Desde
el
primer
instante
en
que
tuve
un
saxofón
en
mis
manos
supe
que
nuestros
caminos
jamás
se
separarían.
Tenía
catorce
años,
y
mi
percepción
del
saxofón
era
la
del
instrumento
de
jazz
por
antonomasia,
aunque
de
activa
participación
en
otros
géneros
musicales.
Lejos
estaba
de
saber
que
tanto
el
saxofón
como
su
creador,
el
belga
Adolph
Sax,
habían
transitado
un
camino
lleno
de
obstáculos
desde
su
creación
hacia
fines
de
1800
en
París.
El
rechazo
de
la
mayoría
de
la
comunidad
de
músicos
académicos
y
los
boicots
de
otros
fabricantes
de
instrumentos,
celosos
competidores
de
Sax,
fueron
los
principales
escollos
a
superar
hasta
lograr
la
fama
de
hoy
en
día.
Sería
en
Norteamérica,
lejos
de
su
tierra
de
origen,
que
el
saxofón
se
convertiría
en
un
sinónimo
del
jazz,
tras
lo
cual
conquistaría
toda
música
imaginable…o
casi
toda.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Volviendo
a
mi
historia,
luego
de
años
de
formación
en
Buenos
Aires
con
prestigiosos
maestros
y
graduado
en
la
Escuela
de
Música
Contemporánea
(EMC),
obtuve
una
beca
para
estudiar
en
el
prestigioso
Berklee
College
of
Music
de
Boston.
Allí
viví
la
increíble
experiencia
de
formarme
con
artistas
y
docentes
de
la
talla
de
Joe
Lovano,
George
Garzone,
Hal
Crook,
Jerry
Bergonzi
y
Charlie
Banacos,
entre
otros.
De
todos
ellos,
el
principal
legado
fue
el
desafío
de
hallar
una
voz
propia.
Luego
de
años
de
intensísimos
estudios
del
jazz
y
de
tocar
todo
tipo
de
música
popular,
sentía
que
a
esa
voz
propia
le
faltaba
un
elemento
clave,
que
no
estaba
en
el
jazz
y
que
me
había
cautivado
desde
mi
niñez
con
la
voz
de
Carlos
Gardel:
el
tango.
Sin
embargo,
mi
instrumento
y
el
tango
parecían
dos
continentes
separados
por
un
océano
infranqueable.
Entonces
comprendí
que
el
saxofón
aún
transitaba
un
camino
hacia
la
aceptación
en
un
género
que
no
había
contado
con
su
timbre
casi
nunca.
Las
referencias
que
encontraba
eran
muy
escasas:
desde
el
ineludible
Reunión
cumbre
de
Piazzolla-Mulligan
de
1974
hasta
otros
proyectos
del
mismo
Ástor
y
algunos
casos
aislados
de
saxofonistas
de
diverso
origen
musical.
Sentía
que
algo
faltaba
para
lograr
cambiar
la
opinión
generalizada
de
que
“el
saxo
en
el
tango
no
va”.
Un
modo
de
adaptar
el
saxofón
al
tango
y
no
el
tango
al
saxofón.
Así
fue
que
inicié
un
camino
de
búsqueda
artística
y
técnica
sin
final.
Un
camino
que
hoy
cuenta
con
ocho
discos
como
solista,
nominaciones
a
los
premios
Latin
Grammys,
Gardel
y
tres
libros
publicados.
Atrás
quedaron
mis
primeros
años
en
que
el
objetivo
era
sonar
estrictamente
tanguero.
Tiempos
en
que
de
los
músicos
de
tango
cosechaba
elogios
(había
que
saber
leerlos
entre
líneas)
tales
como
“está
bien
lo
que
hacés,
porque
el
saxo
no
se
escucha”.
Hace
ya
varios
años
que
estoy
abocado
a
depurar
un
estilo
propio,
que
aúne
todo
mi
ser
musical,
el
cual
no
concibe
la
ausencia
de
la
improvisación.
Una
música
que
sin
ser
tango,
es
tanguera
y
sin
ser
jazz
es
jazzera.
Porque
eso
soy,
un
músico
formado
en
el
jazz
que
“pinta
su
aldea”,
la
aldea
del
tango.
El
resultado
es
un
sonido
urbano
que
no
se
parece
a
nada,
indudablemente
vernáculo,
pero
no
ajeno
a
la
Buenos
Aires
cosmopolita
de
hoy.
Ese
espíritu
de
búsqueda
que
recibí
de
mis
maestros,
es
el
mismo
que
trato
de
inculcar
a
mis
estudiantes
en
la
Universidad
Nacional
de
las
Artes
y
la
Escuela
de
Música
Popular
de
Avellaneda,
donde
alterno
mi
actividad
de
músico
profesional
con
una
inspiradora
labor
formativa.
El
más
reciente
hito
en
este
hermoso
camino
es
mi
nuevo
álbum
Cosmofónico,
un
universo
propio
de
tango,
jazz
y
hasta
algo
de
pop,
producido
por
el
célebre
Eduardo
Bergallo
con
arte
de
tapa
de
Celina
Hilbert.
Un
álbum
fundacional
para
mí,
no
solo
por
la
nueva
sonoridad
que
aporta
la
batería,
incluida
por
primera
vez
en
mi
música,
sino
también
por
tratarse
de
un
repertorio
libre
de
todo
rótulo.
El
concierto
presentación
contará
con
mi
orquesta
de
diez
integrantes
de
primera
línea.
La
cita
es
el
miércoles
12
de
junio
en
Bebop,
Uriarte
1658
Palermo.
Si
están
buscando
escuchar
algo
nuevo,
allí
nos
vemos.
*Músico
(presenta
Cosmofónico
el
miércoles
12
de
junio,
a
las
21
(BeBop,
Uriarte
1658).