¿Por
qué
traer
“Segunda
Vuelta”
a
la
Argentina?
Si
bien
es
un
estudio
sobre
las
relaciones
tóxicas,
Segunda
vuelta
es
una
obra
que
quiere
concienciar
sobre
una
de
las
mayores
plagas
sociales
de
nuestros
tiempos
y
un
devastador
problema
universal:
el
femicidio.
Si
bien
las
cifras
generales
de
homicidios
a
nivel
mundial
han
comenzado
a
disminuir
después
de
un
pico
en
2021,
la
cantidad
de
homicidios
de
mujeres
no
está
disminuyendo.
La
mayoría
de
estos
asesinatos
de
mujeres
y
niñas
están
relacionados
con
el
género,
y
más
de
la
mitad
de
todos
los
homicidios
de
mujeres
son
cometidos
por
parejas
íntimas
u
otros
miembros
de
la
familia.
Creo
que
Argentina
no
es
diferente
en
eso.
Aún
con
un
nivel
de
conversación
más
activa
sobre
estos
temas
en
distintos
ámbitos
–ciertamente
más
que
hace
diez
años,
cuando
escribí
la
obra–
todavía
vivimos
en
un
mundo
patriarcal
cuyas
reglas
y
estructuras
sistémicas
son
las
responsables.
Su
nuevo
presidente
(que
se
hace
eco
de
la
retórica
y
el
populismo
de
Trump)
no
es
una
buena
noticia
para
creer
en
un
cambio
inmediato,
pero
hace
que
Segunda
vuelta
sea
más
urgente
que
nunca.
En
la
actualidad,
el
teatro
en
Estados
Unidos
está
atravesando
por
una
crisis.
Está
cambiando,
radical
y
rápidamente.
Broadway
está
luchando
por
hacer
que
el
público
regrese
a
los
teatros,
e
incluso
la
escena
independiente
está
luchando
más
que
nunca.
Estamos
entrando
en
una
nueva
era
y
ahora
mismo
se
nos
pide
a
todos
(artistas,
ejecutivos,
público)
que
elijamos
una
categoría,
que
pertenezcamos
a
un
grupo
u
otro:
los
que
aceptan
la
transformación
y
la
acompañan,
y
los
que
la
rechazan
y
siguen
luchando
para
mantener
intacto
el
antiguo
formato.
Soy
una
persona
muy
anticuada,
sigo
creyendo
en
valores
como
la
compasión
sobre
la
conquista,
la
lentitud
sobre
la
velocidad,
valores
que
no
están
muy
de
moda
en
las
redes
sociales
y
la
televisión,
o
en
nuestras
calles.
Además,
nunca
he
sido
un
experto
en
tecnología,
así
que
estoy
luchando
un
poco,
pero
estoy
encontrando
el
camino.
Actualmente
estamos
pasando
por
tiempos
difíciles
y
oscuros,
a
veces
parece
que
la
humanidad
se
está
destruyendo a
sí
misma,
pero
incluso
cuando
todo
desaparezca,
los
que
quedemos
de
nosotros
empezaremos
a
contarnos
historias,
y
ahí
lo
tendrás
¡el
teatro
estará
vivo
de
nuevo!
Nunca
he
estado
en
Buenos
Aires
ni
en
Argentina,
pero
sé
que
hay
una
tradición
muy
fuerte
de
teatro
independiente.
Algo
que
no
tenemos
con
tanta
fuerza
en
Italia,
por
ejemplo.
Cuando
Bautista
Duarte
me
pidió
permiso
para
producir
Segunda
vuelta
acepté
inmediatamente,
entusiasmado
por
la
oportunidad
de
ser
una
pequeña
parte
de
esa
tradición.
Bautista,
Alexia
(Moyano)
y
Dana
(Basso)
son
creadores
de
teatro
tan
motivados
que
estoy
asombrado
por
su
talento
y
compromiso
y
me
siento
muy
honrado
de
colaborar
con
ellos.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Esta
es
la
primera
vez
desde
2019,
antes
de
la
pandemia,
que
vuelvo
a
trabajar
oficialmente
para
el
escenario.
Me
dediqué
al
teatro
toda
mi
vida,
comencé
como
actor
cuando
tenía
15
años
en
Italia,
luego
empecé
a
escribir
y
dirigir
mis
propias
obras,
que
fueron
traducidas
a
muchos
idiomas.
El
trabajo
en
sí
me
trajo
a
Nueva
York
alrededor
de
2016,
escribí
una
obra
corta
que
me
pidieron
que
convirtiera
en
un
guión
para
un
cortometraje.
Siempre
me
ha
gustado
el
cine,
pero
el
teatro
me
parecía
más
accesible
por
muchas
razones.
Especialmente
en
aquel
entonces,
en
la
provincia
de
Florencia,
donde
crecí
y
comencé
en
la
tradición
teatral.
Se
le
da
mucha
importancia
a
la
palabra
y
eso
es
lo
que
siempre
me
ha
gustado
de
la
dramaturgia.
Como
italoparlante
de
nacimiento,
escribir
obras
de
teatro
en
inglés
me
resultaba
difícil
y
me
sentía
muy
frustrado.
Entonces,
cuando
el
cine
llegó
a
mi
vida,
comunicarme
con
imágenes
–en
lugar
de
solo
con
palabras–
me
voló
la
cabeza.
Después
de
muchos
años
en
Nueva
York,
ahora
vivo
en
Los
Ángeles
y
acabo
de
estrenar
mi
primer
largometraje,
High
Tide,
en
el
Festival
de
Cine
SXSW.
Es
un
drama
romántico
protagonizado
por
la
estrella
brasileña
Marco
Pigossi,
quien
interpreta
a
un
inmigrante
brasileño
haciéndose
camino
en
una
tierra
extraña,
llena
de
gente
despreocupada
de
vacaciones,
y
el
romance
inesperado
que
nace
con
un
enfermero
afroamericano.
Es
una
película
independiente
de
principio
a
fin
–pensá
en
la
soledad
y
el
aislamiento
mientras
todos
los
que
te
rodean
bailan
música
house
y
toman
shots–
con
un
elenco
que
incluye
al
prometedor
James
Bland,
así
como
a
la
estrella
de
Tangerine,
Mya
Taylor,
y
la
legendaria
Marisa
Tomei
y
Bill
Irwin.
*Dramaturgo
de
Segunda
vuelta.