“La neutralidad del periodismo es imposible”

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Todo empezó como un juego en su propio programa radial. Pero ahora la noticia es bien concreta: María O’Donnell, conocida por su trabajo como periodista decicada a la actualidad política, será una figuras que participarán en la próxima edición de Masterchef Celebrity, el programa de Telefe que se transformó en el gran suceso de la televisión argentina de 2020 y cuya nueva edición arranca este lunes a las 22. 

O’Donnell comenzó un nuevo ciclo radial (De acá en más, lunes a viernes de 6 a 9), en FM Urbana, una de las tres radios (las otras dos son Continental/AM 590 y Los 40 Argentina / FM 105.5) que acaba de comprar Carlos Rosales, dueño del Grupo Santamartah y titular de empresa de electrodomésticos Garbarino. 

En Masterchef Celebrity, O’ Donnell competirá con Flavia Palmiero, Carmen Barbieri, los músicos Juanse y Cae, las actrices Candela Vetrano y Andrea Rincón, el periodista deportivo Fernando Carlos, los actores Daniel Aráoz y Gastón Dalmau y la comediante Dani “La Chepi”. 

¿Se sentirá ahora una celebrity? Ella lo desmiente categóricamente: “¡Cero celebrity! Me divierte mucho el programa, pero yo soy periodista, no una celebridad. Todo empezó como un chiste de Flora Alkorta en la radio, porque ella y otros compañeros del programa vinieron a casa a comer unas pizzas que amasé (risas). Yo me enganché a ver la primera edición del programa con mi hija más grande y aunque suelo acostarme más temprano, me quedaba porque me atrapó. Cuando empezaron a bromear en el programa, uno de los productores de Masterchef que es oyente nuestro me llamó y me propuso la idea. Lo pensé un poco y dije ‘¿Por qué no? Parece una locura, pero en realidad es algo muy divertido”. 

—¿No creés que podés desperfilarte un poco sumándote a un show televisivo que tiene poco que ver con tu trabajo habitual en los medios?  

—Masterchef no es un reality que juega primordialmente con los conflictos. No hay voto de la gente, tampoco. Tiene el envoltorio de un show televisivo, eso sí, pero no es un tipo de programa que pueda llevarme a lugares donde yo no quiera ir. No veo que me desperfile. Más bien todo lo contrario: yo soy una mujer que cocina en su casa. A veces me sale bien, a veces más o menos, pero lo hago. Hoy estoy viendo más recetas que noticias, y eso me divierte. Por otra parte, el tema de la alimentación me importa mucho. Más allá de los problemas evidentes que genera la pobreza, es un problema lo mal que estamos comiendo todos. La obesidad y el sobrepeso son moneda corriente. El tema de alimentación es trascendente, y en este programa está puesto foco, aunque sea un formato televisivo destinado básicamente a entretener. 

—¿Y estás entrenando?

—¡A lo loco! Estudio mucho, pero claro que en dos meses no puedo hacer perfecto algo que no hice nunca antes en mi vida con esta seriedad. Aproveché la cuarentena para amasar pan de masamadre y pizzas, que son mis especialidades. Pasé mucho tiempo en la cocina. En general estoy la mayor parte del día en el escritorio, sobre todo cuando estoy escribiendo un libro, como fue el caso de Aramburu durante el año pasado. Pero en esta época de encierro obligado estuve mucho con mis hijas en la cocina.

—Volviendo al tema de tu perfil periodístico, ¿cómo te sentiste en el contexto anárquico de un programa como “Intratables”? ¿Es un lugar para dar debates serios? 

—Las veces que fui salí frustrada conmigo. Sentía que no sabía jugar ese juego, o que entraba en un lugar que no me gustaba mucho. Igual fui muy esporádicamente. Cuando empecé a hacer Corea del Centro en Net.TV con Ernesto Tenembaum encontré un espacio para hacer televisión como más me gusta: un tipo de periodismo que no depende  del rating y que está totalmente regido por todo lo que queremos hacer en los tiempos en los que lo queremos hacerlo. Por eso no quise ir más a Intratables, que de todos modos es un ciclo que tiene la virtud de llevar a un público masivo discusiones que por lo general transcurren en programas de cable que son más de nicho. Pero no es un formato en el que yo no funcione bien porque requiere de una cierta habilidad para chicanear que no tengo. 

—¿Te parece un problema que un periodista se identifique con un espacio político? ¿Es mejor que lo oculte?

—No me parece que sea un problema que se identifique, pero me molestan los periodistas que ignoran las noticias que van en contra de sus ideas. Todos somos personas con ideología, con pensamiento propio. Claro que no somos neutrales… La idea de la neutralidad del periodismo es abstracta, imposible. Todos tenemos un bagaje y opiniones sobre lo que pasa. Pero me molesta que alguien sea incapaz de conversar con otro que piensa distinto, o de confrontar con sus propias ideas. Eso para mí no es periodismo. Pero es una tendencia, acá en Argentina y en el resto del mundo.

—El chiste de “Corea del Centro” hay quienes lo aluden a la tibieza. ¿Qué les respondés a los que tienen esa perspectiva?

—Lo que hacemos es un ejercicio de periodismo tal como lo entendemos nosotros. Aunque nos acusen de tibios, va a seguir siendo así. No creo en la objetividad del periodismo, tengo mi propia mirada sobre las cosas, pero sí creo en la ecuanimidad. No me predispongo de una manera o de  otra según con quién voy a hablar. Con todo mi bagaje cultural y mis convicciones, trato de de ser ecuánime, me gusta que en mis programas predomine la información. Y me gusta escuchar. Hoy es más común acribillar al entrevistado o tirarle centros. Un buen reportaje debe tener un poquito de tensión, sobre todo un mano a mano. El tipo de periodismo que hacemos en Corea del Centro es más incómodo. Es mucho más fácil tener hinchadas, tribus que te siguen. Ese es un poco el funcionamiento que tiene el periodismo hoy. Hay una tentación demagógica muy grande. Eso es muy cómodo porque está lleno de gente  que solo busca confirmar sus ideas. Cuando TN lleva a un funcionario del gobierno actual, el rating cae. Y cuando C5N lleva alguien de Juntos por el Cambio, lo mismo. Yo me siento una privilegiada porque pude elegir el lugar en el que estoy. En ese sentido, la radio –y sobre todo la FM– es un lugar bárbaro, porque no hay intermediación entre lo que vos querés decir y un editor, como en la gráfica, por ejemplo. Yo no le pregunto a nadie qué puedo decir y qué no. Mi mantra es “no pregunto”. Creo que cuanto más posibilidades de elegir tenés, mayor es la responsabilidad de ejercer esa libertad al máximo.

La argentina posible

Es obvio que María O’Donnell, igual que todos los que participan activamente de la discusión política en la Argentina, tiene un país en la cabeza. ¿Cómo es esa proyección? Lo responde ella misma: “A mí me importan mucho la desigualdad y la pobreza. Quiero un país con una mirada social, con un Estado presente que cumpla un rol igualador. No creo en la libertad total de mercado porque así terminamos como terminamos. La idea de Mauricio Macri de liberar todos los capitales como modelo virtuoso no funcionó. También me importan ciertos valores del republicanismo que no son necesariamente los que agitan algunos sectores del macrismo. Me interesan una democracia con una fuerte división de poderes, el respeto a las libertades individuales y a la libertad de prensa, que son cosas que no siempre vienen de la mano del peronismo. Está claro que el peronismo tiene una mirada que implica una mayor justicia social, una mirada de la que me siento muy cercana en la medida en la que quiero un país más justo. Pero así como es cierto que el resultado del gobierno de Macri fue el que fue, también es verdad que veníamos de diez años de estancamiento. El kirchnerismo no logró un cambio verdadero de las reglas de juego en el país. Por esto que pienso tengo problemas con los macristas y los kirchneristas. Es gracioso: durante los gobiernos de Cristina era peor con los kirchneristas, y cuando estaba Macri en el poder era peor con los macristas. Que porque decís esto y te callás lo otro, ese tipo de cosas. Ya estoy acostumbrada a esos ciclos”.

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