Una Eva feminista propia del siglo XXI

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Ambos
empezaron
como
actores.
Más
precisamente,
se
conocieron
Teresa
Costantini
y
Alejandro
Maci,
en
el
taller
de
actuación
de
Agustín
Alezzo.
Mucho
después
llegaría
en
ambos
la
vocación
por
dirigir,
algo
que
hacen
también
en
el
cine.
Ahora
suben
al
escenario
para
transformarse
en
la
primera
mujer
y
en
el
primer
hombre,
según
la
Biblia.
Con
el
título
de
Adán
según
Eva
(Crónica
de
un
desencuentro)
se
presentan
sólo
los
miércoles
a
las
20,
hasta
el
10
de
julio,
en
Dumont
4040.
No
están
solos,
ya
que
los
acompañan
los
músicos
Pol
Medina
y
Fabián
Picciano.

Algunos
–los
más
memoriosos–
recordarán
el
éxito
de
China
Zorrilla
y
Carlos
Perciavalle
cuando
hicieron
El
diario
privado
de
Adán
y
Eva,
a
fines
de
los
años
ochenta,
basándose
en
el
texto
de
Mark
Twain,
editado
a
principios
del
siglo
XX.
Luego
llegó
en
la
otra
década
El
diario
de
Adán
y
Eva
protagonizado
por
Miguel
Ángel
Solá
y
Blanca
Oteiza,
más
tarde
el
mismo
Solá
volvería
a
hacer
esta
propuesta
con
Paula
Cancio,
siempre
con
dirección
de
Manuel
González
Gil.

Tanto
Teresa
Costantini
como
Alejandro
Maci
nadan
en
las
aguas
del
escenario
y
también
del
cine.
Ella
desde
el
año
2000
estrenó
películas
como
Acrobacias
del
corazón,
Sin
intervalo,
El
amor
y
la
ciudad,
Felicitas
y
la
más
reciente
Yo
soy
así.
Tita
de
Buenos
Aires.
En
el
teatro
fue
intérprete
y
directora
de
Hembras
(2012).
Él
fue
el
continuador
del
último
proyecto
de
María
Luisa
Bemberg,
casi
transformándose
en
su
heredero
estético
con
El
impostor,
luego
llegarían
Los
que
aman,
odian.
La
televisión
lo
secuestró
durante
varios
años,
no
sólo
como
director
sino
también
como
guionista
con
tiras
inolvidables
como
Lalola,
Los
exitosos
Pells,
Botineras,
En
terapia,
Tumberos,
Sol
negro
y
siguen
los
títulos.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

—¿Este
espectáculo
cómo
surgió?

TERESA
COSTANTINI:
Realmente
la
gestación
tiene
muchísimo
que
ver
primero
con
una
invitación
de
Martina
Ezcurra,
que
tiene
un
espacio
en
Uruguay
en
La
Juanita
en
José
Ignacio.
En
medio
de
un
bosque
crearon
un
ámbito
y
me
invitó
el
verano
anterior
a
hacer
algo
de
teatro.
Primero
junto
a
un
grupo
de
actrices
hicimos
una
lectura
de
textos,
que
había
escrito
y
este
año
me
volvió
a
convocar.
Me
acordé
de
Alejandro
(Maci)
quien
vive
cerca
y
le
propuse
hacer
algo
juntos. 

ALEJANDRO
MACI:
Lo
estrenamos
en
un
pequeño
teatro
al
aire
libre
en
un
bosque
precioso.

No
me
considero
actor,
armé
una
lectura
juntos
e
imaginé
este
espectáculo
para
hacerlo
una
o
dos
veces.
El
libro
de
Mark
Twain
–El
diario
de
Adán
y
Eva–
lo
había
leído
de
adolescente,
pero
no
lo
recordaba.
Cuando
volví
a
él
sentí
que
no
era
para
este
siglo
XXI,
básicamente
hoy
queda
anticuado,
con
un
humor
muy
machista.
Por
eso
decidí
escribir
esta
obra.
Es
un
nuevo
encuentro,
se
lo
mandé
a
Teresa
y
le
encantó.
Funcionó
muy
bien
en
Uruguay,
pero
nuestra
idea
es
abrirlo
a
otros
elencos,
Que
pasen
distintos
actores
y
que
hagan
el
juego. 

—¿En
qué
se
diferencia
del
clásico
de
Twain?

C:
Esta
una
versión
absolutamente
propia,
para
nosotros.

M:
En
mi
texto
que
es
del
siglo
XXI
Eva
tiene
ideas
propias,
voluntad,
busca
la
paridad,
es
emprendedora
y
no
tolera
la
sujeción
machista,
con
una
proclama
feminista
y
siempre
con
humor.

—En
la
vida
de
Mark
Twain
influyó
su
mujer,
Olivia
Langdon,
quien
luchó
por
el
voto
femenino…

C:
De
alguna
manera
se
ven
reflejadas
en
la
obra
esas
mujeres
que
lucharon
y
que
casi
no
las
conocemos.
Justamente
Alejandro
escribió
un
primer
monólogo
recordando
a
Olivia
a
quien
realmente
no
la
conocíamos.
Fue
un
descubrimiento
saber
que
ella
acompañó
a
Mark
Twain
en
todas
sus
aventuras,
aunque
él
escribe
El
diario
de
Adán
y
Eva
cuando
su
mujer
ya
había
muerto.

M:
El
olvido
de
Olivia
Langdon,
el
hecho
de
que
no
sepamos
que
esa
mujer
existió
y
que
él
admiraba.
Estuvo
muy
comprometida
con
las
sufragistas
y
fue
una
de
las
primeras
feministas.
Por
eso
la
nombro
en
el
texto,
es
mi
homenaje.

—¿Qué
relación
proponen
entre
esta
nueva
Eva
y
el
feminismo?

C:
A
Adán
y
a
Eva
los
vemos
como
fundadores
de
una
raza,
pero
desde
el
inicio
aparecen
las
diferencias.
En
esta
versión
ella
es
una
mujer
militante
que
quiere
ocupar
el
lugar
de
este
siglo.
Lucha
por
las
cosas
que
hay
que
conseguir
y
se
siguen
proclamando.
Adán
se
cree
que
es
el
primero,
el
único.
Tiene
esa
soberbia.
Está
toda
la
defensa
de
ciertos
espacios
hasta
la
cuestión
del
enamoramiento,
no
de
la
conquista,
sino
de
la
seducción.

—¿Las
condenas
a
Darthés
y
a
Alperovich
resignifican
los
derechos
de
las
mujeres?

M:
En
un
principio,
diría
que
negar
las
diferencias,
las
violencias
o
las
inequidades
es
querer
tapar
el
sol
con
la
mano.
Creo
que
estamos
viviendo
o
estamos
en
medio,
aunque
es
difícil
decirlo
en
el
caliente
de
la
acción,
de
una
revolución,
que
provocará
distintos
tipos
de
decantación
a
lo
largo
del
tiempo
que
nosotros
no
terminaremos
de
ver.
Hay
un
estado
de
cosas
que
no
se
resuelven
en
un
mes,
ni
en
cuatro,
ni
en
ocho
años,
pero
se
irá
modificando.
Hoy
los
cargos
jerárquicos
no
son
iguales,
las
mujeres
cobran
menos
que
los
hombres.
Todavía
hay
mucho
pendiente.
La
obra
se
inscribe
de
algún
modo
en
el
juego
de
esa
revolución,
siempre
humorísticamente.
Con
respecto
a
esos
casos
ejemplares
tienen
la
utilidad
de
dar
a
conocer
lo
que
puertas
adentro
a
veces
sucede.
Sirven
para
que
la
gente
los
lea
en
el
diario
después.

—¿Son
conscientes
de
que
quienes
se
acercaron
antes
a
este
texto,
como
Zorrilla,
Perciavalle
o
Solá
dejaron
recuerdos?

C:
Soy
consciente
de
lo
que
hicieron
China
y
Carlos,
primero
porque
la
conocí
muchísimo,
trabajé
con
ella
y
fui
su
amiga.
Vi
aquel
espectáculo
cuando
se
hizo
en
la
laguna
y
me
quedó
grabado
ese
tiempo.
Ellos
jugaban
con
el
texto
de
Twain,
desde
su
amistad
de
muchos
años,
era
una
excusa
para
divertirse.
En
eso
siento
parecido,
ya
que
nos
llevamos
muy
bien
con
Alejandro
(Maci).
Creo
que
es
importante
sentirse
bien
con
el
otro
en
el
escenario.
Aunque
trabajé
con
Miguel
(Solá)
no
lo
llegué
a
ver
en
esa
propuesta. 

—¿Y
el
cine?

C:
Por
suerte
a
partir
de
este
trabajo
que
hicimos
le
di
a
leer
a
Ale
(Maci)
un
par
de
guiones
que
tenía,
porque
venía
muy
trabada.
Estos
años
han
sido
muy
difíciles,
para
volver
a
filmar
y
esta
idea
del
teatro
me
ayudó
mucho
para
volver
al
ruedo.
Nos
vamos
a
poner
a
escribir
para
poder
filmar
el
año
que
viene
una
película
entre
Argentina
y
Uruguay.
Además,
estoy
haciendo
unos
cortometrajes
de
ocho
minutos
cada
uno,
para
no
perder
el
oficio.
Son
unos
cortitos
que
filmé
en
distintas
ciudades
con
el
título
de
Escenas
sobre
ruedas,
en
Nueva
York,
Miami,
otro
aquí
y
también
en
Montevideo.
Los
hice
para
no
alejarme
de
actores
y
de
la
escritura.
También
estoy
terminando
un
documental
sobre
Mauricio
Wainrot,
que
empecé
antes
de
la
pandemia.
Me
gustaría
poder
presentarlo
en
el
San
Martín,
ya
que
lo
siento
su
espacio. 

M:
Espero
presentar
este
año
el
documental
que
armé
sobre
China
Zorrilla,
está
casi
terminada
la
edición
y
luego
tendré
un
par
de
meses
de
postproducción,
calculo
que
en
septiembre
lo
presentaremos.
Así
como
hice
El
eco
de
mi
voz,
sobre
María
Luisa
Bemberg
que
se
puede
ver
por
Star+
ya
que
lo
compró
Disney
este
nuevo
material
fue
a
partir
de
un
pedido
de
Pablo
Echarri,
él
es
el
productor.
En
este
año
además
escribiré
y
dirigiré
una
miniserie
con
Gabriela
Izcovich,
pero
aún
no
están
firmados
los
contratos.

—¿Teatro
o
cine?

M:
(Se
ríe)
Es
como
preguntarle
a
un
niño
si
quiere
más
a
su
papá
o
a
su
mamá.
La
vida
me
ha
hecho
más
de
cine
que
de
teatro,
pero
mi
formación
es
básicamente
teatral,
vengo
de
ahí.