“La tierra es fuego bajo nuestros pies”: esta es una de las pocas frases que tenemos de Soledad. Ella misma la dijo (en clandestinidad) a un compañero cuando se despedían. Su hija, Ñasaindy, fue quien me lo contó. Y esta sensación, este sentimiento nos une, me hace caminar y tal vez sea lo que me traiga ahora de vuelta a Buenos Aires.
Mi caminar empezó aquí, ciudad donde nací, más luego mis padres me llevaron a Brasil en 1981 cuando yo tenía apenas 3 años y cuando Argentina vivía su “Proceso de Reorganización Nacional”, o siendo más clara, su dictadura cívico-militar. Tal vez a partir de ese momento yo ya empezaba a sentir la calentura de la tierra bajo mis pies.
Desde ahí fueron muchos caminares, tránsitos, dislocamientos, ahora ya causados por mí misma, en busca de construirme como mujer y como mujer de teatro, de entenderme como argentina-brasileña latinoamericana.
Y en medio a este incesante caminar, llego a Recife-Pernambuco, donde me encuentro con otra artista, Hilda Torres, actriz que también venía buscando y contando historias de otras mujeres para seguir escribiéndonos en el mundo. Ella me presentó a Soledad y juntas creamos esta obra en el 2015. En ese momento en Brasil escuchábamos en las calles frases como “que vuelva el gobierno militar” o “basta de Paulo Freire”. Y en este descalabro encontrábamos juntas la razón para contar esta historia. La historia de Soledad Barrett Viedma, una mujer militante, revolucionaria, nacida en Paraguay en 1945, más que luchó en toda Latinoamérica y que fue asesinada en Brasil en 1973 por el régimen militar.
Hace ocho años venimos contando esta historia en escena. Además de en Brasil, estuvimos en Paraguay, Uruguay, Cuba, España… y a cada nuevo lugar, a cada año, nos preguntamos porque seguir contándola. Los motivos fueron y son muchos. Algunas veces fuimos movidas por un contexto político, a veces por encontrar personas que compartieron el mundo con Soledad, a veces por sentir la fuerza de contar la historia de una mujer y con eso abrir lugar para nuestras propias narrativas, y para las de otras mujeres sean ellas cuales sean, a veces por sentir que estábamos devolviendo Soledad viva em forma de arte a sus lugares.
Y ahora este caminar me trae hasta aquí, justo en este momento político. Yo siempre pensé que era importante mirar atrás para no olvidar, para intentar entender y para construir nuevos futuros. Tal vez contar esta historia una vez más aquí y ahora sea mi forma de intentar colaborar con ese nuevo futuro que deseo, un futuro que no repita la terrible historia de violencia de nuestras dictaduras, que no nos lleve de vuelta a un pasado muy cercano y presente todavía.
Yo aprendí muchas cosas con Soledad… Daniel Viglietti también. Él dice en una canción que Soledad le enseño tres cosas: la primera es que el llanto hay que empuñarlo, darlo a cantar; la segunda es que la patria no es un solo lugar; y la tercera es que lo que no logre uno solo ya lo harán dos.
Creo que seguimos estas enseñanzas, cuando decidimos mirar el dolor de su historia y cantarlo en escena, cuando decidimos hacerlo usando palabras de tantas y tantos que de alguna manera compartieron la existencia con Soledad y cuando no nos conformamos en contar esta historia apenas en un único lugar.
Pienso que Soledad nos convoca a caminar juntos, por un mundo mejor. Y por eso sigo y seguiré empuñando esta historia con (y para) tantas otras, otres y otros compañeros que también sienten la tierra quemándoles los pies. Si esto te pasa a vos, te espero en el teatro.
Por ahora te dejo con un poema, para que Soledad te cuente un poco más sobre todo esto.
Madre, no te apenes si no vuelvo, me encontrarás en cada muchacha del pueblo, de este pueblo, de aquel, de aquel otro, del más acá, del más allá. ¡Tal vez cruce los mares, las sierras, las cárceles, los cielos, pero Madre yo te aseguro que sí, me encontrarás!
¡En la mirada de un niño feliz, de un joven que estudia, de un campesino en su tierra, del obrero en su fábrica, del traidor en la horca, del guerrillero en su puesto siempre, siempre me encontrarás! Mamá, no te pongas triste, tu hija te quiere.
Soledad Barrett.
*Directora de Soledad, la tierra es fuego bajo nuestros pies. Las funciones en Argentina (con debate posterior sobre Arte y militancia) los días martes 21 y miércoles 22 de noviembre a las 20.30 h, en el Centro Cultural de la Cooperación. El viernes 24 de noviembre a las 20h, en el Auditorio UTE de Bartolomé Mitre 1984. En ambas salas la entrada es gratuita.