Enzo Pérez se graduó de líder. Si le faltaba algún casillero por llenar, el domingo pasado en el Superclásico en el Monumental, el capitán de River los completó todos. Así, el mediocampista que juega con el corazón tiene un idilio cada vez más grande con el club. Los hinchas proponen en las redes sociales elevarlo a la bandera de los ídolos. Mientras, avanzan las charlas de la dirigencia con el mendocino para la renovación de contrato por un año más.
Pérez jugó con la piel el domingo. Hizo gala de su cinta en el brazo izquierdo. Puso en la cancha su fútbol, cada vez más potenciado y rejuvenecido, al margen de sus 37 años, metió hasta el segundo final, gritó con fuerza el gol, separó compañeros y rivales en la gresca del final, se trepó a la nueva estructura metálica de la tribuna inferior de la Sívori y se unió a los simpatizantes, tomó una bandera de palo, festejó como un hincha más, marcó la línea de conducta del plantel después en la conferencia de prensa, en la que le hizo un tirón de orejas a Agustín Palavecino y en el vestuario cantó por “La Michoneta”. Combo completo.
Así como pasaba en el ciclo de Marcelo Gallardo, Pérez muestra un compromiso grande con el proyecto de Demichelis. Desde la llegada del actual entrenador, jugó 17 de 20 partidos. Tiene un promedio de 82 minutos jugados por encuentro, y hoy es el mediocampista de la Liga Profesional con más pases acertados por partido (57,5 con un 87% de eficacia).
Es el eje del juego de River con un rol mucho más protagónico. No solo por sus características de corte y pase a las que se les suma una mayor presencia en el circuito ofensivo, sino también por su rol sin la pelota: ordena, lidera y habla constantemente con sus compañeros. En los partidos y en los entrenamientos. Como referente, intenta que nada quede librado al azar.
Pero Pérez es mucho más que un jugador todoterreno. Es la bandera de este River. Es la pasión por los colores. Esos que lleva en la sangre desde chiquito y así como vive los Superclásicos adentro de la cancha también los sentía cuando estaba del otro lado.
Como cuando, ya siendo jugador profesional en Godoy Cruz, se subió a un auto junto a su mujer, su cuñado y su suegro para hacer 1.000 kilómetros durante una noche y llegar al Monumental a la mañana siguiente a Núñez para estar por la tarde en el Monumental y presenciar el Superclásico que River le ganó a Boca por 3 a 1 el domingo 8 de octubre de 2006. Y hasta se la jugó a comprar entradas en la calle porque no había conseguido antes.
Un año después, ya con la camiseta de Estudiantes, jugaría por primera vez en el Monumental, en un partido que el Pincha perdió 4-2 con River. Y en 2009 gritó eufóricamente un gol a Boca, de cara a su hinchada, en la cancha de Quilmes.
Después de su paso por Europa, Pérez desembarcó en River en 2017. Cuando apareció la oportunidad que tanto deseaba, de vestir la camiseta de sus amores, no lo dudó. Y hasta resignó dinero para venir.
En River ya lleva casi seis años. Fue campeón de América, obtuvo 8 títulos (además de la Copa Libertadores, la Recopa Sudamericana, dos Copa Argentina, dos Supercopa, y un Trofeo de Campeones) y ya sin Leonardo Ponzio y Javier Pinola en cancha, Gallardo le dio la cinta. Con el retiro del ex volante central, primero y del ex defensor, luego, respectivamente, Enzo ya no solo es el capitán, sino que de a poco se fue transformando en el líder que es hoy, dentro y fuera de la cancha.
No quiere pensar demasiado en su futuro, más allá de que la única certeza que tiene es que terminará su carrera en Deportivo Maipú de Mendoza, donde empezó. Ahora disfruta el día a día y alargará el anuncio de estirar su tiempo en River hasta fines de 2024 para ver cómo se va sintiendo. De todos modos, las charlas ya comenzaron y la idea, en principio, es renovar por un año más. Así, tendría al menos un Superclásico más en el Monumental. Por más que el domingo haya jugado como si fuera el último.
En Maipú esperan por la vuelta de su hijo pródigo
Enzo Pérez ya manifestó públicamente que terminará su carrera donde la empezó, es decir en Deportivo Maipú de Mendoza. El club lleva el nombre de ese departamento mendocino, uno de los más importantes de la provincia, que cuenta con más de 200 mil habitantes y una importante actividad frutícola y vitivinícola, además una gran cantidad de bodegas e industrias alimenticias.
El club fue fundado en 1927 y tras una larga trayectoria en la liga mendocina, fue el primero de la provincia en jugar el Nacional B, al lograr entrar en el torneo tras el Clasificatorio de 1986, justo el año en el que nació Enzo Pérez.
En la segunda categoría del fútbol argentino permaneció hasta 1992 y tras el descenso, empezó una caída libre que lo llevó hasta jugar en la B de la Liga de Mendoza. De a poco empezó la reconstrucción y en 2003 volvería a conquistar el torneo anual de la Liga mendocina. Un año, antes, el 8 de septiembre de 2002, Enzo Pérez, con 16 años, debutó en la Primera del club y al poco tiempo fue transferido a Godoy Cruz.
Maipú volvió al Nacional en 2021, tras 29 años, luego de ganarle a Deportivo Madryn la final del Torneo Federal A. Y actualmente es escolta –con 24 puntos- de Chacarita (el líder, con 27) en la Zona B del torneo de la segunda división del fútbol argentino. Mientras sueñan con jugar en la Primera División, en Maipú esperan el regreso de Enzo Pérez, su hijo pródigo.