Domingo
de
descanso
en
el
hotel
reviso
guiones,
y,
sobre
todo,
procuro
descansar
mi
cabeza,
mirando
fútbol
y
escuchando
a
Zitarrosa.
Llega
el
final
del
rodaje
pautado
en
ocho
semanas,
no
paro
de
recordar
planos
y
escenas,
de
compartir
con
el
equipo
la
alegría
de
estar
filmando
en
este
año
tan
duro
para
la
cultura
argentina,
donde
las
expresiones
artísticas
fueron
frenadas
y
maltratadas
desde
el
Estado.
Nosotros
creemos
en
el
arte.
El
arte
nos
mejora,
nos
salva,
nos
saca
de
la
realidad
y
nos
sumerge
en
universos
de
emociones.
Somos
trabajadores
del
arte,
tenemos
el
compromiso
de
reflejar
con
nuestra
obra
todo
acontecimiento
que
emerja
en
la
sociedad.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Hace
un
año,
con
Luciano
Cáceres,
con
quien
filmamos
junto
a
Pablo
Pinto
películas
como
Corralón
y
El
desarmadero,
nos
reunimos
con
Javier
Noguera,
quien
quería
hacer
una
serie
que
sucedería
en
Tafí
Viejo,
y
era
puntualmente
una
historia
de
amor.
Desde
ese
día,
comenzamos
a
trabajar
en
guiones
junto
a
Gaby
Macías
y
Natalia
Torres.
No
hay
historia
sin
un
contexto
sociopolítico
y
un
contexto
natural
que
la
abrace.
Lo
social
está
siempre
presente
en
mis
películas,
seres
marginales,
personajes
olvidados,
abandonados.
Aquí
también
estos
seres
tienen
algo
que
decir:
de
un
lado
los
de
la
aristocracia
tucumana
y,
del
otro,
una
familia
de
origen
ferroviario
de
la
villa
obrera.
Tafí
Viejo
vivió
de
la
industria
ferroviaria
por
muchos
años.
Cinco
mil
quinientos
obreros,
en
su
gran
mayoría
inmigrantes
europeos,
dormían
en
la
villa
obrera
y
le
daban
vida
al
taller
más
grande
de
Latinoamérica.
El
ferrocarril
no
sólo
les
dio
trabajo,
también
su
cultura
e
idiosincrasia.
Tafi
Viejo
llegó
a
tener
siete
cines.
Imagino
a
los
obreros
viendo
clásicos
de
Orson
Welles
y
Hugo
del
Carril.
Las
sociedades
españolas
e
italianas
organizaban
sus
encuentros
comunitarios,
se
fusionaban
con
la
cultura
originaria,
con
los
lugareños.
Viendo
material
fotográfico
uno
puede
identificar
los
orígenes
de
esos
rostros.
De
aquel
esplendor
sólo
quedan
las
casas
típicas
de
los
ferroviarios
reacondicionadas
y
el
gigante
dormido,
los
talleres
inmensos
que
pueden
verse
desde
los
cerros
y
esa
inmensa
chimenea
que
deja
caer
sus
ladrillos
en
una
agonía
que
resiste
al
tiempo.
Los
primeros
limones
llegaron
en
manos
de
los
inmigrantes
españoles,
esta
tierra
albergó
a
la
semilla,
le
dio
las
condiciones
ideales
a
ese
nuevo
brote.
La
industria
cítrica
creció
en
Tafí
Viejo
con
varias
familas-empresas
y
lo
transformó
en
el
mayor
productor
de
limones
de
Argentina.
Emanuel
Rodríguez
viene
de
familia
ferroviaria
que
lo
tuvo
todo
y
deberá
reconstruir
su
mapa
familiar
mientras
piensa
en
irse
del
país
para
crecer.
Laura
Grandinetti
estudia
abogacía
y
regresa
a
Tafí
Viejo
para
cerrar
una
posible
venta
de
la
empresa
familiar.
Pero
Ana
se
conecta
con
su
ciudad
y
sus
raíces.
La
yunga
los
envuelve,
la
energía
de
la
naturaleza
cubre
el
cerro
de
un
verdor
profundo,
con
una
mística
propia,
los
conecta
con
la
tierra;
nadie
puede
escapar
de
esa
atmósfera
latinoamericana.
La
naturaleza
abraza
a
nuestros
personajes,
al
equipo
técnico,
y
condiciona
también
nuestro
rodaje.
Terminé
de
aceptar
el
clima,
filmamos
con
lluvia
y
con
35
grados;
la
Pachamama
manda
y
la
cámara
fue
detrás.
La
serie
se
nutre
de
la
belleza
de
Tafí
Viejo
en
un
retrato
documental
de
la
ciudad.
Este
engranaje
fue
llevado
adelante
con
precisión
absoluta
desde
Tafisueña,
productora
encabezada
por
Javier
Noguera,
que
apuesta
a
contar
historias
propias
donde
el
espectador
pueda
identificarse.
Un
proyecto
federal,
de
construcción
colectiva,
que
además
contó
con
el
aporte
y
financiamiento
de
empresarios
privados
interesados
en
el
proyecto.
Un
grupo
humano
extraordinario
sostuvo
el
proyecto
y
por
el
que
estoy
tan
agradecido.
El
audiovisual
es
un
arte
comunitario,
donde
todos
los
artistas
aportan
su
empuje.
Todos
admirados,
desde
la
fotografía
de
Alejandro
del
Campo
y
Germán
Costantino,
el
arte
de
Lucila
Grosman,
la
producción
ejecutiva
de
Agostina
Brik,
la
producción
de
Deborah
Solorzano,
Pedro
Vicente
y
Marcos
Acevedo;
la
música
de
Alejandro
Rodríguez
y
Marcos
Corbalán
y
una
decena
de
músicos
taficeños.
Un
elenco
de
primer
nivel
compuesto
por
actores
tucumanos
y
porteños:
Luis
Machín,
Sergio
Prina,
Liliana
Juárez,
Laura
Grandinetti,
Emanuel
Rodríguez,
Camila
y
Ruth
Plaate,
Juan
Palomino,
Lautaro
Delgado,
Paloma
Contreras,
Daniel
Elías
y
la
participación
especial
de
Luciano
Cáceres.
Tafí
Viejo
es
una
historia
universal
abierta
a
la
Argentina
y
al
mundo
creada
desde
esta
comunidad
y
como
toda
historia
de
amor
no
son
tan
simples
como
parecen.
*Eduardo
Pinto, director
y
guionista.