“En
los
años
50,
cuando
vi
‘Esperando
a
Godot’,
en
el
Instituto
de
Arte
Moderno,
dirigida
por
Jorge
Petraglia,
me
reventó
la
cabeza.
No
sé
si
entendí
mucho
de
qué
se
trataba
la
obra
de
(Samuel)
Beckett,
pero
sí
que
eso
era
lo
que
quería
hacer”,
reflexiona
Mario
Diament.
Así,
este
gran
referente
del
periodismo
argentino
y
destacado
autor
teatral,
recuerda
un
momento
clave
de
su
vida
cuando
decidió
embarcarse
en
la
aventura
de
contar
historias
que
tengan
la
oportunidad
de
alentar
la
reflexión
en
los
espectadores.
Comenzó
su
carrera
periodística
en
el
recordado
diario
La
Opinión,
donde
llegó
a
desempeñarse
como
editor
jefe.
Dirigió
El
Cronista,
la
revista
Expreso
y
colaboró
para
Clarín,
La
Nación
y
el
Herald
de
Miami,
ciudad
donde
reside
desde
hace
varias
décadas.
Fue
además
profesor
y
director
de
la
escuela
de
Periodismo
y
Comunicación
de
Medios
de
la
Florida
International
University.
Como
dramaturgo,
escribió
numerosas
obras
como
“Crónica
de
un
secuestro”,
“Interviú”
(rebautizada
“Tango
perdido”),
“Esquirlas”,
“Por
amor
a
Lou”,
“Tierra
del
fuego”,
“Cita
a
ciegas”,
“El
fixer”
y
“Guayaquil”,
entre
otras.
En
la
mayoría
se
vale
de
personajes
o
hechos
históricos
para
meditar
sobre
acontecimientos
del
presente.
Regresó
a
Buenos
Aires
por
pocos
días
con
motivo
del
estreno
de
“Café
Central”,
su
nueva
pieza
en
el
teatro
El
Tinglado.
Muy
cordial
y
educado,
con
hablar
pausado,
no
esquiva
ningún
tema
a
la
hora
de
compartir
con
NOTICIAS,
una
tarde
regada
con
café,
invadida
por
recuerdos
del
pasado
y
preocupaciones
por
el
presente
incierto.
Noticias:
¿Qué
le
atrae
del
teatro?
Mario
Diament:
Mi
primer
libro
se
llamó
“Exilios”
y
eran
cuentos,
pero
el
diálogo
tenía
un
misterio
especial
para
mí
y
sentía
que
era
más
mi
medio
de
expresión
que
la
narrativa.
Debe
haber
influido
que
de
chico
vi
bastante
teatro
porque
mi
viejo
era
muy
teatrero
y
le
gustaba
llevarme.
Era
un
inmigrante
sin
una
educación
formal,
pero
gran
lector
de
diarios,
incluso
en
ídish.
Me
leía
historias
generalmente
de
corresponsales
que
iban
a
lugares
exóticos
y
a
mí
me
parecía
que
debía
ser
una
profesión
maravillosa.
Así
que
tanto
el
periodismo
como
el
teatro
se
dieron
juntos.
Noticias:
Su
primer
trabajo
fue
en
una
redacción
legendaria.
Diament:
En
el
diario
La
Opinión
de
los
setenta.
Entré
como
traductor
en
el
’72
y
a
los
seis
meses
empecé
en
la
sección
internacional.
Aprendí
frente
a
gente
con
un
talento
enorme
como
Ernesto
Schoo,
Tomás
Eloy
Martínez,
Juan
Gelman,
Osvaldo
Soriano,
Ricardo
Halac
y
Paco
Urondo,
entre
otros.
Era
una
redacción
soñada.
Noticias:
El
fundador
fue
Jacobo
Timerman,
¿cómo
era
él?
Diament:
De
un
talento
inmenso,
editor
extraordinario
y,
a
la
vez,
un
tipo
muy
duro.
Se
lo
admiraba
mucho,
aunque
no
sé
muy
bien
si
se
lo
quería.
Yo,
personalmente,
tenía
una
enorme
admiración
y
creo
que
él
de
alguna
manera
me
privilegió
en
el
trabajo,
pero
nunca
fuimos
amigos.
Nos
tratábamos
de
usted
y
para
mí
fue
un
maestro
muy
importante.
Noticias:
¿Cómo
vivieron
aquellos
años
de
amenazas
constantes?
Diament:
Fue
una
época
muy
terrible
y
la
persecución
fue
brutal.
Calculo
que
el
10%
de
la
redacción
del
diario
fue
desaparecida
o
asesinada.
Después
del
secuestro
de
Timerman,
me
hice
cargo
del
diario
y
todos
los
días
nos
preguntábamos
por
qué
sucedía
esto.
En
esa
incertidumbre
era
importante
no
dejar
de
editar
el
diario
que
estaba
siendo
bombardeado,
prácticamente,
por
la
dictadura
militar.
Noticias:
¿Cómo
reaccionó
la
gente
en
esas
circunstancias?
Diament:
Hubo
gente
que
se
fue
y
uno
no
creía
que
lo
harían.
También
otros
que
se
quedaron
a
trabajar
bajo
una
intervención
militar
y
resistieron.
En
esas
circunstancias
se
ven
los
actos
heroicos
y
las
pequeñas
miserias.
Noticias:
¿Usted
también
recibió
amenazas?
Diament:
Sí,
de
la
Triple
A
y
muchos
años
después
vi
que
figuraba
en
una
lista
que
publicó
Clarín
con
nombres
de
periodistas,
artistas
e
intelectuales
que
estábamos
en
“listas
negras”
durante
la
dictadura
militar.
En
la
redacción
nos
bautizamos
“Los
diez
indiecitos”,
por
el
libro
de
Agatha
Christie.
A
Timerman,
le
siguió
el
secuestro
de
Enrique
Raab,
luego
el
de
Ramiro
de
Casasbellas
y
seguía
yo.
Noticias:
¿Alguna
vez
se
preguntó
qué
lo
protegió?
Diament:
Con
el
tiempo
me
enteré.
En
el
’73
cubrí
la
Guerra
de
Yom
Kipur
como
corresponsal.
Cuando
regresé
el
periodista
que
cubría
Fuerzas
Armadas
me
dijo
que
el
comandante
del
Primer
Cuerpo
del
Ejército
quería
conocerme
porque
tenía
interés
en
que
diera
una
charla
para
los
oficiales,
cosa
que
hice.
Al
terminar
hubo
un
cocktail
y
el
tipo
me
dijo:
“Considérese
un
amigo
del
Primer
Cuerpo”.
Le
agradecí
y
nunca
más
lo
vi.
Después
de
la
caída
del
gobierno
militar,
yo
ya
vivía
en
Estados
Unidos
y
vine
de
viaje
al
país.
Me
encontré,
de
casualidad,
con
aquel
periodista
y
me
dice:
“¿Te
acordás
del
comandante
que
te
invitó?
Me
contó
que
un
día
le
llegó
una
lista
con
tu
nombre
y
le
preguntó
al
secretario
si
no
eras
el
muchacho
que
había
ido
a
dar
la
charla.
El
secretario
se
lo
confirmó
y
entonces
te
borró
del
listado”.
Esa
historia
me
puso
la
piel
de
gallina.
¡Mirá
si
no
se
acordaba!
(sonríe).
Noticias:
¿Por
aquellos
años
se
tenía
conciencia
de
lo
que
estaba
ocurriendo?
Diament:
Hay
gente
que
todavía
dice:
“Yo
no
sabía
nada,
no
me
enteré
de
nada”.
Lo
he
escuchado
de
gente
muy
importante
y
cercana
al
gobierno
militar.
En
mi
caso,
la
primera
vez
que
escuché
las
palabras
campo
de
concentración,
vinculado
a
la
Argentina
fue
en
1977
cuando
empecé
a
trabajar
en
Clarín
y
un
tipo
del
taller
me
comentó
que
un
primo
había
visto
a
Enrique
Rabb.
Me
quedé
helado.
Si
este
señor
que
era
un
laburante
sabía
eso,
hay
otra
gente
que
no
podía
ignorarlo.
Pero
eligieron
ignorarlo,
dar
vuelta
la
cara.
Pensar
que,
si
desaparecía
alguien,
en
algún
lado
estaría,
o
que
algo
habrían
hecho.
Las
piezas
teatrales
de
Diament
son
puntos
de
reflexión
en
los
que,
en
general,
se
produce
el
encuentro
de
dos
personas
notorias.
De
esta
forma
creativa,
puede
mostrar
cómo
la
joven
estudiante
judía
Hannah
Arendt,
mantuvo
una
relación
casi
secreta
con
el
filósofo
alemán
Martin
Heidegger
que
no
dudó
en
simpatizar
con
el
régimen
nazi
o
cómo
el
famoso
cazador
de
nazis
Simón
Wiesental
recibió
en
su
estudio
de
Viena
a
Albert
Speer,
el
exarquitecto
y
ministro
de
armamentos
de
Hitler.
“Me
interesa
que
la
gente
salga
pensando
y
que
generen
una
especie
de
debate
dentro
de
ellos
mismos.
La
misión
fundamental
del
teatro
no
debe
ser
sólo
entretener”,
afirma
con
convicción.
Noticias:
¿Por
qué,
en
general,
en
la
mayoría
de
sus
obras
hay
personajes
que
no
son
ficticios?
Diament:
Me
permiten
una
reflexión
más
profunda
sobre
ciertos
temas.
Hay
una
dimensión
que
me
resulta
mucho
más
atractiva
y
mucho
más
elocuente.
La
primera
reacción
que
me
llevó
a
pensar
en
“Un
informe
sobre
la
banalidad
del
amor”,
fue
cómo
una
persona
como
Hannah
Arendt
podía
enamorarse
de
Martin
Heidegger.
En
el
caso
de
“El
cazador
y
el
buen
nazi”,
estaba
leyendo
una
biografía
de
Simón
Wiesental
y
ahí
me
enteré,
por
primera
vez,
de
la
reunión
que
tuvo
con
Albert
Speer.
Son
dos
personajes
extraordinarios
y
opuestos
lo
que
brinda
un
desafío
dramático
muy
interesante.
“Café
central”,
su
nueva
obra,
transcurre
en
Viena,
donde
personajes
como
Trotsky,
Sigmund
Freud,
Stefan
Zweig
y
Alma
Mahler,
entre
otros,
enfrentan
dos
crisis
en
1913
y
en
1933;
un
día
antes
del
estallido
de
la
Primera
Guerra
mundial
y
otro
previo
al
de
la
Segunda
Guerra.
“No
soy
historiador,
pero
en
aquella
época
veo
una
extraña
y
tétrica
similitud
con
los
tiempos
actuales.
Crisis
económica,
desesperación,
y
negacionismo.
Todos
estos
elementos
que
configuran
la
crisis
argentina
de
hoy”,
asevera.
Noticias:
¿Cómo
ve
la
situación
del
país?
Diament:
Con
extrema
preocupación.
Me
parece
que
Milei
es
un
personaje
terrible.
Es
un
tipo
que
tiene
admiración
por
Trump
y
por
Bolsonaro.
Algo
debe
estar
funcionando
mal
en
su
cabeza.
Viví
cuatro
años
de
Trump
en
Estados
Unidos
y
ahora
probablemente
vayamos
a
vivir
otros
cuatro
y
son
terroríficos.
Milei
quiere
tirar
abajo
algunos
de
los
pilares
más
importantes
que
ha
logrado
Argentina
como
el
Conicet
y
la
cultura
o
se
mete
con
temas
como
el
aborto
o
con
cosas
que
no
tienen
nada
que
ver.
La
problemática
argentina
pasa
por
la
situación
económica
y
por
cómo
se
ha
robado.
Espero
un
presidente
que
venga
a
solucionar
todo
eso
y
lo
haga
con
un
discurso
racional
y
de
unidad.
Si
le
vas
a
pedir
a
la
gente
que
se
electrifique
que
sea
alguien
con
una
perspectiva
de
esperanza.
No
estar
permanente
en
guerra
contra
todo
lo
que
se
le
pone
delante.
Noticias:
¿Cuál
es
su
opinión
sobre
el
conflicto
entre
Palestina
e
Israel?
Diament:
Me
parece
un
horror.
Más
allá
del
espantoso
ataque
de
Hamas,
la
reacción
de
Israel
ha
sido
brutal
e
injustificada.
Manejada
por
un
tipo
como
Netanyahu,
a
quien
solo
le
preocupa
salvar
su
pellejo.
Él
está
como
en
una
bicicleta,
sabe
que
en
el
momento
que
esta
guerra
termine
se
tiene
que
ir
y
le
van
a
caer
encima
todos
los
juicios.
Tiene
que
pedalear
a
costa
de
seguir
la
guerra
con
muertos
de
los
dos
lados,
con
la
terrible
destrucción
que
están
haciendo
de
Gaza.
¿Qué
más
te
puedo
decir?
Para
mí
es
un
motivo
de
mucha
vergüenza.