Tras ser azotada por el nuevo coronavirus, la Unión Europea (UE) decidió redoblar su apuesta en defensa del multilateralismo y ocupar un nuevo espacio en el mundo de la post pandemia que promueva la solidaridad internacional porque “nunca saldremos de la epidemia sin cooperar globalmente”, afirmó la embajadora del bloque comunitario en Argentina, Aude Maio-Coliche.
Con casi 20 años de carrera en las instituciones comunitarias, Maio-Coliche dialogó con Télam sobre el impacto de la crisis de la Covid-19 en la UE, unas de las zonas más golpeadas del planeta con casi 1,5 millones de infectados y más de 172.000 muertos, y sus consecuencias a nivel global.
– Télam: ¿Cómo evalúa la respuesta de la UE y sus países miembros ante la crisis de la Covid-19?
– Maio-Coliche: Cuando el virus llegó al continente europeo sorprendió un poco a todo el mundo, hubo un momento de estupefacción. Al principio, tuvimos que organizarnos, cada país con sus medidas y a nivel UE, al no tener una competencia comunitaria en materia sanitaria, el bloque dio líneas directrices y fomentó el intercambio de buenas prácticas. Pero frente a la amplitud de la pandemia, nos tuvimos que reorganizar y, bastante rápido, pudimos poner en conjunto recursos para lo más urgente, después de concentrar las demandas y las ofertas a nivel comunitario. Se pudieron así mandar pacientes franceses o italianos a Alemania, enviar material a Italia y a España, y también se organizaron compras públicas a nivel comunitario para obtener insumos médicos al mejor precio y luego repartirlos entre los países. También la UE colaboró con la repatriación de los europeos varados en el exterior, al financiar algunos vuelos, y se flexibilizaron ciertas reglas fiscales para permitir a los estados miembros usar todas sus herramientas para enfrentar la crisis.
Pero, al mismo tiempo, nos dimos cuenta rápidamente de que había que actuar a otro nivel. Este virus vino de otra región y está circulando todavía. Aunque los países europeos tienen cada vez menos casos, en el mundo hay cada vez más. Vimos que había que enfrentar la pandemia a nivel global porque nunca saldremos de la epidemia sin cooperar globalmente. Por eso, la UE dio recursos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y también organizó una gran conferencia de donantes en mayo para recaudar fondos, unos 9,8 mil millones de euros, para obtener una vacuna, pero también tratamientos y diagnósticos que sean accesibles para todos.
T: Ahora que la UE tiene puesto el foco en el desconfinamiento, ¿qué lecciones considera que ha dejado esta crisis para el futuro del bloque?
M-C: La crisis del coronavirus lo que hace es amplificar tendencias ya existentes. Una tendencia existente muy fuerte en la UE es la defensa del multilateralismo y esta crisis demostró a qué punto era importante y necesario seguir en este camino. La lección aprendida es que tenemos que ser aún más fuertes en esto. Hay que crear esa solidaridad internacional cuando otros la ponen en duda. Con la conferencia de donantes, vimos que hay mucha voluntad en muchas partes del mundo, a muchos niveles, de colaborar a nivel global. Y eso creo que es una gran lección aprendida, no hay que bajar el esfuerzo porque la demanda existe y no puede ser la regla del más fuerte la que domine.
Otra lección es la autonomía soberana: saber dónde están las necesidades, también en materia de inversión estratégica para identificar dónde necesitamos conservar una autonomía. Es un trabajo en curso y seguramente se continuará. La UE se construyó mucho sobre necesidades del momento. Están los tratados, que dan competencias, y después vemos que se necesita más integración en otros temas. Posiblemente, esta crisis sanitaria demostrará que necesitamos más integración en materia de salud. Es algo que vendrá, cada cosa en su momento.
T: Antes del coronavirus, la UE ya se mostró fracturada por el Brexit, la crisis migratoria y el auge de los nacionalismos. ¿Cree que la pandemia podrá fortalecer al bloque o incrementará sus divisiones?
M-C: Cada vez que pasa algo, aparece gente para decir que es el fin de la UE. La experiencia demuestra que con cada crisis, al final, se refuerza el bloque. Toma más o menos tiempo. Obviamente, el Brexit como tal no reforzó el bloque, pero también tuvo como efecto el fortalecimiento de los vínculos entre los que se quedaban. Y eso sí se vio. Al ver que estaba en riesgo el proyecto de integración, todos pudieron darse cuenta a qué punto era importante seguirlo. Por eso, yo tengo bastante fe en que la pandemia sea otra etapa de un proceso de integración que evoluciona con el tiempo, en función de las nuevas realidades a enfrentar, no solo dentro del bloque, sino también en el ámbito multilateral internacional.
T: En palabras del jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, las consecuencias del coronavirus acabaron de desequilibrar un mundo que reposaba sobre el liderazgo estadounidense. ¿Cree que la UE podrá ocupar este nuevo vacío de poder? En ese caso, ¿qué vía privilegiaría?
M-C: La UE sí pretende promover una forma de convivir en el mundo: nuestra apuesta es el multilateralismo y necesitamos socios. Eso es lo que estamos defendiendo a día de hoy frente a grandes potencias que pueden ver las cosas de otra manera. La vía de la UE es el multilarerismo, la solidaridad internacional, pero también las reglas internacionales porque es nuestra experiencia como bloque. La UE es ante todo un multilateralismo a nivel europeo y, aunque no es fácil, nos funcionó bien. Por eso, queremos ocupar el espacio promoviendo el mundo que hemos impulsado dentro de la UE.