El próximo 26 de agosto se estrena la segunda temporada de El oso, The Bear, la serie sensación del año pasado. Uno de sus guionistas fue esencial para entender porque la huelga de guionistas en Hollywood, que lleva más de cien días y recién está semana parece haber logrado un pequeño puente, es importante. O’Keefe cuenta que por su trabajo en la serie más famosa de una determinada cadena, FX, cobra 43 mil dólares. Y contó que no cobra mucho más, al menos a la hora de las regalías (que fueron, antes del streaming, una parte crucial de la vida posterior económica de los realizadores, escritores, actores y más empleados detrás de escena). Ese monto que cobra O’Keefe contrasta, más allá de responsabilidad y más cercano al costo de vida en Estados Unidos, con los últimos reportes de ganancias de los CEO de grandes empresas, David Zaslav, de Warner Bros, Discovery (246,6 millones), Ari Emanuel, de Endeavor (308,2 millones) y así la lista donde se cruzan acciones como forma de pago y efectivo. Recordemos que los años post-pandemis fueron momento de achicar staff para casi todos los estudios (con repercusiones sin sentido en sedes locales, dejando fuera a nombres con décadas de experiencia en la industria). Ya el 2 de mayo, un tuit del senador Bernie Sanders dejaba en evidencia el problema a la hora de una repartija equitativa: “El año pasado, ocho CEO de Hollywood hicieron casi 800 millones de dólares, y aun así la paga a los escritores de TV ha descendido un 23% en los últimos diez años”.
Esa es la batalla: la precarización de un trabajo que no tendría, a la hora de los números totales, ser precarizado, menos que menos en la llamada edad dorada de los contenidos, donde cada jugador de la industria posee su plataforma de streaming y debe generar sin freno nuevos contenidos para generar nuevos clientes.
Desde que la huelga comenzó ya van más de cien días sin avance alguno: el Writers Guild of America (WGA), de 11.500 integrantes, desde el 2 de mayo, decidió pararse literalmente frente a las sedes de quienes hoy han generado una repartija en extremo injusta desde su punto de vists y recién se volvió a hablar el 4 de agosto, se volvió a la mesa para intentar resolver el conflicto, sobre la compensación que reciben, la cantidad de gente que se emplea en los famosos “writer’s rooms” (el ámbito donde se escriben series o películas), y los pagos residuales, además de otros ítems. Los famosos “writer’s rooms” solían ser de 15 a 16 guionistas, y apenas llegan, según miembros del sindicato, a tres o cinco guionistas,
El 16 de julio se unió el Screen Actors Guild, frenando de manera evidente cualquier rodaje en proceso. De esta, forma la Alliance of Motion Picture and Television Producers (Amptp), el grupo que representa a Walt Disney, Netflix, Warner Bros Discovery y otros grandes estudios y productores de streaming recibe un golpe enorme, pero que es la evidencia de que la industria de Hollywood vive el momento más extraño y complejo de su historia reciente, con nombres como Jane Fonda, Adam Sandler, Bryan Cranston y más liderando discursos en la vía pública.
El fuego cruzado. Por un lado, determinados CEO, como Bob Iger, de Disney, se rumorea ha dicho determinadas cosas, como que cuando no puedan pagar sus hipotecas, la huelga se va a acabar. La respuesta llegó a tono cuasi de amenaza. Pero más allá del ping pong de frases, la clave está precisamente en la redistribución de ingresos. Y también el famoso ítem del uso de la inteligencia artificial, que es una de las mayores preocupaciones. Fue de registro, varios nombres de Hollywood, responsables de las compañías, han dicho es imposible usarla para generar guiones (que fue el amarillista rumor en un comienzo. Pero los rumores van desde la compra de un “rostro” de un extra y la posibilidad de usar ese rostro, ahora generado por inteligencia artificial, en infinita perpetuidad, en cualquier producción que se desee. O su implementación en diferentes aspectos del universo creativo. A eso se suman otros problemas, como la imposibilidad de aquellos que no son dueños del contenido de acceder a los datos de visualización, que permitiría entender la popularidad real de los respectivos shows.
Los números hoy indican que la crisis de Hollywood le ha costado, al menos al día de hoy, 3 mil millones de dólares a la economía de California, hogar de Hollywood. La protesta anterior llevó a la pérdida de 37.700 empleos y 2.100 millones de dólares. Varios sostienen que esta huelga puede ser la más larga de la historia. Una huelga en 1988 duró 22 semanas, y otra en 1960 duró 21 semanas. Si está protesta llegara a octubre, podría implicar un costo de 5 mil millones de dólares.
¿Cúando se termina? Todo apunta, salvo algo excepcional sucede, a que septiembre deberían ser un mes donde comienzan a aparecer reales posibilidades de solución. El problema es que de estirarse más, en un modelo que necesita y necesita producción (y que ya ha atrasado estrenos de 2023 a 2024), el cese de esa misma producción empieza a generar reales problemas en la oferta que puede brindarse. De por sí, el caso Barbie, un fenómeno como Hollywood no veía hace rato, podría haberse beneficiado todavía más de la campaña de sus actores, que tuvieron que interrumpir el tour de prensa por la huelga de su sindicato. Por ende, en un escenario sin shows en vivo (que no sean realities), sin series en producción, sin films en rodajes, empieza a preocupar cuánto se puede resistir acomodando el calendario de lo ya producido. Incluso se ha dicho que si llega a enero, o incluso al año, podría tener un efecto devastador en la industria. Aquí es donde la producción internacional ayuda a los streamers: Netflix, que posee la mayor plataforma de producción a nivel global, puede resistir esa sequía de mejor forma de otras plataformas que posee una base más local. Pero, por ejemplo, a la hora de la TV tradicional, el problema viene siendo la falta de interés a la hora de publicidad: sin fecha de resolución ¿por qué poner dinero en horarios donde no se sabe que se verá?
Todavía quedan muchas más preguntas: ¿cuál será el panorama cuando la actividad vuelva a su supuesta normalidad? Más allá de regalías, de trabajo justo, de sueldos que permitan una vida cotidiana, ¿qué contenidos van a sobrevivir o no? ¿Será el fin del superhéroe en manos de un cine más Barbie? ¿Serán contenidos más baratos que permitan un desarrollo rápido? ¿O será una nueva forma de pensar la comunidad de Hollywood? ¿O una ola de despidos nuevamente?