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Será
muy
difícil
no
asociar
al
actor
colombiano
Andrés
Parra
con
la
serie
El
patrón
del
mal.
Llega
a
Buenos
Aires
para
presentar
su
unipersonal
Venga
que
si
es
pa´eso.
Una
invitación
a
despertar,
sólo
el
martes
4
de
febrero,
en
una
única
función
que
hará
en
el
Teatro
Broadway
a
las
20.30.
Tiene
una
formación
actoral
que
incluye
su
paso
por
Londres
y
una
larga
lista
de
estrenos
teatrales,
donde
se
ven
títulos
de
tragedias
griegas
y
también
clásicos
de
William
Shakespeare.
En
cine
fue
muy
importante
la
película
que
estrenó
en
el
año
2009:
La
pasión
de
Gabriel
de
Luis
Alberto
Retrepo
—¿Por
qué
presentarte
en
Buenos
Aires
y
qué
características
tiene
tu
espectáculo?
—Estamos
muy
felices
y
emocionados
y
a
mí
me
hace
mucha
ilusión
presentarme
en
Argentina,
ya
que
nunca
he
hecho
teatro
allá.
Sé
a
lo
que
me
enfrento,
pero
es
curioso
porque
lejos
de
darme
susto
estoy
muy
emocionado.
Siento
que
vamos
a
tener
un
gran
show
en
la
Argentina,
conozco
a
los
argentinos
y
sé
que
nos
vamos
a
enamorar.
La
característica
más
importante
es
que
es
un
experimento,
crear
un
espectáculo
en
el
que
el
público
se
sienta
en
la
sala
de
mi
casa.
Voy
a
contar
la
historia
de
mi
tránsito
por
la
miseria,
por
el
miedo,
la
angustia,
los
complejos,
mis
inseguridades
y
mis
heridas
de
infancia.
Pensé
que
el
éxito
iba
a
llenar
ese
vacío
y
no
fue
así,
esto
enmarcado
con
mucho
humor.
Creo
que
tengo
una
capacidad
para
burlarme
de
mí
mismo
muy
bacana.
Es
un
show
mal
hablado,
grosero
y
confrontador,
en
un
momento
se
pone
muy
incómodo
porque
hago
preguntas
a
la
gente.
Cuestiono
un
poco
las
cosas
que
normalizamos:
el
mal
vivir,
como
seguir
en
un
matrimonio
en
el
que
ya
no
deseamos
o
estar
en
un
trabajo
en
el
que
ya
no
queremos
estar
y
termino
convertido
en
una
montaña
rusa
porque
el
show
da
mucha
risa,
pero
también
angustia.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
—¿Ya
lo
estrenaste
frente
a
otros
públicos?
—Sí.
Ya
estuvimos
en
varias
ciudades
de
Estados
Unidos,
como
Boston,
Orlando,
Miami,
Nueva
York,
también
en
otros
países
como
Ecuador
y
Perú.
En
todas
partes
ha
sido
el
mismo
efecto:
la
gente
sale
muy
conmocionada.
El
éxito
del
show
es
que
la
gente
se
identifica,
le
estás
hablando
de
cosas
por
las
que
hemos
pasado
todos.
Creo
que
las
personas
están
un
poco
hartas
del
éxito,
por
eso
decidí
apostar
a
compartir
la
oscuridad,
ésta
es
mi
zona
oscura.
Es
de
lo
que
yo
no
debería
hablar,
ni
mostrar.
—¿Cómo
convivís
con
el
éxito
de
la
serie
Pablo
Escobar?
Incluso
te
compararon
por
esa
actuación
con
Marlon
Brando…
—Eso
creo
que
lo
dijo
un
borracho
y
alguien
lo
anotó.
(Risas).
Ahora
vengo
a
hablar
de
mí,
no
de
mis
personajes,
cuento
mi
historia.
—¿Eras
consciente
cuando
la
filmabas?
—No,
no
pensé
que
fuera
a
pasar
lo
que
pasó.
No
le
tenía
tanta
fe.
—¿Qué
explicación
le
encontrás
a
ese
éxito?
—No
le
tengo
una
explicación.
Es
un
fenómeno
que
pasa
muy
poco.
Me
atrevería
a
decir
que
se
convirtió
en
una
serie
de
culto.
No
sé
cuáles
son
los
factores
que
tienen
que
juntarse
ahí
para
que
pase.
Pero
me
siento
muy
privilegiado
y
agradecido
porque
pasa
muy
poco
y
que
a
mí
me
haya
pasado,
eso
fue
una
bendición,
no
es
normal,
son
muy
pocas
las
series.
Creo
que
pensando
en
Colombia
me
atrevería
a
decir
que
le
pasó
a
Betty,
la
fea
y
a
Escobar:
El
patrón
del
mal,
no
más.
Son
dos
las
mundialmente
famosas,
íconos,
no
creo
que
haya
otras.
—¿Qué
recuerdo
te
dejó
la
filmación
de
la
película
La
Odisea
de
los
giles?
—Quise
conocer
a
Ricardo
Darín
y
verlo
trabajar.
Terminé
pudiendo
ver
a
todos
esos
“monstruos”
que
estaban
en
la
película.
Fue
para
mí
un
taller
muy
bonito.
Lo
sufrí
mucho,
porque
el
acento
me
costó
trabajo,
hablar
en
argentino
es
muy
difícil
de
hacer.
Pero
me
lo
disfruté.
—¿Qué
piensa
un
colombiano
del
teatro
argentino?
—Sabemos
que
el
argentino
es
un
gran
consumidor
de
teatro,
ve
mucho
y
bueno.
Tiene
un
humor
muy
fino.
Será
como
torear
en
Madrid.
—¿Estarás
solo
en
el
escenario,
con
un
texto
que
escribiste
y
también
dirigís?
—Sí.
Dándole
mí
cuento.
Llorándole
ahí.
Cuando
uno
se
dedica
al
arte,
hay
una
cosa
que
se
supone
que
uno
tiene
algo
para
decir.
Siento
que
este
show
es
lo
que
yo
como
artista
tenía
y
quería,
por
eso
lo
hace
el
proyecto
más
importante
de
mi
vida.
Esto
sí
es
de
lo
quería
hablar
y
lo
tenía
que
escribir
y
también
dirigir.
Lo
presenté
en
febrero
del
2024,
ya
hice
más
de
veinte
funciones
y
ha
crecido
un
montón,
ya
no
es
el
que
había
estrenado.
—¿Esta
propuesta
es
el
resultado
de
la
pandemia?
—No
me
tocó,
la
pandemia
la
pasé
muy
suave.
Es
el
resultado
de
un
colapso
que
tuve
en
el
2022.
Enfrenté
el
mayor
de
mis
miedos,
curiosamente
estaba
en
Buenos
Aires
cuando
me
pasó.
Y
fue
lo
mejor
que
me
pudo
haber
pasado
y
el
show
tiene
esa
intención.
Mucha
gente
que
está
estancada
por
miedo,
tratando
de
evitar
un
dolor
que
sabe
que
los
va
a
matar.
Pero
no
somos
muy
conscientes
de
lo
que
pasa
cuando
usted
se
muere.
El
show
es
una
invitación
a
lanzarse
a
ese
dolor,
rendirse
y
morirse.
A
veces
hay
que
morirse
y
está
bueno.
Pero
como
estamos
en
esta
cultura
del
no
me
duela
nada,
puede
incomodar
y
es
muy
difícil
a
veces
dar
el
paso.
Yo
no
lo
dí,
la
vida
me
empujó.
Una
amiga
me
dijo:
“Sos
un
hombre
de
fe”.
—¿Qué
sería
la
fe?
—Creer
en
un
Dios.
Soy
un
hombre
que
se
dio
cuenta
de
que
Dios
estaba,
pero
adentro,
no
afuera.
Entonces
creo
mucho
en
ese
Dios,
en
mi
sabiduría
interna,
que
la
tenemos
todos,
está
ahí
y
ha
estado
siempre,
pero
no
hemos
hecho
contacto,
seguimos
demasiado
distraídos
consiguiendo
prestigio,
fama,
reconocimiento,
plata
familia,
esposa,
hijos
y
auto
nuevo.
Y
con
esta
imagen
de
un
Dios
por
allá,
lejísimo,
inalcanzable
al
que
hay
que
rendirle
culto
y
además
un
poco
castigador
y
vengativo,
elijo
tener
una
enorme
fe
en
el
Dios
que
me
habita.
El
problema
es
darse
cuenta.
Usted
tiene
una
sabiduría
interna
que
tiene
la
respuesta
a
todas
sus
preguntas,
ahí
está.
Ahora
hay
que
hacer
contacto
y
el
dolor
es
el
que
lo
produce,
cuando
uno
colapsa
todo
se
abre,
ésta
es
una
ruta.
—¿Cómo
ves
hoy
a
América
Latina
y
su
presente?
—Viviendo
el
proceso
que
tiene
que
vivir.
Hay
un
escritor
colombiano
muy
importante,
Mario
Mendoza,
quien
dice:
“América
Latina
toda
la
vida
quiso
ser
el
primer
mundo,
queríamos
ser
Nueva
York,
París,
Europa
y
la
historia
ha
demostrado
que
pasó
al
revés,
el
primer
mundo
se
volvió
el
tercer
mundo
y
en
eso
América
Latina
tiene
más
experiencia”.
Eso
nos
pone
en
un
lugar
muy
privilegiado,
nadie
se
volvió
primer
mundo,
éste
es
el
tercer
mundo.
Pero
nosotros
ya
sabemos
cómo
es
y
ellos
no.
Estados
Unidos
y
Europa
están
destrozados,
la
inmigración,
la
pobreza,
la
falta
de
agua,
la
locura
y
la
guerra,
pero
nosotros
llevamos
así
toda
la
vida,
entonces
eso
nos
pone
por
delante.
—¿Y
cómo
sigue
tu
gira?
—Es
probable
que
vayamos
a
Uruguay
y
México,
vamos
a
visitar
más
ciudades
de
Colombia
y
de
Estados
Unidos.
Estamos
apenas
empezando,
mi
plan
es
que
el
show
ruede
hasta
que
ya
no
vaya
la
gente.
—¿En
estos
momentos
es
igual
filmar
que
el
escenario?
—Hacía
diez
o
doce
años
que
no
hacía
teatro.
Toda
la
vida
había
querido
tener
un
espectáculo
personal,
pero
no
tenía
el
tema
y
cuando
aparece
lo
sigo
disfrutando
mucho.
Si
me
das
a
elegir
entre
hacer
el
show
o
hacer
una
película,
prefiero
seguir
en
el
escenario
los
próximos
años.
Acabo
de
hacer
otra
serie,
sigo
trabajando
igual,
pero
en
este
momento
la
prioridad
es
el
espectáculo
y
si
me
dan
los
tiempos
filmo.