Podría decirse que desde Paraná hacia el mundo…éste parece que fue el recorrido del actor, director, autor y productor Mauricio Dayub. Llegó de su gira por Madrid y Tel Aviv con El equilibrista que puede verse los miércoles en el teatro El Nacional. Y con la generosidad que lo caracteriza escribió su balance de estos viajes. Se inició en los escenarios de Buenos Aires en la década del ochenta pero reconoce que pasaron diez años más para que encontrara cierto reconocimiento, con su primera obra escrita e interpretada: El amateur (1997). Necesitó volver con ella y ahora la presenta como El amateur. Segunda vuelta junto a Gustavo Luppi en su Chacarerean Teatre, los jueves y viernes a las 20 horas.
Recuerda Dayub: “Durante la pandemia empecé a subir mis relatos al Instagram y luego me los empezaron a pedir, incluso en la radio (N.d.R: está los jueves a las 15 en Metro) y después llegó la invitación a publicarlos. El permiso me lo dio esa relación que empecé a tener con el público”
—¿Qué te decidió abandonar tu ciudad para venir a Buenos Aires?
—Hice un primer viaje iniciático durante una semana santa y pensé que sólo con un contrato me vendría. Pero a los tres meses me desesperé por venir y probar. Empecé a preguntar con qué maestros podía estudiar y pedirme una beca. Mi hermano, Gerardo, decidió quedarse, se recibió de arquitecto en Rosario, donde se inició como actor y siguió con el teatro en Paraná, dando clases y dirigiendo espectáculos. Armó su vida allí, más cercano de donde nacimos. Por mi parte nunca terminé mis estudios en ciencias económicas.
—¿En Toc Toc estuviste nueve años?
—Hice 27530 funciones, cuando la producción pensó bajarla, no estuve de acuerdo. Sentía que merecía otro final, festejar y celebrarlo. Decidieron cerrarlo porque no generaba el público que pretendían, ahí empecé a hacer El equilibrista los días de semana y los fines de semana iba a las provincias. Después hubo intentos de reposición y más tarde llegó la pandemia. Fueron dos millones de espectadores. Con Toc Toc igualamos a Pinti y a Brujas, con un elenco no tan conocido.
—¿Cómo fue que dirigiste a Suar y Peretti en Inmaduros?
—Me llamó el productor Nacho Laviaguerre con quien habíamos producido Casados sin hijos (2017), ya en ese momento me había pedido que la dirigiera y surgió la codirección junto a Marcos Carnevale. Ahora me volvió a proponer como director para Inmaduros y fue mi representante -Pedro Roson- quien me alentó para aceptarlo y me subrayó que tenía que hacer un éxito. Dirigí El batacazo porque el director que había llamado – el Indio Romero- no pudo y El Bululú con Osqui Guzmán, pero no tengo tanta experiencia. Cuando leí el texto sentí que podía aportar y hacerme cargo. Siempre creí que a los directores se les adjudicaba demasiado poder. Lo primero que les dije fue que trabajo buscando, así hice mi teatro y aceptaron. El teatro es un arte colectivo y se hace entre todos. Fue una experiencia maravillosa y me sorprende el éxito.
—En el 2023 cumple veinte años Chacarerean teatre (Nicaragua 5565): ¿te arrepentiste de ser uno de los dueños?
—Muchos de los que me rodeaban me decían: “¿por qué perdés tanta energía en el teatro?”. “No es un negocio ¿para qué lo tenés?”. Logré formarme mejor gracias a tenerlo, fui a ensayar sábados y domingos a la mañana para probar mis obras. No podría desprenderme de él. Es una angustia que no soportaría. Nosotros somos dueños del problema: Luis Sartor, Martín Cortes, Gabriel Goity y se sumó Marcelo Zitelli, desde el 2012. Se lo alquilamos a Néstor Marroni que nos soporta. Nunca le dejamos de pagar, pero tiene la elasticidad de comprendernos. Pasamos por la gripe A, veranos sin programación y pandemia. Con mis espectáculos cubrí días de semana, ya que todos quieren ir los sábados. Nunca me arrepentí, siento que es mi lugar en el mundo.
—¿Y el cine y la televisión?
—En el libro que publiqué este año,: Alguien como vos, pongo que “la vida no me va sorprender, sino que soy yo quien la sorprendo”. En el teatro pude escribir, producir y actuar, pero tanto en el cine como en televisión dependo de la mirada del otro, que se ha demorado. Protagonicé sólo mi historia en cine cuando llevé El amateur a la pantalla. No sé si por esta cara de beduino que tengo, nada que ver con los ositos de peluche cariñosos…hay algo del afuera que no me ve. En televisión fui parte del sueño de otros y casi siempre me convocaron porque hubo actores que rechazaron el papel. Gracias a esos trabajos pude invertir en mi sala. Siento que en el teatro las miradas coinciden. s portales y redes con sus noticias y que generó un nuevo vínculo con celebridades como “El Polaco”, Vicky Xipolitakis, el “Turco” García, Analía Franchín y así la lista. ¿Cómo se crea entonces, con un formato que Telefe ya había explotado en el pasado, pero no en esta veta “alfombra roja”, tal suceso? Responde Pendino, uno de los cerebros, junto a Diego Guebel, en la producción día a día del show: “Los elementos se dieron, y hay mucho en el cuidado de los detalles, sobre todo a la hora de una apuesta tan grande: castalgo que une, y atraviesa a cualquier tipo de familia, todo tipo de público. Fue identificarse con algunos platos, pero tases. La verdad son protocolos muy rigurosos, ya que buscan reducir al mínimo denominador los imprevistos. Si hay que perder un día de producción, se pierde. Pero no hace a la totalidad de la producción.
Una catarata de emociones
J.M.D.
Impensado para mí que se agoten las localidades: en Madrid tres días y en Tel Aviv veinte días ambos, antes de estrenar. Gran coincidencia que en los dos países inmediatamente después del estreno, decidan re programar el espectáculo. En España recibí propuestas de otros teatros también, y de programadores de gira de distintas ciudades. Y en Tel Aviv intentan que volvamos este mismo año porque dada la imposibilidad de agregar más funciones, se notó que había mucho público potencial.
En Madrid coronamos nuestra presentación con la presencia del Cholo Simeone en la platea, aplaudido al llegar. El Atlétic -su equipo- enfrentaba al otro día al Real Madrid y le ganó.
Me recibieron los medios con mucho interés. El espectáculo llegó como llega en la Argentina, con esa catarata de emociones difícil de definir, que lleva la risa al borde del llanto, hasta que la emoción final, produce esa felicidad que hace que El Equilibrista sea un espectáculo tan recomendable. La gira no podría haber salido mejor, vuelvo feliz. Qué mejor que el público a la salida me diga que la quisieran volver a ver.
En Tel Aviv hicimos charlas posteriores con el público. La palabra “gracias” se repetía en todos. Me reencontré en el público con personas relacionadas con mi infancia, que hacía muchos años que no veía. Amigos del barrio, compañeros de la escuela: muy hermoso todo.
En Madrid también volvió a verla Oscar Martínez, que está trabajando allá. Muchas emociones y mucho agradecimiento sentí: al público, a la producción argentina, a los trabajadores de cada teatro, y a mi equipo técnico, porque entre ambos lograron dos puestas impecables.
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