
Tutu
tutu
tututu
tutu
tutun”
hace
el
actor
Joseph
Gordon-Levitt
con
sus
dedos
y
su
boca.
Lo
que
replica,
sin
dudas,
y
que
la
gráfica
no
puede
ni
remotamente
transmitir
es
la
famosa
canción
de
Harold
Faltermeyer,
“Axel
F”.
El
Axel
F
del
título
remite
a
Axel
Foley,
el
famoso
personaje
de Eddie
Murphy,
quizás
la
mejor
traducción
de
su
genio
cómico
en
pleno
estado
de
ebullición
y
de
gracia,
protagonista
de
la
saga
Un
detective
suelto
en
Hollywood,
que
marcó
a
fuego
las
posibilidades
y
crecimiento
del
actor.
Joseph
Gordon-Levitt
es
parte
de
Un
detective
suelto
en
Hollywood:
Axel
F,
la
cuarta
entrega
de
los
films
protagonizados
por
Murphy,
quien
ahora
vuelve
a
los
63
años,
aprovechando
la
ola
de
nostalgia,
con
su
clásica
creación.
Y
el
mismo
Levitt
dice
que
apenas
escuchó
la
canción,
en
la
nueva
versión,
su
sonrisa
fue
gigante.
Gordon-Levitt
se
ríe:
“Es
una
de
las
primeras
melodías
que
aprendí
a
tocar
en
mi
órgano,
una
de
las
primeras
melodías
que
cualquiera
de
nosotros
aprendió.
Y
no
puedo
explicarte
el
valor
sentimental
que
tiene
la
saga
en
mí.
Apenas
me
llamaron,
apenas
me
preguntaron,
no
pude
decir
otra
cosa
que
sí”.
Ese
valor
sentimental
que
Gordon-Levitt
ve,
también
lo
ve
Netflix,
ya
que
es
la
productora
del
film
que
se
estrena
el
3
de
julio
próximo,
y
también
lo
vive
toda
una
generación
que
supo
crecer
con
ese
genio.
Gordon-
Levitt
mismo
insiste:
“No
es
una
casualidad,
¡eh!
Muchos
de
mi
generación
crecieron
escuchando
no
solo
esa
canción,
sino
entendiendo
en Eddie
Murphy
una
forma
de
genio,
una
manera
de
la
comedia
que
ponía
un
pie
en
una
realidad
distinta,
la
crianza
y
el
universo
del
mismo
Murphy
(nunca
tenemos
que
olvidar
su
skecht
de
Saturday
Night
Live
cuando
una
persona
de
color
pretende
ser
blanca,
era
un
adelantado,
un
salvaje
y
mucho
más)
y
por
otro
lado,
en
su
propia
capacidad
de
alterar
géneros,
ideas
preconcebidas.
Murphy
era
una
especie
de
bomba
nuclear
que
todo
lo
cambiaba,
y
estas
películas
son
de
las
pocas
que
pudieron
traducir
perfectamente
su
poderío”.
EL
RETORNO.
El
regreso
de
Murphy
es
notable.
Lejos
ya
de
ser
simplemente
la
voz
de
Burro
en
Shrek
para
una
generación,
o
de
comedias
más
bien
torpes
como
Norbit,
o
hasta
su
remake
de
El
profesor
Chiflado.
Ahora,
desde
su
regreso
en
el
especial
de
Saturday
Night
Live,
Murphy
ha
vuelto
con
fuerza,
pero
sin
dudas
Un
detective
suelto
en
Hollywood:
Axel
F,
es
su
vuelta
más
potente,
donde
de
inmediato
se
ven
destellos
y
certezas
de
aquello
que
lo
ha
hecho
un
gigante,
un
integrante
del
Monte
Rushmore
de
la
comedia
norteamericana.
Es
más,
Kevin
Bacon,
otro
ícono
de
los
años 80
que
supo
crecer
y
con
mucho
más
que
el
recuerdo,
aparece
aquí
en
un
rol
especial.
Y
es
el
mismo
Bacon
quien
sostiene:
“Murphy
es
el
mejor.
De
verdad
es
un
sorpresa,
una
obvia,
una
cálida,
una
soñada,
entrar
en
un
set
y
verlo
a
Murphy,
verlo
siendo
Axel,
viendo
siguiendo
esta
saga.
Cuando
se
me
ofreció
el
papel
no
pude
decir
que
no.
Yo
tengo
muy
en
claro
mi
vínculo
con
los
años
80,
pero
eso
es
algo
que
ya
he
procesado,
que
ya
he
podido
llevar
incluso
a
la
autoconciencia.
Pero
hay
algo
perfecto
en
poder
compartir
con
él
en
este
film,
algo
que
quizás
yo
podría
haber
hecho
hace
muchos
años.
Fue
una
era
muy
especial
del
cine,
antes
de
toda
esta
nueva
ola.
Donde
las
películas
se
veían
en
el
cine,
e
incluso
su
consumo
doméstico
definía
su
vida.
La
mayoría
de
los
clásicos
de
esa
era
han
quedado
tatuados
en
muchas
generaciones
y
el
hecho
de
que
vuelvan
no
me
parece
una
sorpresa.
Con
más
o
menos
talento,
lo
primero
de
lo
que
hablamos
es
de
que
hay
tanto
amor
por
estos
films
que
la
gente
no
los
quiere
soltar”.
CONTAR
CON
PASIÓN.
Bacon
vuelve:
“No
es
pura
nostalgia,
pero
este
tipo
de
película,
y
creo
que
eso
es
lo
que
busca
generar:
esa
sensación
de
entretenimiento
popular
con
un
filo,
que
si
ves
de
adolescente
te
genera
una
sonrisa
y
de
adulto
también.
En
la
segmentación
del
público,
algo
muy
común
en
las
plataformas,
perdimos
un
poco
esa
sensación
de
estar
juntos
viendo
lo
mismo.
Eso
ahora
va
a
las
redes
sociales.
No
hay
queja
al
respecto.
Pero
sí
creo
que
existe
la
posibilidad
de
sentir
aquello
que
se
sentía
en
la
sala
de
cine.
Y
eso
lo
generan
grandes
cineastas,
como
Scorsese,
o
grandes
actores
y
sus
personajes,
como
Eddie
Murphy.
A
los
minutos
de
esta
película
todo
se
siente,
de
la
mejor
manera,
de
otra
era.
Ojo,
la
película
reconoce
el
presente,
reconoce
lo
que
es
Hollywood,
y
el
mundo
hoy.
Y
lejos
de
jugar
con
Eddie
como
si
fuera
un
descastado,
hace
todo
lo
contrario;
es
tan
inteligente
como
siempre,
aunque
a
veces
queda
un
poco
fuera
de
línea.
Pero
eso
me
pareció
noble:
cruzar
temas
clásicos
de
un
policial
de
los
80,
y darle
las
canas,
la
edad
necesaria,
para
que
sea
divertido
sin
ser
un
gesto
meramente
nostálgica”.
Joseph
Gordon-Levitt
también
recuerda
cómo
se
vivían
aquellos
films:
“No
voy
a
mentir:
estas
películas
eran
un
monumento
para
mi
hermano.
Él
las
amaba,
las
adoraba.
Tenía
el
póster.
Por
ende,
¿viste
que
cuando
sos
un
niño
siempre
lo
que
ama
tu
hermano
adquiere
una
energía
de
Santo
Grial?
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Bueno,
eso
me
pasaba
con
Eddie,
con
esta
saga.
Entonces,
tiene
un
vínculo
muy
especial
con
mi
niñez.
Por
eso,
como
te
decía,
el
sí
fue
instantáneo.
No
lo
podía
creer.
Y
aunque
uno
está,
por suerte,
acostumbrado
a
cosas
maravillosas,
la
verdad
que
este
camino,
esta
posibilidad,
fueron
algo
que
no
contaba
fueran
una
posibilidad
en
mi
vida.
Todas
esas
quejas,
de
la
nostalgia
y
demás…¡Al
carajo!
¡Soy
uno
de
los
compañeros
de
Axel
en
Un
detective
suelto
en
Hollywood!
¿Cómo
no
voy
a
ser
feliz
siendo
parte
de
ese
legado?
¿Y
sabés
cuál
fue
una
de
las
cosas
que
más
me
impresionó?
Eddie
Murphy.
LA
LEYENDA
EN
SET.
Gordon-Levitt
sigue
con
su
fascinado
relato:
“Murphy
era
un
profesional
con
todas
las
reglas.
De
verdad.
He
trabajado
con
muchos
comediantes,
generalmente
mi rostro
se
presta
que
yo
sea
el
contrapunto,
la
cara
seria,
aquel
que
no
es
tan
gracioso.
Y
la
verdad
es
que
la
mayoría,
y
no
es
una
queja,
a
veces
sienten
un
poco
la
necesidad
de
ser
el
alma
del
set,
de
reír,
de
no
poder
parar
de
hacer
reír
a
los
demás,
de
siempre
entretener.
Obvio
es
algo
hilarante.
Pero
me
impresionó
de Eddie
que
no
parecía
sentir
eso,
y
no
parecía
sentirlo
de
una
forma
extraordinariamente
natural:
sin
ego,
sin
mala
onda,
tan
solo
siendo
él,
dejando
de
momento
ver
ese
genio,
pero
también
confirmando
que
es
un
genio.
Pero
la
mayoría
del
tiempo
manejaba
una
seriedad
que
sorprendía.
Pocas
veces
he
trabajado
con
un
comediante
tan
profesional”.