Griselda Siciliani: “Me maravilla la manera en la que se produce humor”

0
6

Pura sangre, el amor es un monstruo es una pieza desmesurada, sentida, y pasional. Pero es principalmente la prueba del recorrido que la actriz Griselda Siciliani ha llevado a cabo, que tiene que ver tanto con sus comienzos en el off como su actual participación en films de autores como Alejandro González Iñárritu, con clases de danza que daba para ganar un sueldo como con su paso por el mainstream de nuestra televisión. No hay una evolución; o sí, pero antes que nada, hay un mundo que se da cuenta del talento de una persona como Siciliani, de esas actrices que entienden cada guión y set que pisan, y que mejoran códigos, usos o costumbres. Entonces, ella, Carlos Casella y Jorgelina Aruzzi deciden hablar del amor, de una forma del amor, de una incontenible pero que tampoco se soporta a sí misma. Así crean Pura sangre, una obra que sí entiende, desde su minuto cero, todo lo que Siciliani puede, y quiere, de un escenario, del arte como hoguera y como hogar. Y así ahora vuelve al Paseo La Plaza, con su cruza entre el musical, con sus canciones, con su danza, con su puesta en escena. ¿Qué es ahora? Dirá Siciliani: “Es lo mismo que antes. Para mí nuestra unión y nuestro espacio de autogestión es un espacio de resistencia. Hay algo del teatro, que ya es un espacio de resistencia, y del teatro de gestión, que tiene que ver de hablar de lo que se nos canta, de juntarnos tres colegas, tres amigos, que tenemos nuestros caminos artísticos, y elegir uno que nos interpele, sea cual fuere, y poner nuestro tiempo, nuestras nuestras ideas, nuestros cuerpos, nuestro capital como artistas, nuestra manera de contar, y elegir hacerlo de la manera que nos gusta hacerlo, sin elegir una estrategia comercial. Dejando atrás el ‘hacer esto por que gusta, porque esto es lo que pega, porque es lo que esta de moda’”. A mí Pura sangre me interpela, me representa, hacerlo de esta manera y con este lenguaje. Me identifica. Pura sangre es mi identidad artística. Cuando hago ese espectáculo, cuando estoy arriba del escenario haciéndolo, ese personaje me representa, tiene mi ADN”.

—¿Cómo te representa? ¿A la hora de lo querés contar?

—Me representa en términos artísticos, expresivos. Después también me interpela el tema de la obra. Pero a nivel expresivo, me representa. Esa soy yo. Esa artista soy yo. Después me podes ver en un montón de otras cosas, en un drama, en una película, haciendo una comedia. Pero hay algo del lenguaje artístico, escénico, que propone Pura sangre, del cruce de artes, de esa rareza que hacemos hace tantos años con Carlitos (que tiene que sí o sí estar el humor, la hondura, la poesía, el movimiento, el desborde, el físico y el histriónico y expresivo) que siento que me representa más que otras cuestiones.

—En ese sentido, teniendo en cuenta lo que te viene pasando en el cine o las series, ¿qué tenés ganas de contar a la hroa de otras propuestas en este momento, considerando este recorrido reciente que venís haciendo?

—Pura sangre, como te decía, me viene interpelando. Hay algo de ese personaje estragado, del humor que me genera, de lo que me interesa este personaje pre empoderamiento, sin herramientas. Hay algo de eso que me identifica, de observarse cuando no tenes herramientas. O ya las tenes, y las vas adquiriendo como sea, con la vida, con un proceso terapéutico, con la experiencia, con lo que fuera. Extremar un personaje en una situación de estrago amoroso me representa. Me gusta hablar de eso. Me gusta hablar de la debilidad, de cuando no tenes herramientas, cuando no la ves. Me gusta hablar de eso, porque de ahí, de ese fondo, siempre surge algo positivo. Pura sangre es puras preguntas, no tiene moraleja alguna, es pura pregunta y puro desborde. Y algo de eso que a mi me gusta, del desborde, de pasarse.

—¿Hablas del desborde en el escenario lejos de las normas comerciales, como decías antes?

—Y en la vida también. De entregarse, y pasarse. Del no cuidado. Hay algo de la estrategia, mientras que Pura sangre habla de los vínculos, de una manera muy desbordada. En la vida tenes algo de la estrategia,  del “entonces le contesto y me clavó el visto, entonces ahora no le escribo, pero sabe que estoy haciendo eso”. Esas boludeces con las que yo no adhiero mucho. Por supuesto, cuidándome, no como la “pura sangre” que se golpea contra las paredes, y se tira de los lugares. Hay algo del pasarse un poco con lo que comulgo, de irse un poco a la mierda también. No ser tan políticamente correcto, hay algo políticamente correcto de los vínculos que a veces es re aburrido. Ya en un momento de la vida ya está. 

—Tuviste un momento con la obra, con la película de Alejandro Gónzalez Iñarritú, con otros proyectos ¿qué hizo ese momento en vos como actriz? 

—Sigue, me siento en un momento de mucha plenitud como actriz, de mucho reconocimiento de los otros, del mundo. Yo me sigo sintiendo igual, aunque veo una madurez en el hacer cosas muy diferentes. Vengo viviendo hace varios años ya en un camino en el que hago lo que me gusta. Eso es muy difícil, y en mi caso tengo que asumir que es un privilegio enorme, un espacio de privilegio donde los directores me llaman y las plataformas me convocan, donde son mucho más los “no” que digo (para hacer Pura sangre tengo que decir que no a tres otros proyectos). Tengo que pasar para adelante una película, por querer hacer esta obra. Eso, que me sucede a mí y a varios actores más, es un claro lugar de excepción, no es lo que está pasando. Todos mis amigos son actores, y veo lo que pasa, veo la situación de crisis total, lo dispar que es, que a mí me pasa esto y que otro no tiene trabajo, no encuentra un espacio, o no encontró lugar o no le tocó ese lugar en este cambio en la industria. Es muy injusto el trabajo nuestro, siempre lo fue. 

—Las plataformas pueden cambiar la ecuación, pero siempre trabajaste mucho, en todos tus espacios.

— En mi caso,  desde chica, desde estar en el espacio independiente del teatro: no era una actriz que iba a castings, era una actriz que se juntaba con otra actriz a hacer un espectáculo en un sótano. Siempre tuve esa mirada de ir atrás de mi deseo, de disfrutar la tarea en sí, no la expectativa de un resultado. Por ahí no ganaba plata con eso, pero daba clases de danza contemporánea, o de ballet a nenitas, porque siempre me mantenía con otra cosa; pero siempre la mirada puesta en lo artístico. Es un espacio muy difícil el que nos toca. Siempre siento que la tarea, y el recorrido de esa tarea, es lo principal. Ojalá me vea tal, y logre tal cosa: esas son dos cosas que nunca estuve. Hoy a mis 45 años me sorprende. Me llama Iñarritú, y es “¿en serio Iñarritú? Haces 80 castings”, y quedas. Es más de lo que soñé todas estas cosas que me pasan.

La comedia como hogar 

—Hablas de comedia, y hay algo en vos que siempre tenes la mirada de la comedia, hasta en el drama ¿cómo nace eso y como crece en vos?

— Yo muchas veces pienso en eso. Muchas veces me doy cuenta que cuando no estoy transitando el humor, o generando humor expresivamente, lo extraño. Me viene tocando hace un tiempo hacer un personaje en una película que es dramática, o en una serie que es bastante dramática, y siempre tengo una tentación, unas ganas de hacer reír, que van más allá de mí. Ni lo pienso. Me sucede. Me maravilla la manera en la que se produce humor. Pienso en eso, mucho. Pienso de donde viene, y siento que en mi familia nos manejamos mucho con el humor. Por eso, hay algo familiar. Es un modo de vincularnos, todos en casa desde chicos nos hemos manejado con el humor como medio de comunicación, de unión. La juntada siempre es humorística. Recuerdo mucho a mi abuelo paterno, era un hombre que generaba humor. Muy gracioso y muy serio. Todo el tiempo nos hacía reír desde la seriedad, el humor sequisimo, y él tenía plena conciencia que estaba generando humor. Era su modo de comunicación. No lo recuerdo en ningún momento solemnizandosé, hablando en serie de nada; con ningún tema, ni con el más terrible. En todas las situaciones, la mirada de él iba a ser humorística. Lo recuerdo austero, y mi hermano tiene mucho eso, casi una timidez, de personas muy calladas, observadoras y graciosas. Siempre encontrando el momento para el humor, con perfecto timing. Hay algo de eso que todos nosotros, seis hermanos, aprendimos. Hay algo de la multitud que éramos siempre, que retroalimenta el humor, con sumarte a algo que el otro está construyendo. En mi familia se usa mucho esa manera de comunicación no solemnizada.