Del 7 al 9 de julio, ArtHaus, uno de los nuevos epicentros de la cultura porteña, es el hogar del ciclo, hecho con colaboración con Mubi, Humor y melancolía: El cine de Martín Retjman. Son tres días, con entradas gratuitas, y donde se verán Rapado, la adorada Silvia Prieto y Los guantes mágicos (además de un concierto donde tocarán la hija de Rosario Bléfari, la fallecida protagonista de Silvia Prieto, Nina Suárez Bléfari y el hijo de Vicentico, actor en Silvia Prieto y protagonista de Los guantes mágicos, Florián Fernández Capello). Son tres días, con las tres primeras películas de un director que ha sabido convertirse en un clásico de culto, pero también en una nave nodriza de un estilo de comedia que define varios rincones de la cultura actual. Las formas de Martín Retjman, que ya tiene más de 20 años en nuestra cultura de cine, son unos de esos prismas cruciales que pocos saben de su importancia que pero aparece, sin dudas, en varios rincones. Retjman ha observado el sinsentido, universal y el argentino, nuestras excusas, nuestros miedos, nuestros vacíos, como somos cuando nos chocamos, y ha logrado las comedias más poderosas del cine independiente argentino (decir las mejores es menospreciarlas: son su ADN, su esencia, su sol). A la hora de reflexionar sobre este regreso que después irá a la plataforma Mubi, el mismo Retjman sostiene: “Son películas muy difíciles de encontrar y de ubicar y creo que es bueno verlas. Bueno, me pone contento que pase eso y también que cada tanto se vuelvan a proyectar. Por ejemplo, se dio el martes en la Universidad del Cine con un grupo de alumnos y estaba repleto con gente sentada en el suelo en los pasillos. Después hubo una charla. Había público que no había visto nunca la película, otros que la habían visto ya varias veces. Me parece que es como una especie de privilegio eso de poder volver a encontrarse con un público y poder volver a pasar y mostrar las películas y que se establezca una nueva comunicación. No te podría decir qué es lo que me sorprende, pero sí que me pone contento de esta situación”.
—¿Cómo has vivido el culto que se ha generado en torno a tu cine y tu figura?
—Lo primero que me sorprendió siempre, desde mi primera película, es que le haya gustado a alguien. Me desconcertó y así me iba a pasar tanto con Silvia Prieto y con todas las películas que hice: siempre me desconciertan, siempre la primera impresión es quizá es muy malo y que no voy a que no voy a a encontrar ningún tipo de eco. O el único que voy a encontrar es un eco negativo y después siempre me sorprendo encontrando gente que sincroniza, que sintoniza, con las películas de alguna manera y que después, a lo largo del tiempo, sigue pasando.
—¿Cuál es tu vínculo con tus películas?¿Cómo las vivís en este momento de tu vida?
—Tuve que volver a ver Silvia Prieto cuando se hizo la la restauración de la película, cuando se pasó a digital. Yo estaba en en en la Berlinale y justo en ese momento estaban terminando la restauración, entonces me fui como hombre de negocios, por un día. Me proyectaron la película para que yo viera lo que estaban en el trabajo. Me la proyectaron con sonido, para que chequee, eso también y no…. no me lo esperaba realmente porque no me gusta volver a mis películas. La vuelvo a ver entera y fue raro. Creo que están para mí están muy situadas en un momento de mi vida, que ya quedó atrás y me gusta que la gente pueda volver a conectarse con las películas, pero yo no hago ese ejercicio,
—Esta serie de films fue fundacional para una forma de comedia en Argentina ¿cómo viviste esa parte de de lo que se ha generado con tu obra?
—No sé. Pero supongo que algo de eso debe haber. Sí sé que mucha gente vio mis películas, que los estudiantes de cine ven mis películas, que son quienes después hacen las películas y supongo que alguna influencia habrán tenido. Espero que positiva, pero no sé qué decirte. Te juro que no tengo respuesta. Veo a veces algunas películas y me parece que hay algo, o sea que tienen algunas familiaridad con las mías. Pero no lo pienso tanto como una influencia, sino como que a veces la gente hace cosas similares o tiene gustos y tiene un gusto similar, otros trabajan en la misma frecuencia que otra gente y viste las mismas películas. También vivimos en Argentina y prestamos atención a determinadas cosas: es como apuntar la mirada de una manera particular hacia determinadas cosas que pasan y pasan acá, o que nos pasan a nosotros y de eso sacamos después historias para contar. Me parece que es más como la idea de hacia dónde apuntar la mirada, ¿no? Puede hacer de eso lo que se haya sacado de mis películas.
—¿Qué es la comedia para vos?
— Creo que no hago comedias puras. No es que me dedico al género comedia. Me gustan algunas comedias puras, pero sobre todo las comedias más antiguas, del cine más clásico. No es un género que frecuente tanto, pero me pasa que me sale hacer una forma de la comedia, creo medio naturalmente y es algo a lo que no le puedo escapar o ya no le quiero escapar tampoco. Cuando escribo necesito cierto estímulo y como que necesito disfrutar de lo que escribo y muchas veces lo que me hace disfrutar de lo que escribo y me hace pensar que lo que estés viendo tiene vida, es el humor.
—Muchas veces hablan del sinsentido de tus personajes…
—Si alguien se pone a filmar, tu vida o la mía o la de cualquiera de nosotros y después decía hace una edición de eso eligiendo determinados momentos no vamos a tener un resultado muy diferente de mis películas, ¿no? Las situaciones que están en mis películas son situaciones que alguna gente vivió de algún modo o con un absurdo parecido y es una cuestión de acumulación también. La acumulación y encontrarle un sentido ¿no?
Las nuevas miradas
—Martín ¿cuál es tu vínculo con tus personajes considerando que muchos de ellos han creado un nexo muy emocional con los fans o por ejemplo la presencia de Rosario Bléfari que no ya no está con nosotros?
—Muchas veces construyo personajes en función de gente que conozco o usando cosas de gente que conozco. Nunca usé exactamente el modelo de una persona para un personaje pero siempre tomé muchas frases o situaciones que vi, por las que pasaron esas personas reales y las llevé después a que formaran parte de mi universo. Y en realidad con los personajes me relaciono más por los actores, porque trabajo muchas veces con los mismos actores. Por ejemplo, con Rosario Bléfari, con Silvia Prieto: lo que me pasó fue que después no podía firmar otra película con ella. Hay actores que he repetido, pero a veces después de que hacen un protagónico me es difícil sacarlos de ese lugar, ponerlos en otros personales. Hablamos de ciertas cosas de mis películas, y ahora puedo ver que tienen un universo, como que los personajes se mueven en un mundo muy parecido al nuestro, pero no exactamente igual, corrido un poco. Entonces, ver las películas llegar a otros lugares, me emociona un poco. Me pareció medio, no sé, me gustó: es bueno ver como lo que hiciste a lo largo de los años genera buenas respuestas y ver que las cosas duran. Sobre todo poder ver después de tanto tiempo que las películas todavía todavía tengan la posibilidad de establecer una comunicación con generaciones, con nuevos espectadores. Eso sin duda es buenísimo. Sí, está bien, con eso estoy bien. La verdad que con esto estoy bárbaro.