Tiene parálisis cerebral, logró recibirse de programador en la UNC y busca trabajo

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Maximiliano Tejerina junto a su novia Elizabeth.

Maximiliano Tejerina, a sus 12 años, fue herido en el cuello y abdomen de varios escopetazos, disparados por un chacarero en un campo perteneciente a la Fuerza Aérea, por ruta 20 colindante con barrio villa La Tela, en el oeste de la ciudad de Córdoba. Sobrevivió, terminó el secundario y logró ingresar a la carrera de Computación de la FAMAF, ahora se encuentra buscando trabajo.

La historia de resiliencia y superación personal de este joven, nos recuerda que nada es imposible con una férrea voluntad y viviendo con buena compañía. Dado que Maximiliano, mientras estudiaba a pesar de la parálisis cerebral que le produjo el ataque cuando era niño, se enamoró de Elizabeth y con ella salió adelante. A su lado se recibió de analista y hoy desea poder casarse y construir la casa donde vivirán juntos.

El ataque

En aquel ataque que sufrió de chico, también fueron heridas su abuela y una joven de 18 años, quienes afortunadamente sufrieron heridas más leves. Él recibió recibió varios disparos de escopeta cuando “cortaba pasto del campo para darles a sus conejos”, según contaron sus familiares a distintos medios. Los proyectiles dañaron la cavidad craneal de Maximiliano.

Primero fue atendido en el dispensario del barrio, luego en el Hospital San Roque y finalmente en el Hospital de Niños. Por las graves lesiones cerebrales, los médicos sólo atinaban a esperar el peor resultado, pero pudo sobrevivir con las severas consecuencias de la parálisis cerebral, que lo afectó, principalmente, en actividades motoras y en el habla. 

Para comunicarse, Maximiliano debe apelar a un sistema en una computadora, que debe trasladar a todas partes.

Programador busca trabajo

Hoy, Maxi tiene 31 años y sigue persiguiendo sus sueños. Tras recibirse de la carrera en Ciencias de la Computación en la Facultad de Astronomía, Matemática, Física y Computación (FAMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), busca trabajo como programador para poder construir su casa donde vivirá con Elizabeth.

Los pasillos de la FAMAF son su lugar en el mundo.Mazzi”, como le dicen cariñosamente, decidió asumir el desafío de esta carrera universitaria gracias a un profesor de Matemáticas en la secundaria que lo impulsó a continuar estudiando.

Junto a su profesor fueron a inscribirse para el ingreso a la Facultad. Si bien ya había definido qué estudiar, era el momento de prepararse para el examen de ingreso, y así fue que se preparó en más de dos cursillos, en el FAMAF y también en la UTN.

Con un título bajo el brazo, -fue el primero de la familia Tejerina en tener un título universitario-,Maxi continúa escribiendo su propia historia, con nuevas metas por alcanzar. Ahora busca un trabajo que le permita tener ingresos y mientras tanto inspira a otros a  superar los obstáculos que se puedan presentar en la vida, por más difíciles que sean o que parezcan a los ojos de todos.

Fuente: Cba24n.