El
estreno
de
Recuerdos
mortales
implica
el
retorno
del
thriller,
de
un
género
que
ha
sido
descartado
por
las
grandes
ligas
y
solo
respira,
a
regañadientes,
en
las
plataformas.
La
llegada
de
un
thriller
con
nombres
como
Russell
Crowe
y
Karen
Gillan
sacude
una
cartelera
que
ya
no
recibe
novedades
de
género
como
estas.
Su
director
es
Adam
Cooper,
un
nombre
con
un
vasto
historial
como
guionista
y
habló
en
exclusiva
con
PERFIL.
Cooper
entiende
perfectamente
de
donde
sale
su
urgencia
por
filmar:
“Siempre,
no
importa
la
ocasión,
se
trata
del
personaje.
¿No
es
así?
Nunca
tiene
que
ver
con
ninguna
otra
cosa.
La
historia
no
es
interesante
si
no
posee
un
punto
de
vista
que
nazca
de
la
naturaleza
de
una
personajes.
El
punto
de
vista
es
siempre
un
personaje,
su
viaje,
su
pelea
contra
algo
nuevo
que
aparece,
su
experiencia
en
crisis,
algo
que
logra
tensar
un
cable
en
lo
que
vos
sentís
es
tu
experiencia
de
vida.
No
es
necesario
que
eso
tenga
que
ver
con
la
identificación.
Pasa
por
otro
lugar,
por
entender
a
cualquier
personaje
y
darle
una
oportunidad
de
ser
acompañado.
Siempre
es
el
personaje
lo
que
importa,
siempre
es
su
crisis.
Sea
financiera,
espiritual,
moral,
económica,
religiosa,
romántica,
o
sea
de
la
naturaleza
que
sea:
esa
crisis
es
siempre
importante,
es
siempre
fundamental.
Esas
crisis,
y
el
viaje
que
sigue,
hacen
a
los
personajes
más
completos,
no
siempre
es
algo
bueno,
pero
al
final
del
camino
las
partes
que
estaban
rotas,
para
bien
o
mal,
vuelven
a
estar
juntas”.
—¿Cómo
viviste
vos
el
arte
de
contar
de
chico?
¿Qué
anécdota
recordás
que
te
haya
llevado
a
esta
vida
en
el
medio?
—La
película
que
siempre
recuerdo
es
la
película
de
Hal
Ashby,
Desde
el
jardín.
Protagonizada
por
Peter
Sellers.
Esta
película
define
muchas
cosas
de
las
que
he
hecho
a
la
largo
de
mi
carrera.
Han
existido
muchas
imitaciones
de
esa
película,
intencionales
y
no,
y
las
ha
habido
desde
el
primer
momento
que
existieron.
Este
personaje
de
Peter
Sellers
es
como
un
niño,
y
debido
a
circunstancias
que
se
acaban,
él
ha
podido
vivir
toda
su
vida
de
una
forma
donde
vivía
protegido
del
mundo.
Esa
vida
infantil,
y
ese
final
de
esa
vida,
es
algo
en
lo
que
pienso
siempre
cuando
trabajo
contando
una
historia.
—Has
sido
guionista
toda
tu
vida,
¿qué
descubriste
que
querías
contar
en
tu
debut
como
director?
—Sé
que
hay
gente
que
son
autores,
que
buscan
crear
desde
la
autoría,
desde
una
mirada
donde
lo
personal
aparece
hasta
en
la
pantalla,
en
los
planos.
Yo
no.
Yo
quise
contar,
y
siempre
necesité
a
otros.
Siempre
escribía
solo,
o
con
alguien.
Pero
aquí
descubrí,
o
sentí
más
en
evidencia,
la
naturaleza
comunicativa
del
medio.
Creo
que
más
allá
de
como
siga
está
película
su
camino,
lo
que
me
voy
a
llevar
es
la
experiencia
que
logre
generar
con
otos
artistas,
las
amistades
que
se
formaron.
Redescubrir
la
naturaleza
colectiva
de
este
medio,
que
es
diferente
de
otras
artes
individuales,
como
la
pintura,
el
escribir.
—¿Qué
apareció
en
la
película
que
quizás
no
creías
que
iba
a
estar
y
terminó
apareciendo?
—Sí,
la
película
va
quemando,
en
el
mejor
sentido,
de
una
forma
lenta,
bien
contada.
La
narrativa
del
detective
siempre
implica
ir
aprendiendo
la
historia
desde
el
detective,
y
pensé
que
esa
lente
iba
a
ser
más
complicada
o
más
rancia.
Pero
funcionó
muchísimo
y
eso
es
algo
que
me
pone
muy
contento.
Es
algo
que
quizás
desde
mi
inseguridad
no
esperaba
que
funcione
tan
bien,
y
logramos
algo
todos
juntos
de
lo
que
hoy
me
siento
muy
orgulloso.
Russell
crowe
y
la
pandilla
—¿Qué
buscabas
de
los
actores
considerando
que
fuiste
guionista?
—Considerando
que
trabajaba
con
una
leyenda
como
Russell
Crowe,
y
varias
otras,
no
había
mucho
que
yo
pudiera
enseñarle
a
los
actores.
Pero
más
allá
de
la
broma,
tenía
eso
muy
claro.
Entonces
era
importante
no
meterme
en
su
camino,
pero
al
mismo
apuntalar
la
película,
ir
guiando
a
donde
queríamos
que
fuera.
Nunca
le
iba
a
enseñar
nada
a
Crowe,
más
allá
de
pensar
cómo
explicarle
que
quería
trabajar.
Eso
aplica
a
todos
los
actores.
Entonces,
lo
único
que
puedo
preguntarme
es:
¿cuentan
algo
que
se
siente
verdadero?
Esa
búsqueda
de
verdad
es
lo
único
que
nos
guía
a
todos,
y
es
nuestro
objetivo
común.
Eso
es
lo
que
puede
definir
la
cruzada,
y
los
momentos
donde
te
animas
a
levantar
la
mano,
tienen
que
ver
con
que
sentís
que,
por
alguna
y
otra
razón,
esa
verdad
falta
en
el
set.
Esa
sí
que
es
una
verdad,
valga
la
redundancia,
que
cualquier
película
busca
lograr,
que
cualquier
película
logre
que
se
respire
cuando
se
la
mira.
Eso
es
a
lo
único
que
apuntaba
y
realmente
conseguimos,
como
ya
dije,
todos
juntos
avanzar
hacía
adelante.
Eso
volví
a
descubrir,
cuanto
el
cine
necesita
que
busquemos
la
verdad,
que
busquemos
juntos,
como
equipo,
como
público,
mucho
más
que
la
moda,
que
busquemos
la
verdad,
aquello
que
tiene
el
cine
que
lo
hace
mejor
que
muchos
otros
tipos
de
relatos.
Por
eso
siempre
aunque
soy
inseguro,
tuve
mucha
fe
en
lo
que
estábamos
contando,
porque
creo
en
el
cine,
porque
creo
en
su
poder,
porque
creo
en
lo
que
puede
hacer
cuando
lo
vemos.
Y
nunca
voy
a
dejar
de
creerlo.