“Esperando la carroza”: claves de un fenómeno de culto

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Todos
dudaban,
ninguno
estaba
seguro
de
lo
que
podía
llegar
a
suceder.
Solo
el
entusiasmo
de
su
director

Ciro
Zorzoli

animaba
a

Campi,
Pablo
Rago,
Paola
Barrientos

y
elenco
frente
al
estreno
de
la
versión
teatral
de

“Esperando
la
carroza”
.
La
pregunta
era
una
constante
entre
bambalinas:
“¿El
público
pagará
una
entrada
para
ver
una
obra
que
vieron
mil
veces
en
cine,
que
incluso
no
tiene
en
escena
a
sus
actores
originales?
Al
parecer
sí,
porque,
en
su
primer
mes
de
funciones,
la
pieza
escrita
por

Jacobo
Langsner

vendió
más
de
27
mil
entradas
en
31
funciones,
convirtiéndose
así
en
uno
de
los
fenómenos
teatrales
del
año.

Estrenada
el
12
de
abril
en
el
Teatro
Broadway,
el
cronograma
de
funciones
rápidamente
se
vio
alterado
y
pasó
a
ser
de
jueves
a
domingos
con
dos
funciones
diarias
los
fines
de
semana.


Génesis

Desde
su
creación
hasta
hoy,
el
derrotero
de
“Esperando
la
carroza”
tuvo
muchos
altibajos.
Nacida
como
una
obra
de
teatro,
fue
estrenada
el
12
de
octubre
de
1962
en
Montevideo.
Con
pésimas
críticas
de
los
medios
locales,
la
historia
volvió
a
ser
contada
pero
en
un
capítulo
del
programa
“Alta
comedia”
en
Canal
9,
ya
con
la
participación
de

China
Zorrilla

como
Elvira.
De
paso
intrascendente
por
el
prime
time
argentino,
en
1975
el
director
Villanueva
Cosse
la
presenta
en
Buenos
Aires,
con
el
mismo
nivel
de
fracaso.
La
situación
no
remontaba
y
la
idea
de
archivarla
para
siempre
ya
rondaba
en
la
cabeza
de
su
autor,
hasta
que
en
1984

Alejandro
Doria

adaptó
su
libro
en
un
guion
de
cine,
para
realizarla
con
los
máximos
referentes
de
la
televisión
y
el
teatro
argentino
de
aquella
época.
Un
verdadero
dream
team
para
hacer
despegar
lo
que
para
él
era
una
potencial
gran
película.

Por
lo
bajo
dicen
que
hubo
todo
tipo
de
tironeos,
peleas
y
malestares,
el
rodaje
se
llevó
a
cabo.

China
Zorrilla
no
quería
que
Mamá
Cora
fuera
un
hombre

(por
Antonio
Gasalla),
al
tiempo
que
no
se
ponía
de
acuerdo
con
Betiana
Blum
por
el
color
rojo
de
sus
vestidos.
Luis
Brandoni,
que
venía
del
éxito
cinematográfico
de
“Darse
cuenta”
cerró
el
mejor
cachet
y
la
hasta
ese
entonces
desconocida
Mónica
Villa,
temblaba
en
cada
escena
que
tenía
con
sus
estelares
colegas.
Filmada
en
el
barrio
de
Versalles,
muchos
actores
llegaban
al
set
de
filmación
en
el
colectivo
106
que
tomaban
juntos
en
Avenida
Córdoba.
Se
filmaba
de
lunes
a
viernes
de
8
a
17
horas
y
los
sábados
y
domingos
se
descansaba.


“Esperando
la
carroza”

se
estrenó
el
6
de
mayo
de
1985
con
una
función
especial
en
el
cine
Atlas
Lavalle
pero
otra
vez
la
crítica
fue
despiadada.
Con
el
tiempo,
el
periodista

Rómulo
Berruti

se
retractaría
diciendo
que
se
había
equivocado,
que
no
supo
ver
que
se
trataba
de
un
grotesco
de
calidad.
Si
durante
esa
primera
semana
en
cartel
alguien
hubiese
imaginado
que
el
film
se
convertiría
en
una
de
las
películas
más
icónicas
del
cine
argentino
de
todos
los
tiempos,
lo
hubiesen
tildado
de
loco.
Porque
no
sólo
el
público
no
iba
al
cine,
sino
que
los
distribuidores
la
boicoteaban
porque
querían
pasar
películas
extranjeras.

“Estoy
sacando
cinco
entradas,
una
para
mí,
para
mi
mujer
y
para
traer
a
mi
mamá
y
a
mis
dos
hijos”,
dice
emocionado
Jorge
Sandoval,
de
49
años,
en
la
puerta
del
teatro
Broadway,
al
salir
de
la
boletería
donde
dejó
una
importante
suma
de
dinero.
“Es
un
gusto
que
me
quiero
dar
en
la
vida.
La
película
la
vi
cuando
era
chico
con
mis
viejos
que
la
alquilaron
en
VHS
y
hace
poco
la
vi
con
mis
hijos.
Tres
generaciones
atravesadas
por
las
inolvidables
frases
de
China
Zorrilla.
Me
emociono
de
solo
pensarlo”.

Denostada
por
los
intelectuales
de
la
época,
que
la
tildaron
de
una
copia
mal
hecha
del
neorrealismo
italiano,
“Esperando
la
carroza”
empezó
a
despegar
recién
en
la
segunda
semana
de
exhibición,
tras
una
inteligente
movida
del
mismo
Doria.
Mandó
a
Antonio
Gasalla
a
hacer
de
Mamá
Cora
al
programa

“Badía
y
compañía”
,
que
tenía
picos
de
rating,
y
a
eso
se
sumó
una
convocatoria
de
todo
el
elenco
que
se
ofreció
a
firmar
autógrafos
frente
a
los
cines
de
Lavalle.
La
gente
enloquecía
con
la
presencia
de
ellos
en
vivo
y
compraban
la
entrada
sin
dudarlo.


Pasión
cinéfila

Lo
que
nadie
imaginó
es
que
se
convertiría
en
una
cinta
de
culto
y
que,
en
cada
repetición
televisiva,
sumaría
adeptos.
Algunas
claves
fueron
sus
célebres
frases
que
hoy
salen
de
manera
espontánea
en
la
mayoría
de
los
argentinos
como
“tres
empanadas”,
“yo
hago
puchero,
ella
hace
puchero…”,
“ahí
lo
tenés
al
pelotudo”
y
“¡¿dónde
está
mi
amiga?!”.
Su
banda
de
sonido

“Barrilito
de
Cerveza”
,
canción
interpretada
por
el
acordeonista

Feliciano
Brunelli
,
también
es
una
invitación
directa
a
verla
una
vez
más.
Otra
curiosidad
es
que
“Esperando
la
carroza”
no
solo
sobrevivió
a
la
tecnología,
remasterizándose
su
versión
original
al
formato
4K,
con
mejor
color,
sonido
y
definición,
sino
que
entró
en
el
mundo
joven,
convirtiéndose
hace
algunos
años
en
ringtones
de
celulares
y,
más
acá
en
el
tiempo,
reels
de
Instagram
y
stickers
de
WhatsApp.

“Nunca
vi
algo
parecido
en
teatro.
El
público
grita
la
letra
al
unísono
con
el
actor.
En
las
primeras
funciones
los
actores
se
miraban
sorprendidos,
hoy
ya
dan
el
pie
para
que
la
gente
participe
y
enloquecen”,
dice

Pablo
Puiggari
,
CEO
de
RGB
Entertainment,
a
NOTICIAS.
“Me
llama
la
atención
la
variedad
etaria
de
público.
Si
en
una
butaca
hay
una
persona
muy
mayor,
a
su
lado
hay
dos
jóvenes
o
un
matrimonio
con
sus
hijos.
Lo
singular
es
que
todos
saben
la
letra
de
memoria”,
describe.
Cabe
destacar
que
la
obra
que
se
presenta
en
el
Broadway
con
Campi
y
compañía
es
la
misma
que
estrenó
en
Uruguay
y
no
la
del
film,
por
lo
que
algunas
escenas
aparecen
pero
modificadas.

La
devoción
por
la
película
de
Alejandro
Doria
hizo
que
un
grupo
de
fanáticos
organizara
un
tour
turístico
por
el
barrio
de
Versalles
donde
se
pueden
ver
las
diferentes
locaciones
del
film. El
“Tour
carrocero”
es
una
caminata
guiada
que
surgió
tímidamente
en
el
2018,
una
vez
por
año,
pero
debido
a
su
éxito
y
gran
convocatoria
en
la
actualidad
se
realiza
mensualmente.
En
él
se
puede
visitar
la
Plaza
Banff
(donde
Nora
y
Susana
“se
sacan
las
caretas”),
la
casa
de
Nora
y
Antonio
(donde
ella
anuncia
“hoy
pasaremos
un
día
especial”),
la
casa
de
Susana
y
Sergio
donde
inicia
la
historia
con
lo
de
“no
tenía
cara
de
mayonesa”
y,
como
denomina

Matías
Altamore
,
mentor
de
la
idea,
el
“templo
carrocero”,
la
casa
de
Elvira
y
Sergio,
ubicada
en
Echenagucía
1232,
donde
se
sucede
gran
parte
de
la
historia
y
realizan
el
velorio
de
la
húngara.
El
valor
es
a
la
gorra
y
las
fechas
se
encuentran
en
la
cuenta
de
Instagram
y
Facebook.

Con
la
expectativa
cumplida
y
la
satisfacción
del
cerrado
aplauso
final
con
que
el
público
los
despide
en
cada
función,
sus
protagonistas
se
disponen
a
vivir
una
temporada
como
nunca
lo
imaginaron.

 

 

 

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