Natalie Pérez: “Mostramos formas de ser en libertad”

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En 2019, la telenovela Pequeña Victoria modificó una vez más algunos rasgos de ese género televisivo. Protagonizado, en ese momento, por Julieta Díaz, Natalie Pérez, Inés Estévez y Mariana Genesio Peña, el proyecto de Telefé se centró en la historia de Victoria, una niña concebida por subrogación de vientre, con donación de esperma de una mujer trans, y criada por cuatro mujeres. La historia continúa ahora, desde el estreno por Amazon Prime Video y su próxima llegada en septiembre a Telefe, bajo el título de Pequeñas Victorias, organizada en 10 capítulos de media hora cada uno. Ahora ya sin la presencia de Estévez, el argumento se ubica seis años más tarde de la primera parte. La madre donante del óvulo (Díaz), la del esperma (Genesio Peña) y la subrogante (Pérez) crían a la pequeña ya de edad escolar, que interpreta Lola Loyacono. Al respecto de este proyecto, que lleva la idea original de Erika Halvorsen y Daniel Burman y es dirigido por Juan Taratuto, habla aquí Natalie Pérez, y también, sobre otras zonas de su carrera artística.

—¿Qué te genera que un producto originalmente argentino ahora pueda verse en muchos países del mundo?

—Está buenísimo. Estar muy abajo, ahí bien en el sur: parece muy difícil desde la Argentina llegar al mundo, pero hoy gracias a la tecnología y al avance, con el celular, llegás al mundo. Después de la repercusión de la primera parte, ahora esto es un crecimiento para nuestro país, para el arte. Además, como nosotros acá en derechos humanos estamos bastante avanzados, a diferencia de Centroamérica, por ejemplo, que esta historia llegue a las casas de otros países es un medio para llevar estas nuevas formas de ser en libertad.

—¿Qué diferencias ves en el paso del singular “Pequeña Victoria” al plural “Pequeñas Victorias”?

—La primera temporada se centraba en el deseo de maternidad de Jazmín, en Bárbara que alquila su vientre para ganar dinero, y en Emma que pone el esperma. Por el contrato, Bárbara no debía tener contacto con esa bebé, pero, al conocer el amor de una madre a un hijo, darle la teta y compartir ese vínculo, ella encontró un amor maravilloso, y Ema también, al tener contacto con su hija. La victoria de la primera temporada, para todas, era poder encontrarse maternando. En Pequeñas Victorias, con la niña de 6 años que empieza el colegio, las mamás se encuentran consigo mismas, como seres individuales: las pequeñas victorias son las de reencontrarse como mujeres y como mamás.

—¿Cómo ha sido trabajar con Mariana Genesio y con Lola Loyacono?

—A Mariana la conocí en 2019. Pegamos súper onda. La telenovela era una de las primeras cosas que ella hacía y me pedía consejos. Yo, después de 24 años de haber trabajado en la televisión, uno va agarrando cositas: cómo pararse frente a la cámara, o dónde te da bien la luz, o no tapar la cámara del compañero, o qué hacer con el pelo. Nos fuimos cuidando mutuamente. A Lola, la conocí en el casting y dije: “Esta nena es increíble, es súper fresca, es pizpireta”. Me hacía acordar mucho a mí cuando era chiquita. Tengo muy buena conexión con los niños; adoro esa inocencia que tienen y perdemos cuando vamos creciendo, lamentablemente. Con Lola, siempre estábamos jugando; hay que consentirla en algún momento porque o se aburre o se cansa. Pero ella enseguida entendió que esto era un trabajo. Me acuerdo de cuando yo entré en Chiquititas en el 99. Entré con ganas de jugar y, cuando vi todo, dije: “Ah, ok, esto es un trabajo”. A ella le pasó lo mismo. Le auguro un muy buen futuro. 

—Esta narración muestra libertad y respeto en cuestiones de género y estructuras familiares diversas, pero esto no es la generalidad en la Argentina. ¿Cómo pensás ese contraste entre lo que muestra la ficción y lo que es la realidad?

—Argentina no termina en Buenos Aires, pero ya no podemos seguir con modelos tan antiguos. Estamos buscando referencias en el 1900 pero estamos en 2021: la vida cambió, la gente cambió. La clave es la educación y que cambie la política. El maltrato a la mujer y a los derechos humanos es histórico. Los cambios vienen intentándose hace tantos años. Hay que plantar una semilla nueva y que crezca algo nuevo, con amor y respeto hacia los demás. Pequeñas Victorias nos viene a enseñar lo importante de los vínculos, de la red de contención, de tener sinceridad hacia tus sentimientos y pensamientos, y que siempre hay una salida, que no todo se termina y que los pensamientos te pueden jugar muy en contra en tu presente.

—¿Cómo construiste a tu personaje, atravesado por lo polémico que puede resultar ganar dinero a cambio de prestar el vientre?

—Bárbara trabajaba como acompañante o prostituta; no queda claro. Viene del interior, llega acá, la engañan, empieza a trabajar de eso, tiene que mandar plata: es algo que pasa todo el tiempo en la realidad, sigue pasando, lo sabemos. Ante una necesidad económica y desde la pura ignorancia, ella decide poner su cuerpo para tener un bebé. Supuestamente esta acción no debería ser paga; uno debería hacerla de forma altruista, por generosidad hacia una mujer que quiere ser mamá. No hay muchos casos en los que eso suceda, y estas situaciones siempre son por necesidad y pagas. Para mi personaje, investigué muy poco, porque creo que eso le daba el valor al personaje. Cuando me pusieron un bebé de 15 días, yo no lo podía creer. Fue una emoción… Porque soy mujer, porque la maternidad para mí es algo muy importante; ojalá algún día lo pueda concretar en mi vida.

—Has participado de “ShowMatch”. ¿Cómo evaluás esa experiencia en programa con tanta repercusión?

—Fui una vez a cantar, otra a bailar y, una vez, a hacer la presentación. Me gusta el formato de una academia artística. Mientras la gente mira ese programa, se olvida de los problemas del país o los que uno tiene en su propia vida. Esa es la excusa que mi mamá siempre me pone: “Bueno, lo tengo ahí de fondo y no pienso en nada”. Y está bien. Obviamente hay un montón de cosas que a mí no me gustan, como que uno se chicanee con el otro, pero eso es parte de un reality. Si la gente elige verlo, es porque evidentemente funciona. Para mí fue una buena experiencia: es un medio de mucha exposición, que se ve en todo el país. En el interior, se ve mucha televisión con canales de aire; la gente no tiene Amazon o Netflix o cosas así, porque no puede pagarlo, entonces ve la tele de aire. Y como soy una artista independiente, tanto en la música como en la actuación, no tengo quién costee mis gastos más que yo con mi propio trabajo. Por eso, para mí, ShowMatch es un espacio a través del cual llego a las casas de las personas que pueden conectar conmigo y con mi arte.

Las ganas de salir de la cámara un ratito

—¿Quiénes son tus referentes musicales?

—No sé hablar inglés, no entiendo cuando hablan en inglés, entonces escucho sólo música en español, salvo clásicos, como Los Beatles. En mis referentes, hay muchas mujeres y mucho rock nacional: Fabi Cantilo, Hilda Lizarazu, Mercedes Sosa, Natalia Lafourcade, Mon Laferte, Shakira. Y también Los Abuelos de la Nada, Calamaro, Charly. Como artista independiente, también me gusta ir buscando nuevos sonidos y ver qué está haciendo la gente del indie.

—¿Cómo se articulan tu rol de actriz y tu rol en la música?

—En todas las novelas que participé, por una cosa o por la otra siempre me hicieron cantar. Yo no busco a la música, sino que ella me viene buscando. En lo personal, disfruto muchísimo de componer, de hacer música y de cantar. Cuando estoy en un personaje, alguien lo escribió. En cambio, yo compongo desde otro lugar, que es pura inspiración personal.

—¿En qué área artística se ubican tus próximos proyectos?

—Terminé de grabar otra serie, justo con la competencia de Amazon, jajaja. Por un rato, hasta que me llegue un proyecto que me haga caer en la tentación de la actuación, tengo ganas de cantar, de componer. La actuación es un trabajo muy esclavo; son muchas, muchas horas. Dediqué toda mi vida a esto, desde los 10 años hasta hoy que tengo 35; todos mis días, mis fines de semana, todo mi tiempo fue dedicado pura y exclusivamente a la actuación. Y en esta nueva etapa de mi vida quiero hacer otra cosa porque la vida es una y es aburrida, y es corta y es larga, no sé. Quiero hacer algo nuevo, cambiar el chip.

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