Vélez fue de mayor a menor y se aferró a un triunfo ajustado ante Newells

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En un fútbol parejo como el argentino en el que nadie regala nada, el primer tiempo de Newell’s ante Vélez fue eso: un obsequio. Y el equipo de Mauricio Pellegrino, que llegaba envuelto en problemas tras haber apartado del grupo a Thiago Almada y Miguel Brizuela (imputados en una causa por abuso sexual) lo aprovechó. Necesitó hacer poco para llevarse mucho. Le alcanzó con un tramo de ataques prolijos y ambición ofensiva para arrancar el torneo con el pie derecho.

En los papeles previos, la idea de ambos parecía similar. Con un delantero de referencia en ataque, poca marca en el medio y varios futbolistas con características de ataque que tenían la tarea de hacer un doble rol: conectarse para elaborar juego y llegar por sorpresa al área contraria.

La diferencia fue la actitud y el ritmo de uno y otro equipo. Porque mientras Centurión o Janson recibían perfilados para encarar con la cancha de frente, ni Cacciabue ni Rivero lograban hacer pie en el medio. Estaba quieto Newell’s. Así estuvo todo el primer tiempo.

Con dos punteros estáticos, cada uno en su sector. No tenía conexiones, no hacía tres pases seguidos. Y el que más expuesto quedaba en esa apatía era Pablo Pérez. Incómodo, sin saber si tenía que recostarse cerca de los centrales para sacar limpio el primer pase o instalarse en campo contrario para generar peligro. El ex hombre de Boca se salvó de la expulsión a los 24 minutos cuando llegó a destiempo a la pelota dividida con Bouzat y le dio un planchazo al tobillo izquierdo que sacó de la cancha al volante de Vélez.

Solo Pablo Pérez no tomó nota de la yapa que le había dado Patricio Loustau. Y cuando Newell’s parecía meterse en partido en el arranque del complemento, el mediocampista vio la segunda amarilla por un agarrón a Lucero.

El local, sin brillar, con simpleza, buscando hacer el dos-uno por las bandas, fue madurando el gol. Fue golpeando a un Newell’s que no reaccionó ante el primer aviso, cuando el travesaño lo salvó dos veces en un minuto con sendos cabezazos de Centurión. En la siguiente, Vélez no lo perdonó. Francisco Ortega llegó al fondo por izquierda tras un buen pase filtrado de Mancuello, sacó un centro que flotó en el área y, ante la mirada de los centrales, ganó Lucero para meter el 1-0 ante una floja respuesta de Aguerre.

Para el segundo tiempo ocurrió algo inevitable: Newell’s mejoró. Por mínima que fuera su rebeldía iba a lograr superar la imagen de la primera parte. Intentó Julián Marcioni con un par de apariciones por derecha, buscó soltarse Rivero y romper líneas por el medio pero, en medio de ese envión, la roja infantil de Pablo Pérez le puso un nuevo obstáculo.

Los cambios de Kudelka cambiaron poco. Encima el campo de juego, cada vez más pesado por la lluvia incesante, terminó de quitarle piernas a las intenciones de ir por el empate.

Tuvo una chance muy clara el equipo rosarino y fue con una combinación familiar entre Alexis y Maxi Rodríguez, dos de los ingresados. La Fiera quedó de cara al gol, hamacó el cuerpo pero su derechazo a colocar salió apenas alto.

Vélez se olvidó de jugar en el segundo tiempo. Se dedicó a no desordenarse y casi le cuesta caro en esa jugada aislada. Lo ganó bien, le alcanzó con poco y no le sobró nada.