Cancelados en reversa: los actores que vuelven a Hollywood

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Hollywood
no
olvida,
pero

perdona.
Al
menos
cuando
el
negocio
vuelve
a
verse
tentado
por
las
figuras
que
supo
repudiar.
El
regreso
de
Kevin
Spacey
—ahora
parte
del
elenco
del
thriller
conspirativo
The
Awakening”
,
en
plena
promoción
en
Cannes—
marca
un
nuevo
capítulo
en
la
compleja
relación
de
la
industria
del
entretenimiento
con
los
ídolos
caídos
en
desgracia
durante
la
era
del
#MeToo
y
la
cultura
de
la
cancelación.

Spacey,
que
en
2023
fue
absuelto
de
nueve
cargos
de
delitos
sexuales
en
el
Reino
Unido,
había
quedado
fuera
del
radar
comercial
estadounidense.
Su
nombre
se
volvió
“mancha
venenosa”,
incluso
cuando
aún
no
había
sentencia
judicial.
Las
acusaciones
bastaron
para
que
Netflix
lo
borrara
de
House
of
Cards”

y
que
Ridley
Scott
lo
eliminara
digitalmente
de
una
película
ya
filmada.
Pero
el
tiempo,
el
desgaste
cultural
de
la
ola
woke
y
una
industria
que
comienza
a
revisar
sus
propios
excesos
lo
trajeron
de
vuelta.
Aunque
por
ahora
al
menos
al
margen
del
mainstream.

Los cancelados que vuelven


“The
Awakening”

no
es
precisamente
un
blockbuster.
Es
un
thriller
de
conspiraciones
filmado
en
Pinewood,
con
producción
europea,
actores
de
culto
(Peter
Stormare,
Alice
Eve)
y
un
tono
que,
paradójicamente,
resuena
con
la
narrativa
de
control
y
manipulación
que
suele
circular
en
los
márgenes
de
la
cultura
dominante.
¿Es
casual
que
Spacey
regrese
en
una
película
que
sugiere
una
verdad
oculta
tras
el
poder?
¿O
es,
acaso,
parte
de
una
revancha
simbólica
de
los
caídos
del
sistema?

Lo
cierto
es
que
Spacey
no
es
el
único.
Louis
C.K.
volvió
a
llenar
teatros.
Johnny
Depp
pisó
Cannes
con
aplausos.
 Armie
Hammer
prepara
su
propia
estrategia
de
redención.
La
industria,
que
hace
apenas
un
lustro
se
jactaba
de
su
purga
ética,
empieza
a
reincorporar
lentamente
a
sus
expurgados
por
la
puerta
trasera,
y
sin
pedir
disculpas.


Cancelaciones

Esto
no
significa
que
la
cultura
de
la
cancelación
haya
muerto,
pero

que
su
hegemonía
tambalea.
El
péndulo
parece
estar
corrigiendo
su
curso.
Del
repudio
automático
se
pasó
a
una
zona
más
lógica,
en
la
que
el
veredicto
judicial
recupera
algo
de
peso
y
el
tiempo
atempera
los
escraches.
En
paralelo,
el
discurso
del
“anticancelado”
gana
espacio
en
sectores
del
espectáculo
que
acusan
a
Hollywood
de
haber
cedido
a
un
puritanismo
revanchero
disfrazado
de
justicia
social.

Los cancelados que vuelven

El
caso
Spacey
también
habla
del
desdoblamiento
entre
el
mercado
estadounidense
y
el
europeo.
Mientras
en
EE.UU.
su
figura
sigue
siendo
radioactiva,
en
Europa
encuentra
proyectos,
productores
y
salas
de
cine.
No
es
menor:
actores
e
industrias
se
están
reconfigurando
en
un
mapa
cultural
más
multipolar.
Donde
antes
solo
valía
el
aplauso
de
Hollywood,
ahora
hay
otros
escenarios
dispuestos
a
dar
una
segunda
oportunidad.

La
pregunta
que
flota
es
si
este
regreso
será
definitivo
o
solo
una
anomalía
aislada.
Pero
más
allá
del
destino
de
Spacey,
su
reaparición
visibiliza
una
tendencia:
Hollywood
ya
no
cancela
con
la
misma
fuerza
con
la
que
lo
hacía
en
2018.
Quizás
porque
entendió
que
la
moral
no
siempre
coincide
con
la
taquilla.
O
porque
el
fervor
woke,
cuando
se
convierte
en
espectáculo,
también
agota.


Otros
casos

James
Franco
representa
otro
perfil:
el
del
actor
que
se
autoimpuso
un
exilio.
Tras
ser
acusado
por
exalumnas
de
su
escuela
de
actuación
de
utilizar
su
rol
como
docente
para
propiciar
situaciones
sexuales,
Franco
reconoció
públicamente
parte
de
sus
errores.
Admitió
adicciones,
malas
decisiones
y
daños
causados.
A
diferencia
de
Spacey,
no
fue
perseguido
penalmente,
pero
su
amistad
y
alianza
profesional
con
Seth
Rogen
se
rompió,
dejando
en
claro
que
su
regreso
no
será
sencillo.
Desde
el
final
de
The
Deuce”

en
2019,
no
ha
vuelto
a
la
pantalla,
pero
todo
indica
que
su
pausa
es
estratégica.

Los cancelados que vuelven

Armie
Hammer,
en
cambio,
sufrió
una
caída
rápida
y
escandalosa.
En
2021
fue
acusado
de
violación
y
de
sostener
fantasías
sexuales
con
referencias
caníbales.
Aunque
nunca
fue
imputado
formalmente
y
el
caso
fue
archivado
por
la
policía
de
Los
Ángeles,
el
daño
estaba
hecho.
Perdió
papeles
en
películas
importantes,
lo
borraron
de
campañas
promocionales
y
pasó
un
tiempo
en
una
clínica
de
rehabilitación.
No
obstante,
versiones
recientes
indican
que
estaría
evaluando
su
regreso.

Finalmente,
Matt
Damon
fue
protagonista
de
una
cancelación
mucho
más
leve,
pero
no
por
ello
irrelevante.
En
2021,
durante
una
entrevista
con
el

Sunday
Times
,
reveló
que
su
hija
lo
había
reprendido
por
usar
un
insulto
homofóbico
en
el
marco
de
una
“broma”
familiar.
La
confesión,
que
pretendía
mostrar
un
proceso
personal
de
aprendizaje,
terminó
volviéndose
en
su
contra.
Damon
tuvo
que
salir
a
aclarar
que
nunca
usó
ese
término
de
manera
ofensiva,
pero
el
daño
reputacional
ya
estaba
instalado,
especialmente
entre
el
público
joven.


Regresos

Otras
figuras,
como
Gina
Carano,
encontraron
refugio
fuera
del
mainstream
progresista.
Despedida
por
Disney
tras
comparar
la
polarización
política
en
EE.UU.
con
la
persecución
nazi,
Carano
fue
abrazada
por
sectores
conservadores
que
rechazan
la
cultura
de
la
cancelación.
Su
nuevo
espacio
está
en
productoras
como
The
Daily
Wire,
donde
protagoniza
películas
de
bajo
perfil
pero
alto
impacto
simbólico.
La
narrativa
del
“castigado
por
pensar
diferente”
le
dio
un
lugar
en
un
circuito
alternativo
a
Hollywood.

Los cancelados que vuelven

Louis
C.K.,
por
su
parte,
es
uno
de
los
pocos
que
lograron
reconfigurar
una
carrera
luego
de
admitir
su
conducta
inapropiada.
Tras
perder
millones
en
contratos
cancelados
y
ver
su
película
I
Love
You,
Daddy”,

retirada
antes
del
estreno,
se
reinventó
desde
los
márgenes:
volvió
al
stand-up,
produjo
sus
propios
especiales
y
vendió
entradas
en
teatros
pequeños
hasta
escalar
a
un
soldout
en
el
Madison
Square
Garden.
Incluso
ganó
un
Grammy.
Yaunque
sigue
fuera
del
radar
de
grandes
estudios,
su
público
fiel
le
permite
una
carrera
autónoma,
al
margen
de
las
decisiones
institucionales.

Por
último,
el
caso
de
Will
Smith
tiene
otra
tonalidad:
no
fue
cancelado
por
una
denuncia
sexual,
sino
por
un
acto
de
violencia
en
plena
transmisión
global.
La
bofetada
a
Chris
Rock
durante
los
Oscar
de
2022
le
valió
una
sanción
inédita:
la
Academia
lo
vetó
por
diez
años.
Aun
así,
Smith
conserva
parte
de
su
estructura
de
poder.
No
perdió
a
su
agencia,
ni
fue
abandonado
por
todos
sus
proyectos.
La
industria
le
dio
una
reprimenda,
pero
no
una
excomunión.
Pero
también
deberá
remar
su
vuelta
desde
los
márgenes.


Antecedentes

Con
el
paso
del
tiempo
y
el
atractivo
innegable
que
sus
nombres
aún
generan,
ciertos
intérpretes
que
parecían
sepultados
han
comenzado
a
reescalar
posiciones.
Uno
de
los
casos
más
notables
es
el
de
Mel
Gibson.
Tras
una
sucesión
de
escándalos
personales,
acusaciones
de
violencia
doméstica
y
declaraciones
antisemitas,
volvió
con
películas
menores
como
Get
the
Gringo”

y
roles
secundarios
en
franquicias
como
The
Expendables

o
Boss
Level”,
que

lo
mantuvieron
a
flote,
mientras
que
su
dirección
en
Hacksaw
Ridge”

—nominada
al
Oscar—
reinsertó
su
nombre
en
conversaciones
de
prestigio.
Hoy
no
ocupa
los
lugares
que
tuvo
en
los ’90,
pero
ha
vuelto
a
ser
convocado
con
cierta
regularidad
y
sin
el
repudio
abierto
de
sus
colegas.

Los cancelados que vuelven

Otro
ejemplo
es
Casey
Affleck,
cuyo
ascenso
con
Manchester
by
the
Sea”

coincidió
con
el
resurgimiento
de
viejas
acusaciones
de
acoso
sexual
durante
un
rodaje
en
2010.
A
pesar
de
que
nunca
enfrentó
cargos
penales
y
llegó
a
acuerdos
extrajudiciales,
su
consagración
con
el
Oscar
se
vio
ensombrecida.
Luego
optó
por
el
bajo
perfil,
participando
en
películas
más
modestas
o
experimentales,
hasta
volver
a
aparecer
en
la
superproducción
Oppenheimer”
en
un
rol
menor
pero
simbólicamente
significativo.
Su
caso
demuestra
que
el
sistema
de
castigo
no
es
uniforme,
y
que
un
regreso
parcial
es
posible
si
se
combina
discreción
con
talento
probado.

En
todos
estos
ejemplos,
el
patrón
que
se
repite
es
la
resiliencia
de
figuras
con
capital
simbólico
o
artístico.
Algunos
actores
logran
regresar
por
la
puerta
de
atrás,
reinventándose
en
otros
registros
o
abrazando
plataformas
alternativas.
En
tiempos
donde
el
olvido
digital
es
cada
vez
más
veloz
y
el
escándalo
tiene
fecha
de
caducidad.

por
R.N.

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