Justo el día en que el fútbol perdió a Diego Maradona, un hombre que defendió a capa y espada el derecho a jugar en La Paz, Lanús terminó padeciendo los 3600 metros de altura de la capital boliviana. El conjunto de Luis Zubeldía perdió 2 a 1 con el modesto Bolívar y la semana próxima tendrá que remontar en casa si desea seguir en carrera en la Copa Sudamericana.
La geografía condicionaba. Por eso Lanús, que llegó a esta cita con varias bajas (Pedro De la Vega y Nicolás Thaller, lesionados; Guillermo Burdisso y Facundo Pérez, suspendidos), optó de entrada por replegarse, quizás más de lo recomendable, y jugar sus fichas a algún contragolpe ante un rival que se mostraba dubitativo en defensa y raquítico en creatividad.
A falta de juego asociado, Bolívar apeló a llenar de centros el área rival e hizo trabajar a los centrales y al arquero Lautaro Morales. Después del chubasco de la primera media hora, Lanús respondió con las armas de su adversario y con una efectividad admirable.
En su primera excursión al área local, encontró la ventaja con una palomita de Tomás Belmonte, tras un centro larguísimo de Alexandro Bernabei y una deficiente marca de la zaga boliviana. Pero cuando el primer capítulo se extinguía empardó el argentino Marcos Riquelme, también de cabeza.
En el complemento, Lanús enfrió el juego todo lo que pudo y expuso la impotencia de Bolívar, aunque ya no se acercó al arco defendido por Javier Rojas. El punto y el gol de visitante configuraban un buen negocio, pero a cuatro minutos del final, cuando el cansancio hacía mella en las piernas y en la cabeza, Luis Haquin, nuevamente de cabeza, lo dejó con las manos vacías.
Ya en tiempo agregado, el VAR evitó que la derrota fuera peor: el árbitro brasileño Flavio De Souza anuló una maniobra que había terminado con el balón dentro del arco de Morales por una mano de Vladimir Castellón.