Vuela de palo a palo, en su Hernando natal donde realiza la cuarentena a la espera de volver a los entrenamientos con el plantel profesional de Belgrano. Y cuando retornen esas prácticas en Villa Esquiú, Agustín Rufinetti la afrontará con otro semblante, ya que deja atrás una lesión y, como si fuera poco, queda como el segundo arquero.
Las partidas de Carlos Franco y Lucas Acosta lo ubican en un lugar soñado, expectante de cara a su futuro. Queda por detrás de César Rigamonti, cuyas últimas actuaciones no lo ponen como un indiscutido. Y en ese marco, a pesar de las partidas de los guardavallas antes referidos, la dirigencia del club de Alberdi no ha puesto como prioridad traer un nuevo arquero.
Entonces, para el juvenil Rufinetti (20 años) le abre un panorama de ilusiones. Por eso, cuando habla con PERFIL Córdoba asegura: “Me estoy preparando para volver y que confíen en mí, que pongan las fichas en mí. Quiero ganarme mi lugar, formar mi nombre. Y si en algún momento toca mi debut estar lo más preparado posible, tener la mayor cantidad de herramientas para ese momento”.
El arquero se encuentra en Hernando y allá está entrenando por su cuenta con Juan Cruz, un entrenador de arqueros de la zona, desde hace dos meses. Además en el pueblo tiene un amigo que tiene un gimnasio y le prestó todos los elementos para que pueda hacer sus rutinas. Entrena y entrena. Vuela y vuela. Sabe que cuando comience la “nueva normalidad” pueden pasar cosas importantes.
“Me considero un arquero equilibrado. No tengo puntos bajos ni muy altos. Trato de estar bien en todos los aspectos. Soy bueno abajo de los tres palos, pero me gusta salir, interiorizarme en el juego moderno, juego con los pies y trato de pulir lo que me falta para ser completo”, se describe Rufinetti, que observa a Esteban Andrada (Boca) y Marc-André Ter Stegen (Barcelona) y cuando era pibe a Juan Pablo Carrizo, el “Ruso” Rodríguez y Julio Chiarini.
Rufinetti se sumó a las divisiones inferiores de Belgrano en el 2014. Previamente había jugado en Independiente de Hernando y Belgrano de Almafuerte (ver aparte). Llegó a Córdoba con 13 años, y vivió un tiempo con su hermana Yanina. “Dormía en el sillón”, recordó el pibe sobre esa época. Ahora está junto a dos compañeros. No estuvo en la pensión, pero sabe lo que es resignar cosas para llegar. Sacrificios para entrenar y siete años lejos de sus padres, extrañando. Por eso, esta cuarentena en su pueblo lo renovó. Volvió a su casa de la niñez. “Esta cuarentena me sirvió para estar con mis padres. Me había ido con 13 años y nunca estuve tanto tiempo así con mi familia como ahora, cinco meses. La verdad que lo estoy disfrutando. Le saco el lado positivo a esto”, afirmó el arquero.
Celeste desde niño
Desde pibe Rufinetti entendió que el arco era su puesto. Se inició en el club Independiente de Hernando. Pero ahí estuvo hasta los 9 años; y como esos juegos del destino, se fue a jugar a Belgrano de Almafuerte. Estuvo tres años en la institución celeste, donde se formó, y consolidó que el arco era su destino.
“En Belgrano Rodolfo López me ayudó mucho. Medio loco –se ríe-, pero me ayudó mucho, me dio herramientas para crecer. Era mi técnico y su hijo jugaba conmigo y ahora tenemos una gran amistad. Siempre hablamos”, relata sobre esa época.
Fue clave su familia, ya que de Hernando a Almafuerte hay unos 65 kilómetros. Papá y mamá lo llevaban siempre hasta allá. Jugaba los sábados en el fútbol infantil de la Liga riotercerense y los domingos jugaba en el baby en Dalmasio Vélez Sarsfield, localidad que está 28 kilómetros de Hernando. “Son recuerdos lindos. Mi familia se puso la 1o siempre. Viajábamos todo el tiempo. Fue una época linda donde yo soñaba y hoy esos sueños se van cumpliendo”, dice el arquero que se sumó al Belgrano de barrio Alberdi con 13 años.