Rubén Szuchmacher: “El pasado siempre marca cosas importantes”

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Para

en
este
momento
es
varias
cosas”,
sostiene
Rubén
Szuchmacher,
el
legendario
director
de
escena
que
vuelve
al
Teatro
Colón
con
la
puesta
de
“El
Cónsul”,
de
Gian
Carlo
Menotti.
Y
suma:
“En
principio,
cosas
encontradas…
por
un
lado,
estoy
feliz
por
estar
haciendo
una
reposición
que
fue
muy
bienvenida
en
2022,
con
prácticamente
todo
el
elenco
original,
y
una
obra,
una
ópera,
a
diferencia
de
la
mayoría
de
las
óperas
con
príncipes
y
princesas
o
historias
de
palacios,
que
trata
de
gente
pobre,
en
situación
de
escape,
de
intento
de
escape
de
un
país
que
es
una
dictadura,
con
gente
perseguida.
Una
obra
muy
acorde
a
nuestros
tiempos:
si
bien
fue
escrita
en
los
tiempos
de
la
Guerra
Fría,
hoy
la
obra
queda
totalmente
resignificada.
Eso
me
pone
contento,
en
principio:
poder
hacer
esta
obra
de
nuevo”.


—¿Hubo
algún
elemento
que
quisiste
alterar
de
aquella
concepción
que
habías
tenido?

—No,
no,
no.
Lo
que
creo
que
se
da
es
un
fenómeno
bastante
particular,
pero
es
un
fenómeno
diría
puramente
artístico,
lo
cual
no
es
poca
cosa
¿no?
Pudimos
profundizar
todo
aquello
que
en
la
primera
versión,
por
los
apuros,
los
tiempos
cortos
de
montaje
y
demás.
Poder
volver
a
trabajar
el
material
con
los
mismos
cantantes,
con
las
mismas
estructuras,
permite
ir
más
a
fondo,
y
creo
se
va
a
notar.
Ya
lo
noto
en
los
ensayos,
porque
hay
una
densidad
mayor.
Hay
que
pensar
en
que
la
ópera
es
un
género
fugaz,
en
Argentina
al
menos.
Se
arma
muy
rápidamente,
no
hay
tiempo
para
profundizar.
Dos
meses
de
ensayo
genera
un
densidad
diferente
a
una
obra
de
teatro
donde
hacés
noventa
o
cien
funciones,
se
produce
otro
tipo
de
relación
con
el
material.
Los
aspectos
productivos
son
muy
importantes
para
mí,
en
esta
reposición
de
una
obra
muy
acorde
a
nuestros
tiempos.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.


—¿Cuán
importante
es
poder
hacer
esta
obra
en
el
Teatro
Colón
en
este
momento?

—Yo
diría
que
no
es
que
sucede
eso,
nos
quieren
hacer
creer
que
la
cultura
es
algo
que
frente
a
situaciones
de
miseria
es
algo
superfluo,
que
no
es
necesario.
Precisamente
por
esa
condición
que
tiene
el
arte
de
no
ser
un
utilitario.
Pero
es
un
producción
del
género
humano
que
es
inevitable,
y
que
de
alguna
manera
quienes
lo
practicamos
y
quienes
lo
reciben
estamos
conectados
con
el
mundo
cultural,
sea
viendo
óperas,
leyendo
libro,
viendo
película
o
lo
que
fuere.
Precisamente
lo
que
hoy
se
vive
en
la
Argentina
es
un
ataque
frontal
a
cualquier
instancia
cultural.
Lo
sufre
el
cine.
Lo
sufre
el
teatro.
Las
amenazas
a
la
Ley
del
Libro.
La
desfinanción
de
los
museos.
Nos
están
atacando,
pero
es
un
ataque
inútil.
El
arte
y
la
cultura
se
desarrollan
siempre
de
manera
extraña,
y
encuentra
sus
canales
para
poder
producirse
a
pesar
de
todos
aquello
que
pretendan
destruirlo.
Eso
dice
la
historia.
El
pasado
siempre
marca
cosas
muy
importantes,
y
siempre
ha
sido
así.
Creo,
citando
al
“Barbero
de
Sevilla”,
que
es
una
proposición
inútil. 


—¿Hay
algo
que
toque
una
fibra
particular
en
vos
de
esta
obra?

—Hay
algo
que
nunca
dije:
yo
soy
hijo
de
un
judío
polaco
que
inmigró
antes
de
la
Guerra,
y
de
alguna
manera
toda
la
situación
de
la
guerra,
y
del
quedarse
de
un
lado,
del
otro.
Tengo
familia
muerta
en
los
campos
y
familia
emigrada,
toda
mi
familia
vive
afuera
como
víctima
de
la
dictadura
militar.
Entonces,
la
cuestión
legal
que
tiene
la
obra,
de
conseguir
una
visa,
me
trae
unos
recuerdos
respecto
de
los
papeles.
En
la
obra
encuentro
ese
temor
mío
frente
a
la
dificultad
de
poder
salir
o
de
poder
entrar,
la
pérdida
de
libertad,
el
quedar
atrapado
en
un
sistema
que
te hace
quedar
en
un
lugar
donde
no
querés
estar
o
salir
a
un
exilio
que
puede
salvar
tu
vida.
La
historia
de
mi
vida
está
muy
recorrida
por
esto
y
la
obra
me
lo
recuerda
todo
el
tiempo.

 

La
astucia
del
equipo


—El
poder
de
la
ópera
se
siente
que
puede
hablar
del
mundo
como
pocas
cosas
en
este
momento.
Sobre
todo
por
caja
de
resonancia
de
otros
errores,
de
otros
momentos. 

—La
ópera
es
el
espectáculo
en
vivo
más
complejo
que
existe.
Contiene
la
mayor
cantidad
de
energías
diversas,
como
la
tiene
la
sociedad.
La
ópera
tiene
la
presencia,
el
cuerpo
a
cuerpo,
requiere
espacios
grandes,
por
ende,
asiste
mucha
gente.
Siempre
es
caja
de
resonancia
de
lo
que
sucede,
pero
no
tanto
por
los
temas
sino
por
cómo
se
la
produce,
es
tanta
la
gente
involucrada
que
todo
el
tiempo
está
reflejando
ese
cosmos
que
es
la
sociedad.


—Considerando
las
dificultades
¿cómo
se
vive
en
la
urgencia
de
la
preparación?

—Se
siente,
porque
aparecen
decisiones
que
nacen
de
la
urgencia.
Hoy,
hay
muchas
actividades
que
antes
no
se
hacían
en
estos
espacios.
Son
recursos
que
existen
en
todos
los
teatros
del
mundo,
para
sostener
un
género
que
es
complejo,
difícil,
caro,
pero
no
imposible.
Se
siente.
El
año
pasado
yo
trabajé
en
el
Argentino
de
La
Plata
y
la
primera
cosa
que
me
dijeron
fue:
“No
anda
esto,
esto
y esto,
no
tiene
arreglo”.
Ahí
la
la
astucia
de
todo
el
equipo
a
ver
cómo
hacíamos
con
poco,
algo
muy
vistoso.
Casi
tengo,
sin
serlo,
un
pensamiento
oriental,
no
es
algo
que
me
preocupe.
Se
trata
de
encontrar
aquello
que
sea
eficaz
y
artísticamente
contundente.