Tanghetto, agrupación argentina dedicada al tango electrónico, celebra sus veinte años de trayectoria. Y, nunca mejor dicho, lo hace a toda orquesta, con el lanzamiento de un nuevo disco que tiene un elenco estelar de invitados: Fito Páez, León Gieco, Pedro Aznar, Adriana Varela, Lidia Borda, Leo García, Abel Pintos, Lito Vitale, Amelita Baltar y Peteco Carabajal. “Fue una especie de milagro que estén todas estas figuras -dice Max Masri, director y compositor principal del grupo-. A nivel producción fue duro por el tema de coordinar todas esas agendas, pero pudimos hacerlo y estamos felices. Fue un proceso creativo increíble”.
El álbum se llama Argentinxs, aparecerá este 28 de abril y será presentado en vivo en Buenos Aires recién en octubre próximo, luego de una gira europea con conciertos en Holanda, Italia y Alemania. “En Europa, por lo general tocamos en festivales de tango, en eventos más ligados al mundo del tango europeo, que está muy relacionado con el baile -cuenta Masri-. En Argentina, en cambio, además de los festivales, solemos estar en milongas y en teatros como el ND Ateneo, o en salas como las de La Usina del Arte y el CCK, igual que cuando vamos a México, Colombia o Brasil. Para presentar este disco en Buenos Aires sería ideal una sala sinfónica. Pienso que La Ballena Azul es una muy buena opción, por ejemplo”.
Tanghetto empezó a funcionar en 2003, cuando se armó una especie de “escena internacional” de tango electrónico producido por artistas argentinos en diferentes lugares del mundo: Gotan Project en París y Bajofondo Tango Club (hoy simplemente Bajofondo) tendiendo puentes entre Buenos Aires, Montevideo y Los Ángeles, con Gustavo Santaolalla como mascarón de proa. “Alguien dijo en una nota publicada en aquella época inicial que hubo algo del inconsciente colectivo que nos unió, una idea común de llevar al tango a otro lugar. Tanghetto fue primero un proyecto de estudio, y cuando empezamos a tocar en vivo nos presentamos en milongas como La Viruta o el Salón Canning. Creo que las diferencias entre los tres proyectos se pueden notar en las distintas formas que tenemos de construir las composiciones y los arreglos. Y ellos usaban voces, mientras que el primer disco de Tanghetto es puramente instrumental”.
En el nuevo álbum de Tanghetto sí hay voces, y muy conocidas. Masri considera a toda la experiencia de grabación como “un verdadero privilegio” y explica que “aunque es indiscutiblemente un grupo de tango, Tanghetto tiene una visión artística más amplia, que apunta también a otros géneros, a otros lugares. Los invitados que elegimos apuntaron a consolidar esa diversidad”, asegura.
En ese plan de ensanchar fronteras, Tanghetto ya había grabado famosas canciones pop como “Enjoy The Silence”, de Depeche Mode, o “Englishman In New York”, de Sting. Ya el origen del nombre del grupo revelaba el interés de Max por la cruza de géneros. “Es un nombre que fusiona las palabras ‘tango’ y ‘ghetto’, y se me ocurrió después de una visita que hice a unos amigos que vivían en Colonia, Alemania, en una casa de estudiantes de música -recuerda-. Todos los alemanes escuchaban principalmente música electrónica, se juntaban y hacían fiestas donde sonaba mucho house. Cuando se juntaban los argentinos, escuchaban sobre todo tango y folklore. Eran como un ghetto dentro de esa casa de estudiantes de música. Hoy veo que hay ghettos de tango por todos lados. Donde hay un grupo de argentinos, es probable que haya alguna milonga”.
—¿Cómo creés que evolucionó la música de Tanghetto desde el primer disco, Emigrante (2003), hasta hoy?
—Me parece que progresó muchísimo, por más que ya desde el primer disco teníamos incorporado el concepto de canción y de estructuras distintas a las que normalmente tiene el tango. Nunca fuimos un grupo de chill out con un bandoneón por arriba, como otros de la estética del tango electrónico. Fuimos evolucionando y evitando los clichés más comunes de algo que se pone de moda. Muchos de los grupos que aparecieron hace veinte años no duraron mucho, aprovecharon la moda y cuando esa moda desapareció dejaron de existir. Tanghetto fue diferente desde el primer disco. Ese primer disco no tiene mucho que ver con este nuevo, de hecho.
—¿Cómo fue creciendo el público que los sigue?
—Fue raro porque con aquel primer disco tuvimos un nivel de masividad muy importante. Vendíamos como Cerati y Miranda!, pero en ese mismo momento el público que iba a ver los shows daba para un teatro, no para un estadio. El tango no tiene la convocatoria para estadios que sí tienen el rock, el pop o el trap. Su público no es masivo, no es hoy por hoy un género mainstream. Pero mantuvimos ese público todos estos años y también viajamos mucho al exterior.
—¿Cómo llegás vos al tango?
—Tanto mi abuela como mi viejo escuchaban tango. Yo ya de chico quería hacer música, pero la relación con el tango fue por una amiga de la familia que me contactó con alguien de SADAIC que me contó que Virgilio Exposito daba clases de composición. A mí me interesaba componer rock, pero igual probé y me fui interesando cada vez más el tango. El acercamiento de Virgilio al tango era muy particular: él compuso también temas pop y boleros… Y después empecé a sentir que experimentar con el tango podía ser un acto de rebeldía más claro que tener una banda punk. Ese fue el germen de Tanghetto.
—Contá algo de Virgilio Expósito, un nombre clave del tango argentino.
—Virgilio era alguien especial. Me enseñó muchísimo, y lo que más valoré es la apertura musical que él tenía, no muy común entre la gente del tango. A él le gustaban muchos tipos de música y admiraba mucho a Piazzolla. Sabía cómo compartir su sabiduría, me hablaba de cosas que iban más allá de la composición, muchas veces relacionada con el funcionamiento de la industria de la música. Tengo muy buen recuerdo de él. Murió en 1997 y, lamentablemente, no pudo ver Tanghetto. Hubiera estado muy bueno.
—¿Decís que le hubieran gustado los covers de Depeche Mode y Sting?
—Como decía recién, era alguien muy abierto y dispuesto a romper con las estructuras establecidas. El tango es un género que, como todos, tiene que evolucionar para sobrevivir. Si el rock hubiera seguido siempre como el que hacía Elvis Presley, no hubieran existido Depeche Mode o Nine Inch Nails. El aporte de Tanghetto es justamente en pos de esa evolución.
Los amigos que cantan junto a la banda
Un seleccionado de grandes músicos participa en el nuevo disco de Tanghetto, Argentinxs. Max Masri le cuenta a PERFIL detalles de tres de esas experiencias.
Carabelas nada (con Fito Páez): “Fito nos propuso dos temas de él, ‘Cadáver exquisito’ y ‘Carabelas nada’, que tiene la frase ‘lo del tango es una idea que me toca aunque no quiera’. Y sentimos que esa es una buena manera de definir la forma en la que nos llega el tango, así que elegimos esa canción de su disco Tercer Mundo. Grabamos en el estudio de Guillermo Vadalá, que parece un living, incluso no tiene ‘pecera’ (así se denomina comúnmente a la cabina máster). Así que lo tenía a Fito grabando muy cerquita mío. Este tema tiene mucho que ver con la identidad del proyecto Tanghetto”.
“No te guardes nada” (con Pedro Aznar): “La voz de Pedro se grabó en su estudio, Marina Sound. La verdad es que es impresionante: tiene una técnica vocal excelente y es también un gran instrumentista, un músico muy completo. Llegó a la grabación con el tema totalmente incorporado, con una propuesta muy concreta. Él compuso la letra y la música la hicimos nosotros”.
“Alas de Tango” (con León Gieco): “León vino a nuestro estudio. Nos sorprendió mucho que él notaba una influencia de Peter Gabriel en el arreglo del tema y yo, al mismo tiempo, escuchaba una influencia clara de Gabriel en la forma en la que lo cantó. Ninguno de los dos llegó con esa intención a la grabación, pero nos unió Peter Gabriel, digamos (risas)”.
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