El
legendario
Alain
Delon,
considerado
durante
décadas
como
“el
hombre
más
lindo
del
mundo”, el
último
gran
ícono
masculino
del
cine
francés,
falleció
este domingo
a
los
88
años,
tras
una
larga
carrera
empañada
por
la
enfermedad
y
las
desavenencias
familiares
que
signaron
el ocaso
de
su
vida.
Sus
tres
hijos,
Alain
Fabien,
Anouchka
y
Anthony,
anunciaron
“con
profundo
pesar”
que
su
padre
había
fallecido
en
mitad
de
la
noche,
rodeado
de
su
familia
en
su
casa
de
Douchy,
en
el
centro
de
Francia.
El
actor,
que
sufría
un
linfoma,
murió
hacia
las
03h00
locales
(01h00
GMT),
precisó
su
hijo
Anthony
a
AFP.
“Klein
o
Rocco,
el
gatopardo
o
el
samurái,
Alain
Delon
interpretó
papeles
legendarios
e
hizo
soñar
al
mundo.
Prestó
su
rostro
inolvidable
para
sacudir
nuestras
vidas”,
dijo
el
presidente
Emmanuel
Macron
en
X,
homenajeando
a
este
“monumento
francés”.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Galán
por
excelencia
durante
décadas,
Delon
lo
tuvo
todo.
Su
presencia
paralizaba
reuniones,
citas,
películas,
el
lugar
y
la
ocasión
que
fuere.
Las
mujeres
de
todo
el
planeta
lo
amaron
en
la
pantalla,
y
los
hombres
envidiaron
su
rostro
perfecto,
su
carisma
sin
igual
se
trate
del
lugar
en
que
estuviera.
Filmó
a
las
órdenes
de
maestros
como
Luchino
Visconti
o
Jean-Paul
Godard,
hasta
que
desapareció
prácticamente
de
la
gran
pantalla
desde
finales
de
los
años
1990,
aunque
no
de
la
prensa
rosa
o
la
televisión,
con
declaraciones
controvertidas
y
serios
problemas
domésticos.
En
el
verano
de
2023
sus
tres
hijos
presentaron
una
denuncia
contra
su
dama
de
compañía,
Hiromi
Rollin,
a
veces
descrita
como
su
pareja,
acusándola
de
abusar
de
la
debilidad
del
actor,
ya
gravemente
enfermo.
Meses
después,
esos
tres
hijos
se
acusaron
también
mutuamente
de
desatender
a
Delon,
que
había
sufrido
un
derrame
cerebral
años
atrás.
Su
último
fulgor
como
estrella
del
cine
fue
en
mayo
de
2019,
cuando
recibió
en
Cannes
una
Palma
de
Oro
honoraria.
“Es
un
poco
un
homenaje
póstumo,
mientras
aún
estoy
vivo”,
comentó
el
actor,
emocionado.
Alain
Delon
vivió
sus
últimos
años
en
su
propiedad
en
Douchy,
rodeado
de
altos
muros
y
donde
quería
ser
enterrado,
cerca
de
sus
perros.
Fue “un
león
majestuoso,
un
actor
de
mirada
de
acero
(…)
lo
concebió
todo
y
lo
controló
todo
menos
su
final”,
dijo
a
AFP
el
expresidente
del
Festival
de
Cannes
Gilles
Jacob.
Su
magnetismo
en
pantalla
fue
oro
para
los
cineastas
y
muchas
de
sus
películas
son
monumentos
incunables
del
séptimo
arte.
A
la
entrada
de
su
finca
en
Douchy,
varios
admiradores
acudieron
el
domingo
a
depositar
flores
y
se
declaraban “muy
tristes”,
mientras
sonaban
unas
notas
de
acordeón. Era “Titi
el
acordeonista”,
quien,
cubierto
con
un
sombrero
blanco,
dijo
haber
conocido
hace
años
a
Delon
y
que
este
le
pidió
que
fuera
a
tocar
frente
a
su
casa
el
día
de
su
muerte.
“El
baile
ha
terminado
(…)
se
ha
ido
a
bailar
con
las
estrellas”,
afirmó
la
actriz
Claudia
Cardinale,
que
trabajó
con
él
en
el
célebre
“El
gatopardo”.
Alain
Delon
participó
en
más
de
un
centenar
de
películas
desde
su
irrupción
en
la
gran
pantalla
en
1957
de
la
mano
de
Yves
Allégret
(“Quand
la
femme
s’en
mêle”).
Era
un
instintivo
genial.
Se
enorgullecía
de
no
haber
trabajado
nunca
su
técnica
y
de
apoyarse
en
su
carisma,
una
mezcla
única
de
belleza
incandescente
y
frialdad
quebradiza.
“Lo
mejor
y
lo
peor,
a
la
vez
inaccesible
y
cercano,
frío
y
ardiente”,
resumía
Brigitte
Bardot.
“No
es
un
actor
normal,
Alain
Delon.
Es
un
objeto
de
deseo.
Ni
siquiera
es
sexy,
ni
masculino,
ni
femenino:
es
una
belleza
infernal”,
destacaba
el
actor
Vincent
Lindon
en
un
documental
en
2012.
Ese
magnetismo
fue
oro
para
los
cineastas
y
muchas
de
sus
películas
son
monumentos
incunables
del
séptimo
arte.
Entre
ellas, “A
pleno
sol”
de
René
Clément
(1960),
que
le
dio
una
aura
internacional, “Rocco
y
sus
hermanos”
(1960), “El
gatopardo”
(1963)
del
italiano
Luchino
Visconti,
o “La
piscina”
de
Jacques
Deray
(1969).
En
esta
película,
Delon
actúa
junto
a
quien
formó
durante
años
una
pareja
glamorosa,
Romy
Schneider.
–
Un
actor
samurái
–
El
cineasta
más
importante
en
su
carrera
fue
Jean-Pierre
Melville,
quien
lo
dirigió
en
clásicos
como “El
samurái”
(1967)
y “El
círculo
rojo”
(1970).
Estos
roles
definieron
el
mito
de
Delon,
que
explotaría
en
numerosos
otras
películas
policiacas
más
tarde:
el
hombre
de
honor
viril
y
silencioso,
obligado
a
luchar
solo
contra
fuerzas
que
lo
superan.
“Lo
mejor
y
lo
peor,
a
la
vez
inaccesible
y
cercano,
frío
y
ardiente”,
resumía
a
Delon
la
mítica
Brigitte
Bardot.
Este
personaje
arquetípico
inspiraría
a
directores
de
todo
el
mundo,
como
el
hongkonés
John
Woo
o
el
estadounidense
Quentin
Tarantino,
a
pesar
de
que
el
francés
nunca
se
destacó
en
Hollywood.
La
carrera
de
Delon
se
construyó
paralelamente
a
la
de
otro
monstruo
sagrado,
su
amigo
Jean-Paul
Belmondo. Fue
una
amistad
teñida
de
cierta
rivalidad,
que
brilló
en
pocas
pero
escogidas
películas: “Borsalino”
en
1970
y “Uno
de
dos”
(1998).
“Él
y
yo
somos
el
día
y
la
noche”,
escribió
Belmondo
en
un
libro
de
memorias
en
2016.
Belmondo
era
un
hijo
de
burgueses
con
un
estilo
llano
y
popular.
Delon,
un
chico
de
la
calle
que
aprendió
a
convertirse
en
un
príncipe.
“Alain,
un
día
me
dijo
que
echaba
de
menos
a
mi
padre,
y
hoy
es
a
usted
a
quien
vamos
a
echar
enormemente
de
menos”,
reaccionó
el
domingo
Paul
Belmondo
en
Instagram.
El
actor
Delon
era
idolatrado
en
Francia,
pero
el
hombre
a
menudo
en
sus
últimos
años
fue
criticado
y
considerado
antipático.
Fue
amigo
del
líder
de
extrema
derecha
Jean-Marie
Le
Pen,
y
en
repetidas
ocasiones
se
mostró
a
favor
de
la
pena
de
muerte
o
en
contra
de
la
homosexualidad,
incluso
llegó
a
reclamar
públicamente
la
eutanasia.
Nostálgico
de
los
años
del
general
Charles
De
Gaulle,
también
era
objeto
de
burlas
por
su
ego
y
su
costumbre
de
hablar
de
sí
mismo
en
tercera
persona.
Ha
muerto
Delón,
con
sus
luces
y
sombras,
el
eterno
rostro
del
cine
francés.
HB