En
unos
días
volvemos
a
hacer
funciones
de
mi
sexta
obra
como
autor
y
director,
“Lo
Tejió
La
Juana”.
Por
primera
vez
actúo
en
un
material
propio
y
creo
que
esta
vez
no
me
quedaba
otra
opción.
La
obra
tuvo
sus
orígenes
en
la
pandemia,
cuando
acababa
de
ser
padre
por
primera
vez
y
el
encierro
era
lo
normal.
Un
bebé
llegaba
a
mi
vida
en
el
momento
en
el
que
la
muerte
estaba
presente
en
todas
partes.
No
sé
muy
bien
por
qué,
pero
fue
ahí
cuando
algo
de
ser
sanjuanino
se
metía
en
los
textos
que
empezaba
a
acumular,
textos
que,
claro,
hablaban
de
cosas
relacionadas
al
embarazo
y
también
de
sensaciones
vinculadas
a
la
muerte.
Aunque
cueste
juntar
esas
palabras,
cuidar
un
bebé
recién
nacido
es
evitar
la
muerte
todo
el
tiempo.
La
obra
es,
de
alguna
manera,
extrañar
San
Juan
y
hacer
que
se
manifieste
en
un
constante
juego
entre
recuerdos
y
presente.
Una
madre
se
murió
de
repente
y
dos
hermanos
no
saben
muy
bien
dónde
están
parados
después
de
esa
partida.
Una
prima,
que
vive
en
Buenos
Aires,
llega
a
San
Juan
para
darles
una
mano.
La
prima
está
de
ocho
meses
y
nadie
lo
sabía.
Los
que hacemos
“Lo
Tejió
La
Juana”
somos
en
su
mayoría
de
San
Juan,
como
si
hubiese
una
confianza
extrema
en
eso
que
compartimos
por
haber
nacido
y
crecido
en
la
misma
tierra.
No
quería
que
nadie
actúe
de
“ser
sanjuanino”,
ni
tampoco
de
“cordobesa”
o
“porteña”
(hay
dos
infiltradas
en
la
historia
que
vienen
a
hacer
tambalear
la
tranquilidad
y
parsimonia
que
manejamos
los
cuyanos).
Eso
que
significa
ser
de
un
lugar
no
se
puede
explicar
y
prefería
ocupar
el
tiempo
de
ensayo
en
que
descubramos,
entre
todos,
la
obra.
“Lo
Tejió
La
Juana”
habla
de
cómo
cuesta
tomar
algunas
decisiones,
de
cómo
la
muerte
puede
colocarnos
en
un
estado
en
el
que
no
sabemos
qué
hacer
primero,
cómo
movernos
o
qué
tirar
y
qué
guardar.
Bueno,
criar
es
más
o
menos
parecido,
traer
una
vida
al
mundo
es
igual
de
desconcertante.
Pienso
que
tener
un
bebé
o
despedir
a
alguien
nos
muestra
que
la
familia
está
impregnada
en
nuestra
historia
de
manera
invisible
y
poderosa
y
algo
de
todo
eso
se
teje
en
la
obra.
Mañana
llega
mi
prima
a
Buenos
Aires
y
la
voy
a
buscar
al
aeropuerto.
Es
actriz
y
hace
de
mi
prima
en
la
obra.
Los
dos
sabemos
que
esta
patriada
de
venirse
desde
San
Juan
para
hacer
teatro,
en
este
contexto,
es
el
acto
de
resistencia
y
de
arrojo
más
rebelde
de
nuestro
último
tiempo.
Porque
resulta
que
ahora
sobrevuela
bajito
y
amenazante
el
fantasma
de
un
nuevo
sentido
común:
nosotros,
los
artistas,
somos
vagos
y
vivimos
de
los
subsidios
del
Estado.
Ay,
qué
tristeza.
De
pronto
tenemos
que
explicar
que
buscar
un
lenguaje
poético
ensayando
sin
parar
una
obra
de
teatro
es
nuestro
trabajo.
De
pronto
tenemos
que
hablar
de
la
importancia
de
la
cultura
y
la
identidad
de
un
país.
De
pronto,
un
montón
de
pensamientos
y
también
un
recuerdo:
el
día
que
le
conté
a
mi
familia
que
no
quería
trabajar
más
en
la
profesión
que
había
estudiado
para
finalmente
dedicarme
a
actuar
y
escribir.
Mi
abuela
Juana,
me
llamaba
a
Buenos
Aires
y
cuando
yo
le
contaba
que
iba
a
estrenar
una
obra
me
decía
“qué
lindo,
Negro,
¿y
de
trabajo
nada?”
Me
daba
ternura
su
pregunta,
era
grande
y
vivía
en
San
Juan,
entonces
yo
pensaba
que
su
edad
y
algo
de
estar
allá
lejos
hacía
difícil
ver
que
el
mundo
y
sus
posibilidades
podían
ampliarse.
Más
allá
de
que
hoy
esos
pensamientos
siguen
vivos
en
muchas
personas,
el
día
que
estrenamos
“Lo
Tejió
La
Juana”,
tuve
la
sensación
de
que
si
mi
abuela
hubiese
visto
la
función,
me
hubiese
dicho
“Negro,
no
entendí
muy
bien
cómo,
pero
me
han
emocionado”.
Me
gusta
pensar
que
nuestro
trabajo
es
el
de
conmover
sin
mostrar
los
hilos.
Como
cuando
yo
no
entendía
que
el
suéter
que
me
regalaba
la
Juana,
lo
había
tejido
todo
ella
solita.
Esto
no
le
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
En
este
contexto
difícil
y
con
juicios
extraños
alrededor
decidimos
volver
a
hacer
funciones.
Somos
muchos
los
que,
a
pesar
de
todo,
seguimos
haciendo
teatro
convencidos
en
defender
la
belleza
de
esos
espacios
de
encuentro,
intercambio
y
reflexión.
Porque
lo
que
construimos
es
sumamente
grande,
fuerte
y
poderoso.
Y
ahora,
más
que
nunca,
lo
tenemos
que
cuidar
como
si
se
tratara
de
un
bebé
recién
nacido.
Tenemos
que
chequear
constantemente
que
no
deje
de
respirar,
que
siga
creciendo
y
que
nunca
esté
en
peligro,
aunque
sepamos
que
es
imposible
que
se
muera.
*Dramaturgo,
actor
y director
sobre
su
nueva
obra “Lo
Tejió
La
Juana”.