La actriz Malena Solda y la bailarina y coreógrafa Valeria Kovadloff se unieron para realizar una serie de actividades nucleadas dentro de lo que han denominado Proyecto Prisma. Con un formato accesible a través de redes sociales, y mayormente concentrado a través del canal de YouTube de Proyecto Prisma, el menú contiene, por el momento, una charla, una obra de teatro sonora y se han anunciado breves funciones teatrales individuales, vía telefónica, que se pactarán entre el espectador y la actriz que la brinda. En todos los casos, la perspectiva de género es omnipresente.
—¿Cómo se conocieron y se pusieron a trabajar?
Solda: Nos conocimos en 2018 y en 2019 nos volvimos a juntar para pensar un proyecto en común. Lo primero que surgió como interés es que sentíamos que teníamos necesidad de explorar la perspectiva de género. Originalmente pensamos en generar un ciclo que tenía que ver con las artes escénicas. Cuando sobrevino la pandemia, adaptamos esa propuesta a un formato virtual.
—¿Cómo funciona económicamente el proyecto?
Solda: Funciona gracias al auspicio de organizaciones como Pro Helvetia, que es la agencia de cultura suiza; la Fundación Jan Michalski, que también viene de Suiza, y los aportes de Mecenazgo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Así cubrimos los honorarios de todas las personas que trabajan en Prisma: actrices, diseñadora, programador, prensa, etc.
—¿Por qué han apostado a formatos mayormente sonoros, sin soporte visual?
Solda: Sentimos que hay una saturación de las pantallas. Más desde que empezó la pandemia, todo sucede alrededor de la computadora, de la televisión, de los proyectores. Estimular otro sentido, como el oído, es una forma más original y se puede descansar para estar mejor predispuesto a escuchar, más que para ver.
Kovadloff: Cuando prescindís de la vista, lo inmersivo del sonido ayuda a sentirte más tridimensional en la percepción. Uno de los padecimientos de esta vida de pantallas tiene que ver con ese cuerpo quieto, con el sedentarismo y lo plano. La posibilidad de escuchar y, gracias a los auriculares, quizás también estar en movimiento en simultáneo, genera una percepción diferente, donde uno está más involucrado sensorialmente.
—Ustedes son dos artistas que trabajan con su propio cuerpo. ¿Cómo aparece el cuerpo en Proyecto Prisma?
Solda: Hay una charla con Maruja Bustamante y Melanie Gruetter Katz en torno al cuerpo femenino, los parámetros de belleza, trastornos alimenticios y violencias que las mujeres ejercemos sobre nuestro cuerpo, pero que en realidad vienen de la sociedad patriarcal y sus mandatos. Van apareciendo distintos cuerpos femeninos y no, solo uno y hegemónico.
Kovadloff: En la obra La mano es un cazador solitario, es impactante el lugar del cuerpo. La violencia sobre el cuerpo de la mujer en este sistema es ejercida físicamente por un hombre que la somete, pero esta obra muestra también la autoviolencia sobre el cuerpo de la mujer a través de los trastornos alimenticios, como una muestra de la violencia y castigo del sistema a su propio cuerpo. Más allá de las patologías más severas, creo que todas podemos sentirnos identificadas con algo de eso. Por otra parte, lo sonoro invita a un espectador lo más interactivo posible, no solo pasivo o únicamente receptivo, sino con un cuerpo que registre los efectos de lo que escucha, involucrado en tres dimensiones.
—¿Qué autoras mujeres descubrieron o redescubrieron al hacer este proyecto?
Solda: De algunas, yo no sabía prácticamente nada, como Safo o Audre Lorde, y me parecieron fascinantes. En el caso de Lorde, se entremezclan conflictos raciales, por ser ella una mujer negra y pobre en Estados Unidos. De Hebe Uhart, también me encantó poder explorar su mundo a partir de esta propuesta.
Kovadloff: Con las dramaturgas suizas, elegimos una obra de cada una de las tres lenguas principales de Suiza. También leímos dramaturgas argentinas contemporáneas, a quienes tenemos proyectado estrenar. Para la Biblioteca Sonora de Mujeres, revisité a Simone de Beauvoir, a Safo, a Alejandra Pizarnik, a Olga Orozco, autoras que había leído cuando yo era muy chica. Investigamos mucho sobre sus biografías. No en todos los casos, la obra de estas mujeres tiene la temática de género, pero el hecho de ser escritoras en sus contextos ya las vuelve importantes desde el punto de vista de los feminismos, porque ellas tuvieron mucho en contra para poder desarrollar su vocación y hacer conocer su obra. Incluso ahora son menos reconocidas que sus pares hombres; la historia aún no las ha puesto en su lugar.
Los planes
En una de las secciones de Proyecto Prisma, “Yo me emociono cuando las cosas me impactan en el cuerpo”, declara con su habitual claridad Maruja Bustamante, vía Zoom, a la investigadora alemana Melanie Gruetter Katz y a la escritora argentina Silvia Hopenhayn. Esta conversación titulada “Crear y desentrañar”, advierte, entre otras cuestiones, sobre los peligros de volver a los temas de género una moda enunciada no siempre desde el conocimiento ni de la convicción.
Por su parte, la sección “Ficciones sonoras” acaba de empezar poniendo sonido a la obra de teatro La mano es un cazador solitario. Sobre la idea de una performance de la dramaturga suiza Julie Gilbert, “La biblioteca sonora de mujeres”, dentro del Proyecto Prisma, estará disponible entre julio y octubre de 2021. Implicará pautar un llamado, que durará unos diez minutos, en el que actrices como Pilar Gamboa, entre muchas otras, encarnan a autoras como Simone de Beauvoir y Pizarnik..
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