Vuelve Capusotto con una comedia negra sobre una familia patricia

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Con
una
combinación
explosiva
de
nombres
propios,
herencias
escénicas
y
comedia
negra,
se
estrena
Tirria
en
el
Teatro
Metropolitan.
O
mejor
dicho,
el
regreso
de
Diego
Capusotto
al
teatro
de
texto
en
un
hito
que
trasciende
el
hecho
escénico:
por
primera
vez,
el
actor
cultor
del
absurdo
y
referente
del
humor
popular
y
político
compartirá
escenario
con
su
hija
Eva
Capusotto.
La
obra,
escrita
por
Lucas
Nine
y
Nancy
Giampaolo,
y
dirigida
por
el
reconocido
Carlos
Branca
–quien
vuelve
al
país
tras
años
de
residencia
en
el
exterior–,
se
adentra
en
una
zona
poco
explorada
del
teatro
comercial
actual:
el
grotesco
con
tintes
góticos,
la
crítica
social
filtrada
por
lo
grotesco,
y
la
tradición
de
las
comedias
del
cine
argentino
de
los
años
treinta
reconfigurada
para
el
presente.

En
Tirria,
Capusotto
encarna
a
uno
de
los
integrantes
de
los
Sobrado
Alvear,
una
familia
patricia
en
decadencia
que
finge
pasar
sus
veranos
en
Europa,
pero
que
en
realidad
se
encierra
durante
tres
meses
en
los
baúles
de
su
propia
mansión,
alimentándose
de
arroz
con
leche
y
sobreviviendo
a
fuerza
de
recuerdos
y
ficciones.
En
ese
delirio
aristocrático,
donde
el
pasado
sigue
pesando
más
que
el
presente,
se
recorta
la
figura
de
Hilario,
el
fiel
sirviente
(¿o
carcelero?)
que
se
convierte
en
siniestro
garante
del
honor
familiar.

Además
del
dúo
Capusotto
padre
e
hija,
el
elenco
suma
a
Andrea
Politti
y
a
su
hijo
Galo
Politti,
a
Rafael
Spregelburd
–dramaturgo
y
actor
con
vasta
trayectoria–,
Daniel
Berbedes
y
Juano
Arana.
La
puesta,
producida
por
Damián
Sequeira,
apuesta
a
una
estética
de
cine
dentro
del
teatro,
con
guiños
a
la
comedia
de
“teléfono
blanco”
y
al
cine
mudo,
pero
también
a
la
tradición
popular
del
grotesco
criollo.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

LA
IDEA
DETRÁS
DE
LA
OBRA.
Lucas
Nine
y
Nancy
Giampaolo
cuentan
que
la
chispa
inicial
fue
íntima:
“En
principio,
la
idea
fue
divertirnos
a
través
de
una
historia
que
nos
contábamos
a
nosotros
mismos,
pero
nos
fuimos
dando
cuenta
que
lo
que
iba
saliendo
podía
divertir
a
más
gente.
Nos
parece
que
una
de
las
cosas
más
interesantes
que
tiene
Tirria
es
ser
una
obra
hecha
por
argentinos
sobre
temas
muy
específicamente
argentinos
que,
a
la
vez,
son
accesibles
para
casi
todo
el
mundo”.
Ese
cruce
de
lo
particular
y
lo
universal
funciona
como
base
de
una
obra
que,
aunque
enraizada
en
la
tradición
del
grotesco
criollo,
se
abre
a
una
lectura
contemporánea
y
global.

EL
REGRESO
DE
CAPUSOTTO.
Para
Capusotto,
Tirria
representa
la
posibilidad
de
volver
al
teatro
desde
una
clave
inesperada:
“Por
ser
una
versión
que
homenajea
y
distorsiona
ese
lenguaje”,
dice
sobre
las
comedias
de
“teléfono
blanco”
del
cine
argentino.
El
actor,
cuya
marca
personal
transformó
el
humor
en
la
Argentina,
encuentra
aquí
un
espacio
para
correrse
del
sketch
televisivo
y
sumergirse
en
una
obra
coral
que
combina
corrosión
y
delicadeza.
Su
presencia
en
el
escenario
condensa
buena
parte
de
su
potencia
actoral:
histrionismo,
manejo
de
la
gestualidad
exagerada
y
una
capacidad
poco
común
para
hacer
convivir
lo
patético
y
lo
sublime.
En
Tirria
no
se
trata
de
un
unipersonal
ni
de
un
texto
escrito
a
su
medida,
sino
de
un
proyecto
colectivo
que
potencia
su
singularidad
desde
el
contrapunto.

LA
MIRADA
DEL
DIRECTOR.
Carlos
Branca,
de
vasta
trayectoria
y
con
experiencia
en
ópera
lírica
y
drama,
explica:
“La
construcción
de
una
obra
es
en
parte
un
trabajo
artístico
pero
fundamentalmente
es
un
trabajo
técnico.
Mi
función
es
considerar
todos
los
lenguajes
que
intervienen
en
la
realización
de
una
obra,
darles
relieve
y
que
todos
confluyan
en
un
concepto.
Detrás
de
una
comedia
como
en
este
caso
existe
un
concepto
de
antaño
que
se
contamina
con
las
cuestiones
humanas
del
presente.
Actuación,
texto,
escenografía,
luz,
vestuario
confluyen
en
lo
que
la
obra
necesita
ser
narrado.
Y
por
suerte
esa
narración
viene
completada
por
el
público”.
Branca
apuesta
a
que
esa
tensión
entre
pasado
y
presente
sea
visible
en
escena,
con
una
estética
que
dialoga
con
la
historia
del
teatro
y
del
cine
argentino.

EL
APORTE
DE
SPREGELBURD.
Rafael
Spregelburd
celebra
el
encuentro:
“Todo
elenco
es
una
pluralidad.
Éste
no
es
la
excepción.
Creo
que
los
productores
quisieron
reunir
matices
de
varias
tradiciones
teatrales
para
esta
obra
del
dúo
Nine/Giampaolo
porque
tiene
un
lenguaje
muy
peculiar,
que
trasciende
los
supuestos
de
un
teatro
meramente
comercial.
También
se
ve
que
quisieron
privilegiar
un
ambiente
de
mucho
amor,
casi
una
familia.
A
veces
esa
es
la
mejor
manera
de
hacer
que
las
cosas
funcionen”.
El
dramaturgo
y
actor
reconoce
que
aceptó
de
inmediato:
“Mi
interés
fue
inmediato
cuando
me
propusieron
trabajar
junto
a
Diego.
Desde
el
primer
ensayo
sentí
el
privilegio
de
esta
experiencia.
Diego
es
un
actor
magnético,
generoso,
irrepetible.
Con
inteligencia
e
incómoda
ironía,
es
un
ícono
popular
que
no
cede
a
devaluaciones.
Para
cada
situación
de
la
vida
hay
un
meme
o
un
gif
con
Capusotto
como
médium
de
algo
que
los
argentinos
compartimos
sin
tener
que
decir
nada
más”.

EL
LUGAR
DE
LA
COMEDIA
HOY.
La
famosa
conductora
y
actriz
Andrea
Politti
destaca
el
rol
de
la
comedia
en
el
presente:
“Creo
que
la
comedia
tiene
un
lugar
muy
particular
dentro
del
teatro
argentino,
y
poder
jugar
con
sus
formas
es
algo
que
siempre
está
abierto
a
diferentes
lecturas
y
posibilidades.
En
este
momento,
siento
que
hay
una
apertura
para
explorar
distintos
tonos
sin
demasiadas
restricciones.
Ese
juego
es
interesante
porque
genera
cercanía
con
el
público
e
invita
a
repensar
estructuras
de
narrar.
Abordar
la
comedia
hoy
implica
una
oportunidad
para
conectar,
pero
también
para
cuestionar,
sin
perder
de
vista
la
ligereza
que
ese
género
puede
ofrecer”.
Sobre
la
experiencia
del
elenco,
agrega:
“Trabajar
con
un
grupo
donde
hay
distintas
voces
y
trayectorias
genera
una
dinámica
particular.
La
pluralidad
de
nombres
implica
distintos
enfoques
y
miradas
que
se
van
construyendo
en
conjunto.
Ese
cruce
de
experiencias
suma
y
se
refleja
en
el
resultado
final”.

UNA
APUESTA
CORAL.
La
reunión
de
Capusotto,
Politti,
Spregelburd,
Berbedes,
Arana
y
las
nuevas
generaciones
(Eva
y
Galo)
convierte
a
Tirria
en
una
propuesta
coral
que
conjuga
humor,
grotesco
y
herencia
familiar.

Un
cruce
intergeneracional
y
estético
que,
según
sus
creadores,
busca
tanto
entretener
como
dejar
una
huella
en
la
cartelera
porteña.