“Las salas son pymes culturales”

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La Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos generaría la desaparición directa o la asfixia por desfinanciamiento de las Bibliotecas Populares, del Inamu, del FNA y del Incaa. En la actividad escénica no estatal, la derogación de la Ley Nacional del Teatro 24.800 encaminaría la eliminación del Instituto Nacional del Teatro.

Gustavo Uano, su director ejecutivo entre 2020 y el 10 de diciembre de 2023, tiene mandato cumplido, pero aún no hay nombramiento efectivo de quien recibió una propuesta no formalizada: Mariano Stolkiner. El INT, surgido a partir de la Ley de 1997 y con Lito Cruz como su primer Director Ejecutivo, es parte de los derechos democráticos recuperados en 1983. En su actual coyuntura, vale la palabra de Uano: “El INT resulta de una ley militada durante décadas, por generaciones de teatristas. Implementa incentivos para el fomento y el desarrollo del teatro independiente de nuestro país. Sus políticas públicas, a través de representaciones provinciales, cumplen una acción descentralizada. El INT gestiona apoyos para: sostener una sala (desde El Teatro del Hain en Ushuaia a la Red Mote en Tilcara, como dos ejemplos), estimular la capacitación e investigación; producir una obra de teatro; refaccionar espacios; comprar equipamientos técnicos; organizar giras y eventos. También, desde hace 20 años, tenemos una editorial propia [Editorial INTeatro], única en su tipo, que produce más de 15 libros por año, que se reparten gratuitamente [también disponibles on line, al igual que la revista Picadero]. Asimismo, el INT realiza las 24 fiestas provinciales y la Fiesta Nacional del Teatro”.

De Jujuy a Tierra del Fuego. El federalismo atraviesa el INT. En cambio, como subraya Laura Vinaya, su secretaria general, “en la mayoría de las provincias, no existen otras fuentes de financiamiento sostenido que garanticen presupuestos equilibrados en las seis regiones del país [Centro, Centro Litoral, NEA, NOA, Nuevo Cuyo y Patagonia]”.

El dramaturgo y director Javier Daulte analiza: “Es tremendamente violenta esta intención de terminar con el INT, el que cumplió y cumple con una tarea que no hubiera podido lograrse sin esa institución que federaliza nuestro quehacer. El INT no tiene relación ni con el teatro comercial ni con el teatro público, sino con esa franja del teatro que se llama independiente, alternativo, que tiene un valor, un vigor único en la Argentina y en el mundo. Produce teatro de muy buena calidad, aun cuando la ecuación económica no cierra. ¿Esto lo resolvería un esponsoreo? No. El objetivo, los alcances y las actividades que promueve el INT son mucho más amplios que la Ley de Mecenazgo”.

En torno al teatro y el libre mercado, Uano explica: “Las organizaciones teatrales apelan a la autogestión y el autofinanciamiento para subsistir. No dependen, pero sí necesitan del aporte del INT. Además, generan trabajo que suma al PBI nacional. Al tratarse de una actividad productiva artesanal, que no tiene fines de lucro en sus postulados, no puede medirse con la misma vara de la rentabilidad del libre mercado. Es una fantasía que el mercado vaya a derramar beneficios en la actividad cultural, sobre todo, en las localidades más alejadas de nuestra patria. ¿Entonces qué hacemos? ¿Privamos a la inmensa mayoría que vive alejada de las grandes capitales, de poder disfrutar de las artes escénicas independientes?”.

En términos numéricos, Vinaya brinda este porcentaje: “La inversión en cultura representa solo el 0,2% del presupuesto nacional, que trata el Congreso de la Nación. A pesar de este bajo porcentaje, el sector cultural genera un valor agregado anual del 1,8%. El presupuesto que insume el INT no es significativo. Es una falacia decir que es exorbitante”. Tomando los últimos tres años como referencia, el crédito que recibió el INT ha sido de $ 1.260 millones en 2021; $ 1.700 millones en 2022, y $ 2.300 millones en 2023.

Con estas cifras, Uano hace este balance: “Hay más de 1.500 salas de teatro según el Sinca (Sistema de Información Cultural de la Argentina) sumando los circuitos comercial, independiente o alternativo, y oficial. De esas salas, casi 500 espacios de teatro independiente en toda la Argentina reciben el apoyo del INT, y también, de diversos modos, más de 3.500 grupalidades. En 2023, el INT otorgó: más de 350 aportes para el funcionamiento de salas, más de 600 producciones de obras; más de 500 giras teatrales, más de 250 eventos teatrales, 30 publicaciones teatrales, más de 100 actividades de grupo (giras, estrenos, talleres) y más de 30 estrenos y adecuaciones de salas”.

El INT favorece la creación de públicos. Por ejemplo, solamente a la última Fiesta Nacional del Teatro en Catamarca y La Rioja asistieron 32 mil espectadores. “El crecimiento de audiencias ha sido exponencial en los últimos años, con programas que alcanzaron a más de 800 mil espectadores”, informa Uano y continúa: “El presupuesto del INT es anualmente aprobado por el Congreso de la Nación, de acuerdo con su ley de origen. Cada erogación, la determina el Consejo de Dirección, de manera absolutamente federal; se controlan las rendiciones de todos los apoyos. Hay, además, una auditoría interna y externas, como la Sigen”. Para Daulte, “el Instituto no debe desaparecer, debe permanecer, debe de algún modo aggiornarse, mejorarse y, también, tener mucho más presupuesto”.

La conformación de autoridades, jurados y adjudicación de fomentos se basa en una estructura reglamentada de concursos abiertos y en la disponibilidad de información pública. Explica Vinaya que, por el complejo procedimiento de elección “que realiza un jurado especializado y sin ninguna distinción partidaria, la discrecionalidad es imposible”. A modo de ejemplo, el caso de la actriz, dramaturga y directora Natacha Delgado: “En 2022, me presenté al concurso público para conformar el cuerpo de jurados nacionales de calificación de proyectos del INT, al que se habían presentado también colegas de mucha trayectoria. Luego de tres instancias (antecedentes, examen técnico y entrevista), gané el cargo, hasta 2024. Como yo, los miembros del Consejo también ganaron sus cargos por concurso público”.

“Razones” para avanzar. Para Uano, “su eliminación se plantea sin fundamentación, de manera arbitraria; ninguna causa o sector demanda la derogación de la ley. El INT es una marca de prestigio, un ejemplo de lo que está bien en la Argentina y el mundo. Las declaraciones de Federico Sturzenegger son excusas arteras, acusaciones falaces e infundadas”. 

¿Qué efectos concretos podría tener la desaparición del INT? Para Vinaya, “lisa y llanamente, la extinción del sistema productivo federal del teatro independiente, sobre todo en las provincias. Podría sobrevivir algún espacio o compañía de las metrópolis, con estrategias cercanas al teatro comercial, o que no deba alquilar. Se afectaría la continuidad de más del 80% de los proyectos actuales. Las salas de teatro y los elencos o compañías son nuestras pymes culturales”. El perjuicio estaría en el sector productivo y su cadena de valor, y luego, en el público: “El directo beneficiario del INT es cualquier familia argentina que puede disfrutar de una obra en una escuela, en un barrio, en cualquier ciudad o pueblo de nuestro territorio”.

Mauricio Kartun, referente del quehacer teatral, concluye: “Por hablar del lugar donde más trabajo, Buenos Aires es una plaza teatral con 500 estrenos anuales, con cientos de salas y una población de estudiantes de teatro que triplica la de cualquier capital europea. Esa producción es uno de los más poderosos atractivos para el turismo cultural: una multitud se mueve los fines de semana en la zona de los teatros; bares y restoranes aprovechan su cercanía. Todo es resultado de aquella ley: de su fomento a las salas, a la producción independiente, de sus becas y planes de formación. Hoy no hay festival internacional que no convoque a algún espectáculo argentino (el ansiado capital simbólico en el que algunas potencias invierten cifras inmensas). Espectáculos fomentados por el INT llenan en la calle Corrientes salas grandes, a la altura de la de cualquier producción comercial. Cerrar el Instituto o desfinanciarlo con objetivos de ahorro sería un acto de la más absoluta necedad. Una banalidad imperdonable. Un tiro en el pie. Además del trascendente capital cultural, su gran objetivo, la actividad hace fluir hoy además una corriente económica que en muy poco tiempo se perdería inexorablemente”.