Casi 2.500 personas cruzaron ilegalmente el punto fronterizo Juárez-El Paso entre México y Estados Unidos el fin de semana pasado, a pocos días de la eliminación de una medida impuesta por el expresidente Donald Trump que permite expulsar inmediatamente a quienes ingresen a su territorio y que los expertos esperan que genere un aumento del flujo migratorio.
“Lo que se avizora en el horizonte próximo son nuevas crisis migratorias”, declaró a Télam el politólogo Bruno Miranda, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobre el fin del Título 42, implementado por el exmandatario republicano para frenar el ingreso de migrantes por la frontera sur, una de sus promesas de gobierno.
La Justicia determinó en noviembre que la medida, que dejará de estar vigente a partir del 21 de diciembre, se usó de manera “arbitraria y caprichosa” para bloquear solicitudes de asilo.
“Con el decreto de Trump, parte de las personas que solicitan asilo en EEUU lo hacen bajo la figura de refugio, pero mientras dure el proceso están imposibilitadas a moverse del estado en el que lo solicitaron, lo que provoca la externalización del asilo y un estancamiento en la frontera mexicana“, manifestó el experto, en la previa del Día Internacional del Migrante, que se celebra este domingo.
“El cementerio del sueño americano”, el camino a El Paso
La empobrecida ciudad estadounidense de El Paso es la segunda más importante en el límite con México, después de San Diego, y es el destino para migrantes de todo el mundo, dado que allí se ubica uno de al menos 50 puentes y garitas que hay a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera compartidos entre ambos países.
La mayoría de las personas que llegaron el domingo pasado a El Paso se entregaron a las autoridades para su procesamiento, como ocurrió también en días previos, y muchas fueron liberadas en busca de ayuda y alimentos.
A la deriva y con temperaturas bajo cero, algunas se agolparon en la estación de micros y otras pasaron la noche tratando de dormir sobre cartones.
Los videos de un extenso grupo de migrantes cruzando el río Bravo, que separa Juárez de El Paso, circularon ampliamente en redes sociales en esos días.
En septiembre, ocho personas fueron halladas muertas en el río. Si bien a simple vista parece tener una anchura que no presenta riesgos y aguas mansas y poco profundas, lo cierto es que las corrientes pueden ser rápidas y cambiar de repente, de allí su apodo “el cementerio del sueño americano”.
Las rutas que toman los migrantes para llegar a los puestos fronterizos “son muy peligrosas y carentes de los servicios más básicos”, graficó a Télam Anayeli Flores, oficial de Asuntos Humanitarios de Médicos sin Fronteras (MSF) en Reynosa.
Con recursos básicos y un número limitado de profesionales, asistentes sociales, médicos, psicólogos, acompañantes terapéuticos, asisten sanitariamente, brindan espacios de contención e información a quienes llegan a la frontera después de un periplo de semanas o meses, a veces a través de más de un país.
“Las personas llegan con situaciones médicas que ya llevan tiempo sin ser atendidas, con la economía bastante dañada y, en muchas ocasiones, vemos personas que fueron violentadas en diferentes puntos del trayecto desde su lugar de origen”, explicó Flores.
De acuerdo con la estimación más reciente de la Organización Internacional para las Migraciones, de la ONU, en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes, una cifra que equivale al 3,6% de la población mundial y que supera en 128 millones a la de 1990.
La mayoría de estas personas cruza por el corredor migratorio de Centroamérica hasta Estados Unidos.
“El sueño americano todavía es una ideología muy presente, que sigue operando y que tiene efectos muy concretos en las movilidades”, consideró Miranda
“Muchos de los migrantes tienen a México como país de tránsito para solicitar asilo en EEUU, desmantelado desde la pandemia, pero que en el papel sigue siendo un derecho accesible a todas las personas, mientras que otros optan por cruzar hacia Canadá, donde el sistema de asilo es menos estricto”, agregó el experto.
Hasta esa frontera llegan además migrantes centroamericanos, en su mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador; hay caribeños, principalmente cubanos y haitianos que muchas veces empiezan su periplo en América del Sur; sudamericanos, en especial venezolanos, pero también ecuatorianos y brasileños en los últimos años; e inmigrantes transcontinentales, que son de África y del sur de Asia.
“El sueño americano todavía es una ideología muy presente, que sigue operando y que tiene efectos muy concretos en las movilidades”Bruno Miranda, politólogo
“La nacionalidad pesa mucho. Si personas de Centroamérica o México solicitan asilo, difícilmente tengan sus casos escuchados porque son países que EEUU considera estables democráticamente, aunque las violencias urbana y rural sean una constante desde hace unos 20 o 30 años. En cambio, para personas de África y Asia o de países como Venezuela o Cuba, donde hay cierta conveniencia política para recibirlos, las puertas se abren”, aseguró Miranda.
El Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, especializado en movilidad humana, apuntó a su vez que la dinámica de la frontera norte de México es muy cambiante y hay diversas variables que intervienen en este fenómeno.
“El volumen de los pasos no es predecible, es mayor o menor de acuerdo al número de patrulleros, a las facilidades del paso, a los puntos de cruce por parte de coyotes (nombre que recibe la persona que transporta a escondidas a migrantes por dinero) y a cómo se van formando las redes migratorias conforme se comunican por grupos de WhatsApp o Facebook”, explicó.
Pero el experto sí da por seguro que el volumen de migrantes será aún mayor tras la eliminación del Título 42. De acuerdo con Miranda, esta medida de Trump fue heredada por Biden por una función política: minimizar o impedir que personas y grupos de caravanas migrantes entren por su frontera sur y así adquirir o mantener cierta gobernabilidad en EEUU.
“Lo que se prevé es que con su eliminación los flujos migratorios por los corredores que parten desde América del Sur, el Caribe, África y Asia, aumenten aún más”, anticipó, al tiempo que advirtió también una tendencia al alza de “las medidas de control migratorio y militarización en las fronteras”.