El rey Carlos III en silla de ruedas: qué sucede con su enfermedad

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La
salud
del
rey
Carlos
III

de
Inglaterra
sigue
generando
gran
inquietud
en
el
Reino
Unido
y
el
resto
del
mundo.
Desde
que
se
hizo
público

su
diagnóstico
de
cáncer
,


la
Casa
Real
británica

mantuvo
un
hermetismo
absoluto
sobre
la
enfermedad
que
enfrenta
el
monarca.
Sin
embargo,

recientes
apariciones
públicas
y
diversas
filtraciones
han
avivado
las
especulaciones
sobre
el
deterioro
de
su
estado
físico
,
llegando
incluso
a
señalar
que
podría
necesitar
una
silla
de
ruedas
para
movilizarse.

A
pesar
de
los
intentos
de
la
Corona
por
proyectar
una
imagen
de
fortaleza,

en
sus
últimas
apariciones

Carlos
III

mostró
signos
visibles
de
desgaste
.
Durante
los
actos
conmemorativos
del
80
aniversario
de
la
liberación
de
Auschwitz,
el
monarca
apareció
con
una
expresión
serena,
pero
su
aspecto
reflejaba
el
impacto
de
la
enfermedad:

ojos
enrojecidos,
fatiga
evidente
y
movimientos
pausados

son
algunas
de
las
señales
que
han
despertado
alarma
en
la
opinión
pública.

La
reconocida
periodista
Pilar
Eyre,
especialista
en
temas
de
realeza,
reveló
que
la
situación
es
más
grave
de
lo
que
la
Casa
Real
deja
entrever.
Según
sus
fuentes,

el
monarca

tiene
dificultades
para
caminar,
su
equipo
de
asesores
intenta
disimular
los
estragos
de
la
enfermedad
con
maquillaje
y,
en
privado,
ya
habría
tenido
que
recurrir
a
una
silla
de
ruedas
en
varias
ocasiones.

La
estrategia
de
la
Corona
para
mantener
la
discreción
sobre
la
enfermedad
de
Carlos
III

El
manejo
de
la
enfermedad
de


Carlos
III

no
es
un
hecho
aislado
dentro
de
la
historia
de
la
realeza
británica.

La
Corona
siempre
fue
extremadamente
reservada
en
lo
que
respecta
a
la
salud
de
sus
monarcas.

Un
claro
antecedente
es
el
caso
de
Jorge
VI,
padre
de
la
reina
Isabel
II,
cuya
enfermedad
fue
minimizada
públicamente
hasta
el
día
de
su
fallecimiento.
En
ese
momento,

la
información
oficial
se
limitó
a
señalar
que
había
muerto “mientras
dormía”,
ocultando
la
gravedad
de
su
deterioro
físico.

En
el
caso
de
Carlos
III,
la
estrategia
parece
ser
la
misma,
con
ajustes
en
su
agenda
oficial
para
evitar
exposiciones
prolongadas
y
sus
apariciones
públicas
cuidadosamente
planificadas.
Sin
embargo,
algunos
analistas
sostienen
que
esta
situación
será
difícil
de
ocultar
por
mucho
tiempo,
especialmente
si
las
limitaciones
físicas
del
monarca
se
agravan.

Por
ahora,
la
Casa
Real
británica
se
mantiene
en
silencio
y
los
británicos
continúan
pendientes
de
cualquier
novedad
sobre
la
salud
del
monarca,
quien
a
medida
que
pasan
los
meses
se
convierte
en
una
cuestión
de
interés
global,
y
la
incógnita
sobre
su
capacidad
para
continuar
con
sus
deberes
reales
sigue
creciendo.