Ricardo Centurión, el crack que busca resurgir en el club de Chiqui Tapia: “Fueron meses duros para mí”

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A los 30 años, Ricardo Centurión busca un nuevo relanzamiento en su tumultuosa carrera. El exjugador de Racing, Boca, Vélez y San Lorenzo fue presentado este viernes como refuerzo de Barracas Central, con cuya camiseta (con el número 23 en el dorso) podría debutar el sábado, cuando el elenco dirigido por Rodolfo De Paoli visite a Sarmiento en el Eva Perón por la segunda fecha de la Liga Profesional de Fútbol.

En la reinaugurada sala de prensa del estadio Claudio Tapia y poco antes de las 8 (“estoy con un poco de sueño porque es temprano”, bromeó el futbolista) debido a que luego el plantel debía partir hacia Junín, Centurión agradeció por la oportunidad al presidente del club, Matías Tapia, quien lo acompañaba y lo definió como “uno de los mejores jugadores del fútbol argentino”.

“Fueron meses duros para mí”, reconoció Centu, quien en 2022 disputó solo 12 partidos con San Lorenzo y no pisa un terreno de juego desde el 23 de abril, en la derrota 2 a 1 frente a Patronato en el Pedro Bidegain. “No tengo mucho para pensar sobre lo que dejé atrás, sino sobre lo que hay adelante. La vida es ahora. Estoy muy contento de estar acá y quiero darlo todo para conseguir los objetivos que tenemos”, se ilusionó.

Ricardo Centurión junto a Matías Tapia, presidente de Barracas Central. Imagen: Captura TV.
Ricardo Centurión junto a Matías Tapia, presidente de Barracas Central. Imagen: Captura TV.

El hombre que también tuvo pasos por el Genoa italiano, el San Pablo brasileño y el Atlético San Luis mexicano fue cedido a préstamo hasta el 31 de diciembre por Vélez, propietario de su ficha. Este viernes contó que en estos meses había recibido propuestas de otras instituciones y explicó por qué había optado por Barracas: “Cuando tengo ofertas, analizo si me quieren de verdad. Y por eso se dio esto. Este es un lindo club, humilde, y eso me sedujo”.

Centurión ya había estado en el estadio el lunes, presenciando la derrota 1 a 0 frente a Godoy Cruz en el estreno en la Liga Profesional, y durante los días posteriores se entrenó junto a sus nuevos compañeros. El plan de Rodolfo De Paoli es llevarlo al banco de relevos este sábado. “Si viajo es porque el cuerpo técnico me vio bien. Ya estoy a disposición”, sostuvo el jugador, quien se mostró esperanzado en sumar sus primeros minutos en Junín. “Estoy entrenándome y dando lo mejor, poco o mucho, iniciando una temporada. Estoy 100% mentalizado en el partido de mañana”, justificó.

En cuanto a los objetivos para este nuevo ciclo en su carrera, distinguió los personales de los colectivos. “Esta es la oportunidad para despegar. Quiero instalarme de nuevo en el fútbol argentino y volver a hacer lo que me gusta y lo que me hace tan feliz”, afirmó. Y sostuvo que con el equipo apuntaba a “lograr la permanencia y pelear para entrar a una copa internacional”.

“Me encontré con un grupo muy humilde y muy trabajador, con un cuerpo técnico bárbaro y con dirigentes que son muy buena gente. Acá todos acompañamos, agarramos la soga y tiramos para el mismo lado”, celebró Centurión, con el sueño todavía estampado en su rostro, antes de posar con la camiseta rojiblanca.

La trágica historia de Centurión

Fue un 17 de junio de 2012. Luis Zubeldía lo puso de titular y no tardaron en compararlo con el Loco Corbatta. Tendrían cosas en común: las gambetas y una historia trágica. La Academia la pasaba mal con Rafaela (caería 4-2) y el pibe de 19 años que debutaba comenzó a tirar bicicletas, amagues y caños, a regalar la alegría que le había faltado al equipo en ese Clausura 2012. Jugaba con la desfachatez de un chico que se divertía con sus amigos. A la distancia, parece que esa fue la válvula al escape de una vida triste y una infancia dura.

No tardó en llamar la atención Ricardo Centurión. Por eso de las gambetas que empezaron a traducirse en goles en la segunda fecha del torneo siguiente (convirtió por primera vez en un 2-0 frente a Argentinos) y también por sus costumbres afuera de la cancha. Empezó a vivir fuerte, Centu. Rápido y furioso, como si lo corriera el tiempo.

El día que se filtró su foto con una Itaca Pajera doble caño se armó un verdadero escándalo. Los fierros eran parte de su cotidiano. Pasó cuando estaba en Racing. Y también en Boca. Lo criticaron y él empezó a recluirse, a juntar furia, sin hablar con nadie. Después, sí, llegó el momento de desahogarse por las redes. El famoso, “que la cuenten como quieran”.

La foto de Centurión con un arma. Instagram.
La foto de Centurión con un arma. Instagram.

“Lo normal para mí era ver armas y drogas. Era lo que me pasaba por al lado. Me gustan las armas. Si me hubiera criado en un yate, me gustarían los yates”, explicó tiempo después.

Centurión había tenido una infancia brava. Creció en Villa Luján, un asentamiento precario de Sarandí. El día que compró un departamento con lo que ganó en el fútbol, se llevó a varios de sus amigos. Pero nunca pudo dejar de pasar por el barrio. Hasta que empezó a sentirse un sapo de otro pozo y decidió no volver, salir de allí: “Empecé a ser un signo pesos ahí…”.

Es que, la inocencia era cosa del pasado. Ya eran pocos los pibes que quedaban de la niñez, los incondicionales. “De mis 30 amigos de la infancia, apenas quedan tres”. No hace falta aclarar cómo fueron muriendo…

Ricardo Centurión y otra de las fotos que marcó el comienzo de su carrea en Racing.
Ricardo Centurión y otra de las fotos que marcó el comienzo de su carrea en Racing.

“Me cansé de vivir”

Lo dijo en septiembre, después de un largo silencio, en una charla con Marcelo Palacios de Radio La Red: “En algún momento me cansé de la vida. No me soportaba a mí mismo. Tuve ataques de pánico. Sigo viviendo como en pandemia. Estoy solo”, dijo Centu, pidiendo ayuda a gritos.

Centurión acababa de desperdiciar su oportunidad número un millón. Como lo había hecho en Racing, en Boca, en Vélez, en sus breves aventuras en Italia y México… lo hizo también en San Lorenzo. ¿El motivo? Más o menos el de siempre: el jugador faltó a un par de entrenamientos, en este caso, desmotivado por la falta de oportunidades. Lo más fácil es juzgarlo, desde un teclado. Es mejor intentar seguir su recorrido para entender qué le pasó.

Ricardo Centurión, sin fútbol desde su partida de San Lorenzo. Foto: Captura TV.
Ricardo Centurión, sin fútbol desde su partida de San Lorenzo. Foto: Captura TV.

“Cosas de pelotudo grande, yo nunca había faltado a un entrenamiento, yo antes no lo hacía. Si me la pegaba de chico, iba a entrenar igual. Fue de grande, por la cabeza, por un montón de problemas que yo tenía. A mí me encanta entrenar, fue de grande el tema”, se confesó.

En esas salidas, Ricky metía la pata todo el tiempo y muchas veces quedaba al borde de provocar una tragedia. Era 2016, jugaba en Boca y salió al boliche Capítulo 1 de Lanús. Lo provocaban y él era mecha corta. Como pasaba muchas veces, terminó en problemas, se escapó en su auto y produjo un choque múltiple. Los grados de alcohol en sangre que arrojó el análisis de la policía lo dijeron todo y el jugador terminó aceptando su culpabilidad para aminorar los daños colaterales.

“Hay que ser jugador de Boca las 24 horas”, dijo el DT Guillermo Barros Schelotto, uno de sus máximos defensores.

El BMW M3 que conducía Ricardo Centurion en 2016, cuando jugaba en Boca y protagonizó un choque.
El BMW M3 que conducía Ricardo Centurion en 2016, cuando jugaba en Boca y protagonizó un choque.

Pero su salida del Xeneize la terminó marcando un video: Centurión caminaba por los pasillos de la concentración de Boca sostenido por dos compañeros, en aparente estado de ebriedad. Su etapa en el Xeneize estaba acabada.

Tras un paso por Genoa, donde ya había estado en 2013, regresó a Racing. El Chacho Coudet convenció a Víctor Blanco de dejarlo volver. Centu había convertido el gol del campeonato de 2014 (un 14 de diciembre que se elevó erguido como una espada y provocó el estallido del Cilindro) y el DT quiso darle una oportunidad de volver a brillar en el lugar donde había nacido. Sería su tercera etapa en la Academia.

Con Lautaro Martínez, la Pantera Bou, Licha López y el Huevo Acuña, el equipo comenzó a brillar y Centurión se fue a la banquina otra vez. Una mañana fue parado por la policía. Había pasado dos semáforos en rojo y, cuando lo detuvieron, se negó a realizar el test de alcoholemia: “Si podemos arreglar, yo tengo para arreglar. Yo te puedo cubrir el mes”, intentó sobornar al oficial. Lo estaban esperando y (caía fácil) lo grabaron: el video viralizó rápidamente.

Centurión, con la camiseta de Racing y un gesto a la hinchada de River.
Centurión, con la camiseta de Racing y un gesto a la hinchada de River.

Al inicio de la siguiente temporada, cuando comenzó a gestarse la campaña del Racing campeón de Coudet, faltó a entrenar. Y Víctor Blanco perdió el filtro: “Tomó demasiado y no fue al entrenamiento del sábado como debía. Tiene que tomar conciencia y cuidar su imagen, tiene obligaciones que cumplir. Cometió un error. Pasará a la parte de legales para ver la sanción que le corresponde. Él es jugador de Racing todo el día y toda la noche. Lo queremos mucho, pero al cien por ciento. Sino, no es el jugador al que fuimos a buscar”.

En febrero de 2019, finalmente el Chacho se cansó de Centurión: con la serie de Copa Libertadores liquidada por River en el Monumental (terminaría 3-0), el técnico lo llamó para hacerlo ingresar y el jugador le contestó caliente: “Me ponés para que me putee toda la cancha”.

Después de una discusión que terminó a los empujones, el numero 10 entró a la cancha pero la relación con el DT se rompió para siempre. “Pisala ahora…”, le cantaba la popular por una frase que había tirado cuando se quedó afuera del Mundial de Rusia.

Un tiempo después, Ricky trató de explicar lo que había ocurrido: “Ya había hecho dos cambios y me llama para ser el tercero. Cuando iba caminando, no fui con la mejor cara. Y ahí me dice: ‘¿Estás cagado?’ No me lo preguntó bien. Sigali lo paró y se calmó. Seguía insultándome y diciéndome cosas y ahí yo lo saco”, se excusó el jugador.

Ricardo Centurion y su discusión con Coudet, en el Monumental. Foto: Marcelo Endelli/Getty Images.
Ricardo Centurion y su discusión con Coudet, en el Monumental. Foto: Marcelo Endelli/Getty Images.

Una vida llena de golpes

Con 29 años, Centurión parece haber vivido varias vidas en una sola. Era jovencito todavía cuando murió su papá. La situación es confusa, apenas podemos relatar lo que alguna vez contó él: “A mi viejo lo perdí de muy chiquito, a los cinco años. Laburaba en una fábrica ilegal de pirotecnia. No se sabe cómo explotó la fábrica. Eran siete chicos que trabajaban ahí y fallecieron todos”.

Como si lo persiguiera una maldición, el futbolista fue perdiendo a todos sus seres queridos. A la trágica muerte de su papá le siguió la de su mejor amigo: “Murió en mis brazos”.

“Ese fue mi peor momento”, dijo Centu. Pero el destino le tenía preparado otra cachetada. A mano abierta, de esas que dejan marcas.

El 29 de marzo de 2020 murió Melody Pasini, la compañera de Ricky de esos días. Falleció de un paro cardiorespiratorio mientras manejaba. Habían pasado la pandemia juntos y se había convertido en un gran sostén. Dos semanas antes había fallecido su abuela, una mamá postiza que lo había criado.

Centurión con Melody.
Centurión con Melody.

Al Fortín llegó de la mano de Gabriel Heinze. Igual que Coudet, el DT se sintió capaz de domar a la fiera y lo llevó en enero de 2020. “Todo lo externo lo sabemos. Yo me voy a hacer responsable. Estoy con muchas ganas de poder ayudarlo”, manifestó. Lo logró, pero Centurión tenía un imán para los problemas. Y quedó en el medio de uno complicado.

El futbolista fue imputado por abuso sexual, junto a Thiago Almada, Miguel Brizuela y Juan Martín Lucero, luego de una fiesta en la casa del ex Independiente. Un tiempo antes, había tenido una denuncia por violencia de género de su ex novia, Melisa Tozzi.

Si bien los jugadores del Fortín fueron desvinculados de la causa, quedando el extécnico Juan José Acuña como el principal acusado, Ricky estuvo otra vez en el ojo de la tormenta. Heinze pegó un portazo y perdió su muro de contención, justo cuando murieron su abuela y de su novia. Completamente aturdido, Centurión volvió a las andanzas y en Vélez no encontró refugio.

La última aventura fue en San Lorenzo, donde no pudo brillar: ni con Troglio ni con Fernando Berón. Ya no había paciencia en el Ciclón y le rescindieron el contrato. “No me llamó nadie más, desaparecieron los amigos del campeón”, se lamentaba y pedía otra oportunidad. La chance, ahora, se la dio Barracas Central. Y la pelota la tiene Ricky.

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