muestra
su
pasión
por
Star
Wars:
es
un
diseño
original
del
artista
Ralph
McQuarrie
de
la
prince
Leia,
el
personaje
que
interpretaría
Carrie
Fisher.
Headland
es
fanática
de
la
cultura
pop.
Lo
importante,
o
divertido,
o
ambas
cosas,
es
que
el
tatuaje
en
cuestión
se
lo
hizo
antes
de
su
visita
al
Skywalker
Ranch,
el
imperio
donde
reside
George
Lucas,
creador
de
Star
Wars,
recientemente
celebrado
en
Cannes.
Esa
visita
era
parte
de
los
primeros
pasos
de
The
Acolyte,
la
serie
de
Star
Wars
recientemente
estrenada
en
Disney
+
que
lleva
los
sables
láser
al
terreno
de
las
artes
marciales,
así
como
The
Mandalorian
llevó
la
saga
galáctica
al
terreno
del
western,
y
papá
Lucas
llevó
la
primera
saga
a
ser
una
aglomeración
de
recursos
para
fundar
algo
nuevo.
Headland
ama
Star
Wars,
pero
lejos
de
la
caricatura
del
fanático
que
memoriza
calendarios
y
lógicas
internas
(dos
cosas
tremendamente
googleables
y
aburridas),
ella
parece
de
esos
creadores
que
saben
aquello
que
cuentan
está,
sobre
todo
a
la
hora
de
Star
Wars,
vivo:
que
tienden
un
puente
diferente,
que
aquello
que
se
llama
nostalgia
implica
un
vínculo
ya
no
nuevo,
pero
diferente
a
cierto
modelo
de
vinculación.
Headland
ama
Star
Wars,
sí,
pero
por
eso
mismo
busca
generar
nuevas
formas
de
un
relato
que
ya
se
ha
convertido
en

mismo
en
un
género
(que
en
sus
peores
tics
regurgita
modos,
y
en
sus
mejores,
genera
una
alquimia
que
aprovecha
legado,
peso,
fan,
locura
y
nobleza
de
maneras
iguales). 

The
Acolyte
es
una
serie
que
se
aleja
del
universo
Skywalker,
es
decir,
de
Darth
Vader
e
hijos
(o
nietos),
para
llevar
todo
a
mucho
mucho
tiempo
antes,
aunque
en
la
misma
galaxia.
La
historia
aquí
es
simple,
más
allá
de
códigos
y
nomenclaturas:
¿cómo
sobreviven
los
malos?
Es
decir,
¿cómo
los
villanos
a
la
hora
de
la
fuerza,
los
sith,
los
enemigos
de
los
Jedi,
los
que
usan
y
abusan
del
lado
oscuro
de
la,
precisamente,
fuerza,
sobrevivieron
cuando
los
buenos
mandaban?
Obvio,
Headland
y
su
mirada
buscan
dos
cosas:
un
espectáculos
cool,
sin
dudas,
pero
también
sacudir,
porque
nuestros
tiempos
y
relatos
hoy
lo
necesitan,
los
conceptos
de
buenos
y
malos.
Entonces,
así
The
Acolyte
da
sus
primeros
pasos,
bastante
contundentes
en
su
sentido
de
la
acción
y
en
sus
tiempos
intencionalmente
lejanos
a
la
norma.
La
misma
Headland
habla
sobre
Star
Wars
y
lo
que
representa
hoy:
“Creo
que
lo
que
representa
hoy,
lo
que
globalmente
representa,
es
una
forma
de
amor,
de
amor
muy
profundo
que
poseen
quienes
siguen
la
saga,
por
este
material.
Pero
lo
diferente
y
que
creo

es
relativamente
nuevo,
o
al
menos
fundado
por
los
relatos
de
George
Lucas,
es
que
Star
Wars
te
devuelve
ese
amor,
como
si
ese
vínculo
entre
obra
y
público
fuera
una
parte
órganica
de
su
propia
existencia.
Por
eso
el
fanatismo,
por
eso
esa
sensación
de
un
universo
lúdico
envolvente,
donde
queres
ver
todo
lo
que
sucede
y
todo
lo
que
se
hace,
donde
aparece
esa
sensación
de
que
nunca
podrá
existir
suficiente
Star
Wars”. 

—Considerando
el
reciente
homenaje
a
George
Lucas
en
Cannes,
¿qué
sentís
representa
la
primera
saga
de
“Star
Wars”,
sabiendo
que
cambió
para
bien
y
para
mal
la
historia
del
cine?

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

—Creo
que
Star
Wars,
la
primera
película,
la
fundadora,
es
una
pieza
singular
del
cine.
Si
me
preguntan,
es
una
obra
maestra,
seamos
honestos.
Y
creo
que
como
toda
obra
maestra,
es
difícil
no
ver
en
ella
los
rastros
de
otras
formas
de
contar,
de
iconografías,
sean
alteradas
o
no,
que
hacen
a
su
sistema.
Todo
eso
puesto
todo
junto,
hablemos
de
sci-fi,
de
western,
de
los
films
de
samurai
en
el
caso
de
Star
Wars,
es
lo
que
lo
hizo
a
la
primera
Star
Wars
diferente,
una
obra
disruptiva,
personal,
hecha
por
alguien
que
creía
ciegamente
en
lo
que
contaba,
con
tanto
de
genio
como
de
coraje.
Hoy
es
fácil
pensar
que
esa
fórmula
era
la
gallina
de
los
huevos
de
oro,
pero
lo
cierto
es
que
tantas
décadas
después
se
puede
hablar
más
precisamente
de
la
fundación
de
un
género
antes
que
de
una
excepción
nacida
del
cruce
de
otros.
Creo
ahí
aparece
mucho
de
ese
genio
de
George
Lucas,
recientemente
celebrado.
Ahí
es
donde
siento
que,
como
una
acólita
de
George
Lucas,
ya
lo
hizo
perfectamente,
le
pusó
un
sello,
entonces
aparecen,
por
ejemplos,
los
films
que
cierran
la
saga,
que
reconocen
a
la
misma
Star
Wars
como
género,
o
serie
como
The
Mandalorian,
donde
el
western
es
el
mascarón
de
proa
para
surcar
ese
universo.
En
mi
caso,
la
idea
fue
que
la
brújula
de
la
historia
estuviera
marcada
por
las
artes
marciales
y
por
los
films
de
samuráis. 

—¿Qué
es
lo
que
vos
amas
de
“Star
Wars”,
es
decir,
qué
sentís
te
habla
puntualmente
de
esos
relatos?


Ha
sido
una
parte
de
mi
vida
desde
que
lo
recuerdo.
Es
un
mito
moderno,
poderoso
como
pocos,
que
sabe
capturar
una
columna
vertebral
de
nuestras
historias:
el
camino
del
héroe.
Siempre
se
ha
sentido
no
solo
disfrutable
de
ver,
de
vivir
una
vida
acompañada
por
Star
Wars,
sino
que
ha
sido
realmente
formativa,
realmente
la
saga
ha
afectado
como
crecí,
como
me
convertí
en
la
persona
que
soy.
Incluso
las
cosas
que
he
contado,
aunque
no
se
vean
para
nada
como
Star
Wars.
Nunca
en
mi
vida
soñé
que
iba
a
ser
parte
de
la
saga,
de
ninguna
manera,
y
poder
dirigir
una
serie
de
Star
Wars,
una
historia
de
Star
Wars,
no
creo
que
nada
pueda
superar
esto,
no

que
haré
de
mi
vida
como
directora
después
de
esto.

—¿Cómo
fue
el
primer
día
en
el
set,
considerando
todo
el
trabajo
previo
tanto
como
tu
cariño
por
el
material?

—Fue
muy
intimidante,
fue
un
sueño
hecho
realidad
pero
fue
muy
intimidante.
My
cast
estaba
ahí,
increíble
y
listo,
ya
en
personaje,
ya
con
sus
ropas,
y
mi
equipo
fue
muy
increíble,
muy
listo
para
ayudarme
a
dirigir
en
el
set
más
grande
que
he
visto
en
toda
mi
vida,
en
la
producción
más
grande
que
me
ha
tocado
hasta
ahora.
Pero
lo
más
sincero
que
puedo
decir
es
que
fue
muy
intimidante
porque
fue
Star
Wars.
El
primer
día
reuní
a
todo
el
grupo
y
empezamos
meditando.
Nos
sentamos
todos
los
que
quisieran
ahí,
en
el
centro,
y
les
pedí
que
piensen
en
la
gente
que
los
había
llevado
hacía
este
día,
a
ese
lugar,
a
ese
sueño
a
punto
de
cumplirse.
Estaban
ahí
porque
alguien
creyó
que
podían
trabajar
de
esto,
y
eso
es
muchísimo
en
la
vida.
Después
alguien
leyó
unas
líneas
de
diálogo
de
El
imperio
contraataca
y
nos
largamos
a
la
aventura.

—¿Cómo
querías
contar
esta
historia
en
particular?

—Siempre
hubo
intención.
Cuando
te
paras
bajo
la
sombre
de
un
gran
contador
como
George
Lucas,
hay
miedos,
sin
dudas.
Sobre
todo
pensando
en
la
intensidad
del
público.
Creo
que
eventualmente
me
entregue,
deje
de
pensar:
sabía
que
quería,
nos
preparamos
mucho,
los
actores
entrenaron
hasta
el
cansancio,
todos
entrenaron
sus
movimientos
(las
cámaras
y
los
actores),
todo
se
ensayo
al
infinito.
Después
de
las
dos
primeras
semanas,
donde
caminas
un
poco
en
puntas
de
pie,
nos
entregamos
a
lo
que
era
esta
aventura,
siento
yo
lo
hicimos
de
una
manera
más
desprejuiciada.
Creo
que
ellos
se
sientan
de
la
misma
manera,
pero
creo
que
nos
divertimos.

—¿Cuando
querés
traer
algo,
sumar
a
este
universo,
qué
es
lo
primero
que
pensás:
una
imagen,
una
sensación,
un
tipo
de
escena?
¿O,
al
menos,
cómo
fue
ese
proceso
en
tu
caso?

—Cuando
me
encontré
con
Rayne
Roberts,
responsable
de
desarrollo
de
contenidos
en
Lucasfilms,
precisamente
en
Lucasfilms,
ella
me
preguntó
que
haría
si
me
ofrecieran
una
historia
de
Star
Wars,
cual
es
la
historia,
que
me
gustaría
contar.
Inmediatamente
dije:
me
encantaría
contar
una
historia
de
los
malos,
me
encantaría
contar
una
historia
sobre
como
los
siths
sobrevivieron
durante
un
período
de
tiempo,
alejados,
ocultos.
¿Cómo
sucedió
eso?
¿Cómo
se
las
arreglaron
a
sobrevivir?

—¿Hubo
libros,
películas,
cómics,
libros
que
te
hayan
servido
de
referencia
particular
a
la
hora
de
contar
“The
Acolyte”?

—Sí,
claro.
Hicimos
algunas
proyecciones
de
cine
en
Skywalker
Ranch
para
los
escritores,
junto
antes
de
empezar.
Una
fue
la
película
de
artes
marciales
El
tigre
y
el
dragón,
de
Ang
Lee,
que
es
increíble,
que
habái
visto
cuando
se
estrenó.
Vimos
los
primeros
tres
episodios
de
Cowboy
Bebop.
El
tono
de
esa
serie
fue
crucial,
muy
divertida
y
de
repente
muy
muy
seria,
con
gran
desarrollo
de
personaje.
También
vimos
Casablanca,
que
me
parece
un
gran
ejemplo
de
un
film
de
guerra
que
no
tiene
la
guerra
a
la
vista,
pero
que

sabe
crear
la
sensación
de
esa
particular
situación.
Trata
realmente
sobre
relaciones
personales
que
soy
afectadas
por
el
lado
de
la
batalla
al
cual
se
sienten
que
pertenecen.
Esas
referencias
son
las
principales
que
dieron
pie
a
este
nuevo
paso
en
la
saga
Star
Wars.