“Necesito contar desde la verdad”

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Esta fue una de esas historias que de inmediato me hicieron pensar en aquello me que me enamoraba de los relatos de aventura” dice Stanley Tucci, y habla de La Fortuna, la serie que acaba de estrenar AMC (los domingos a la noche) y que no es otra cosa que la primera incursión de Alejandro Amenábar (Los otros, la ganadora del Oscar Mar adentro). Agrega Tucci desde su hogar: “Nunca interpreté un papel como este. Frank, mi personaje, es un billonario que va por el mundo buscando tesoros… y termina siendo el villano en una trama donde hay galeones, burocracia como aventura, juicio y mucho de cariño por determinada forma noble y popular de relato. Todo eso me pareció por demás interesante cuando me lo ofrecieron”. Y el actor famoso por trabajos como El diablo viste a la moda, su roles con Steven Spielberg o en el universo Marvel, o películas como Supernova, que marcan su presencia, suma “me gusta mucho como La Fortuna comienza de una forma romántica, de relato enamorado de relatos. Y después se convierte en algo completamente diferente, casi un dilema sobre a quién le pertenece la historia”.

De lo que habla Tucci es de la base La fortuna y de lo que cuenta. En primera instancia es una adaptación de un cómic: El tesoro del cisne negro, creador en conjunto por Paco Roca (un famoso historietista español) y Guillermo Corral, un diplomático que vivió de primera mano el real caso que inspiro las viñetas que enamoraron a Amenábar de la historia. La historia es el caso de Oddisey Marine y su hallazgo en altamar del tesoro de la nave española La Mercedes, que se consideraba pérdida desde la época colonial. Desde ahí, un duelo judicial como nunca antes entre la empresa y el Gobierno de España. El resultado de todas esas historias, según Tucci, uno de los actores de un elenco mixto de nacionalidades, es “una serie como ninguna otra, que realmente abre un debate y muestra que sí, que la cultura es el tesoro”. 

—¿Qué historias de aventuras eran las que te gustaban de niño  y crees te enamoraron de la idea de contar?

—Para mí siempre fue importante. Había un libro que leía, que se llamaba My Side of the Mountain (“Mi lado de la montaña”). Y trataba sobre un niño que abandonaba si hogar, y terminaba viviendo de aquello que la naturaleza proveía. Terminaba, de hecho, viviendo en un árbol que estaba hueco en su interior. Era una gran aventura. Y era una aventura, un libro, popular a finales de los años 60. Terminó siendo una trilogía. Pero había algo que me parecía tremendamente romántico acerca de la idea de aprender a sobrevivir en lo salvaje. Siempre me imaginaba, porque nunca podría haber hecho eso, ¿qué pasaba si yo me iba a vivir de la naturaleza? No pasó en aquel entonces y definitivamente no va a pasar ahora. Sí puedo marcarte que aquel romanticismo fue importante en aquel momento, y generó, siento, las preguntas correctas: los relatos tienen que sacarte al mundo, no esconderte de él. Porque, salvo yo tenga una teoría muy personal, los relatos nacen de estar en el mundo, de vivir cosas, de sufrirlas. Tu peor día en el colegio o aprendiendo algo puede mutar en un cuento. En un instante.  

 —Tu personaje Frank representa una idea muy actual del, digamos, “villano”: alguien que realmente no cree serlo y cuya postura es hasta entendible. ¿Qué ves de él?

—Creo que es un personaje que cree que puede salirse con la suya, y cree que es siempre la persona más inteligente en la habitación. Y, con frecuencia, lo es. Pero en esta ocasión, en esta situación es su avaricia y su deseo de ganar a cualquier costo lo convierten, como a la gente que suele querer ganar a costa de todo, en la persona más tonta en la habitación. 

—En la serie hay una idea que motiva al Ministerio de Cultura español a enfrentar una demanda millonaria contra una empresa privada en Estados Unidos: la cultura es nuestro petróleo. ¿Qué pensas vos de esa idea?

—Amo esa línea. La amo mucho. Incluso antes de saber que esa oración existía, amaba esa idea, sin saber que se podía hacer física en esa enunciación. Pero sí, me parece una línea que dice muchísimo de determinada idea de humanidad. La cultura dice tanto de nosotros. Y la cultura española tiene una historia de larga data, que posee una huella imborrable en todo el mundo, en varios rincones del planeta. Y a lo largo de varios siglos. Como Italia, como Francia, como muchas culturas europeas que han redefinido, o definido, lo que es la cultura en el mundo, y que están en el ADN de varias sociedades y su vínculo con el arte, con la comida, con su forma de percibir la creación. Es un recurso, sin dudas. Es un recurso natural. Es parte de la Tierra, es parte de nuestra idea de lo estético, sea desde las grandes obras de la pintura a la arquitectura, a la comida cotidiana o al diseño de lo que usamos. En Estados Unidos, con todo lo que hay, eso no existe: quiero decir, ese legado cultural, porque es un país jovén. Por eso a veces es fácil ignorar un legado cultural que convive con vos, que te define incluso lo sepas o no. 

—Es una serie que juega con la aventura, con la historia, con el poder de los relatos y de las decisiones de los hombres y mujeres. En ese sentido, ¿qué tipo de historia necesitas contar en este momento de tu vida?

—Necesitó una historia que sea contada desde la verdad, desde una verdad, que tenga profundidad y complejidad. No se trata del guión, al menos no tanto como se cree. Del tema. Si no de la capacidad de mostrar la complejidad de los vínculos humanos, entre nosotros, con el mundo, el vínculo que sea. Dicho eso, también me gusta el sábado a la noche volver a ver una película de Marvel con toda la familia. Y me hace muy feliz. Aunque sea la vez número 20 que la veo. Pero siento que ese espectro, esos extremos, simplemente dan cuenta de gente queriendo contar. 

—¿Qué fue lo que realmente te sorprendió de esta coproducción?

—Lo que ame es que sea una coproducción entre España y Estados Unidos. Creo que todos hablan como se habla en el mundo real, que parece una estupidez, pero no lo es: genera una oportunidad de actuar con actores de otros países de una forma que se ve natural en pantalla y no fuerza nada. Las películas norteamericanas están en todos los rincones del mundo. Pero no las películas españolas. Y ese intento, esa educación cultural, es un logro y un regalo.

¿A quién pertenece el tesoro?

—Hay algo central en La fortuna: la disputa internacional en un marco legal por un tesoro. Por supuesto, la empresa norteamericana sostiene que es su tesoro, porque lo encontró. El Estado español que es suyo, porque era parte de su historia (venía en un galeón de la época de la conquista). Pero hay una tercera mirada: no le pertenece a ninguno de esos dos. El oro es de América Látina. ¿Cómo ves esa disputa sobre quién es el dueño de la historia? 

— Es la pregunta. ¿Es el marco legal? ¿Necesitamos reparar el daño histórico que se ha llevado a cabo? ¿Estamos haciendo lo suficiente? ¿Hay algo como patrimonio universal? Si los ricos cada vez son más ricos, a costa de leyes que se lo permiten, ¿deberían ayudar ellos más allá de sus impuestos? ¿Qué voz tiene América Latina en un tesoro que salió de su territorio? ¿Hay héroes en esto? Son varias las preguntas que nacen.

—¿Qué tipo de cine te ha inspirado como actor en tu carrera?

—Hay tantos nombres: Fellini, Renoir, Bertrand Tavernier, Buñuel. Tantas películas… mira, por ejemplo, Mar adentro, la película de Alejandro Amenábar, esa es una de mis favoritas y ejemplos: hay actuaciones hermosas, humanas, esta filmada con talento, con historia y con herejía, transmite perfectamente lo que quiere contar. Es muy sútil, y es terriblemente conmovedora. Una parte muy conmovedora tienen que ver, a la hora de mi carrera, con poder conocer y hasta trabajar con nombres que te han inspirado en esta carrera, en este hermoso tesoro que es actuar.

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