El Gobierno talibán está arruinando las vidas de las mujeres y niñas en Afganistán con la violación de sus derechos humanos, advirtió este miércoles Amnistía Internacional (AI), y llamó a los Estados y organizaciones internacionales a “presionar al Gobierno afgano para que finalice estas prácticas”.
La investigación “Muerte en cámara lenta: Mujeres y niñas bajo el régimen talibán”, realizado por AI entre septiembre de 2021 y junio de este año, también reveló que las mujeres que protestan pacíficamente contra esta opresión son amenazadas, detenidas, recluidas, torturadas y sometidas a desaparición forzada.
“Las políticas implementadas forman un sistema de opresión que discrimina a las mujeres y las niñas en casi todos los aspectos de su vida. Cada detalle diario, ir a la escuela, si trabajan y cómo trabajan, si salen de la casa y cómo salen, está controlado y sometido a grandes restricciones”, sostuvo Mariela Belski, directora de Amnistía Internacional Argentina, en un comunicado de prensa.
“Desde la organización exigimos a los talibanes que implementen cambios políticos y medidas urgentes para garantizar los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán”Mariela Belski, directora de Amnistía Internacional Argentina
Las conclusiones se desprenden de entrevistas realizadas a 90 mujeres y 11 niñas afganas de entre 14 y 74 años, a 4 trabajadores de centros de detención para mujeres y niñas, y a 22 funcionarias y funcionarios de organizaciones de la sociedad civil afganas e internacionales y de Naciones Unidas.
“Desde la organización exigimos a los talibanes que implementen cambios políticos y medidas urgentes para garantizar los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán. Convocamos a todos los Estados y a las organizaciones internacionales a implementar una estrategia sólida y coordinada para presionar al Gobierno afgano a finalizar inmediatamente estas prácticas contrarias a los derechos humanos”, agregó Belski.
Los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021 con la promesa de respetar los derechos de las mujeres y no volver a la brutal represión de su primer Gobierno (1996-2001), pero poco a poco fueron instaurando una serie de restricciones a las libertades femeninas, pese al intento de mostrarse moderados para obtener reconocimiento y ayuda internacional.
La imposición del velo integral desató en mayo una ola de protestas femeninas que desataron una reacción de abusos, detenciones y reclusiones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas físicas y psicológicas. Luego eran obligadas a firmar un compromiso de no volver a protestar y no hablar en público de sus detenciones, ni ellas ni sus familiares.
“Nos pegaban en los pechos y entre las piernas. Lo hacían para que no pudiéramos mostrarlo al mundo. Un soldado que caminaba cerca mío me pegó en el pecho y dijo: ‘Puedo matarte ahora mismo y nadie dirá nada’. Esto pasaba cada vez que salíamos: nos insultaban física, verbal y emocionalmente”, dice un testimonió del informe de AI.
Cada vez más mujeres y niñas son llevadas a centros de detención por infracciones menores, como infringir la prohibición de aparecer en público sin un mahram (guardián varón), explicaron cuatro denunciantes, que agregaron que las detenidas suelen ser acusadas del ambiguo “delito” de “corrupción moral”.
“Empezaron a darme descargas eléctricas en el hombro, la cara, el cuello, en todos los sitios que podían. Me llamaban prostituta y zorra. El que tenía la pistola dijo: ‘Voy a matarte y nadie podrá encontrar tu cuerpo’”, contó una estudiante universitaria.
‼️ Las mujeres de Afganistán necesitan que el resto del mundo alce la voz en su defensa y le exija al régimen talibán que termine urgente con las violaciones a sus derechos humanos.
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¡Es por ellas! 😢
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— Amnistía Internacional Argentina (@amnistiaar) July 27, 2022
La investigación también marcó un aumento de matrimonios precoces y forzados, debido a la crisis económica y humanitaria, la falta de perspectivas educativas y profesionales para las mujeres y las niñas, familias que obligan a mujeres y niñas a casarse con un talibán, y talibanes que las obligan a casarse con ellos.
Khorsheed, de 35 años, procedente de una provincia afgana, contó que la crisis económica la había obligado a casar a su hija de 13 años con un vecino de 30 en septiembre de 2021. El “precio de la novia” fue 60.000 afganis (alrededor de 670 dólares), y agregó que, tras casar a su hija, se sintió aliviada.
“Ya no pasará nunca hambre”, agregó, de acuerdo con el informe.