
Desde
hace
años,
Mariano
Cohn
y
Gastón
Duprat
van
construyendo
una
series
de
relatos
en
el
universo
de
las
series
y
del
cine
particular,
único,
que
sabe
conjugar
nuestra
idiosincrasia,
el
famoso
y
gastado
(no
aquí)
“pinta
tu
aldea…”,
con
una
mirada
quirúrgica
para
con
varias
hipocresías
que
definen
cotidianos,
desde
relaciones
de
poder
(siempre)
hasta
la
propias
miserias
personales
llevadas
al
escenario
de
inventar
misiones,
antagonistas,
sistemas
de
reglas
y
más.
La
tercera
temporada
de
El
encargado,
la
producción
original
argentina
más
exitosa
de
la
nueva
era
de
las
series
(ya
tiene
confirmada
su
cuarta
temporada),
confirma
su
mirada,
su
universo,
siempre
milimétrico
en
aquello
que
muestra,
siempre
atento
a
nuestras
falsedades,
esas
que
todos
buscamos
esconder,
esas
que
nos
ayudan
a
estar
en
paz
frente
al
sinsentido.
De
esa
forma,
los
directores
se
han
siempre
caracterizado,
en
sus
diferentes
formas
más
allá
de
una
mirada
común,
en
ser
claros:
lo
han
sido
a
la
hora
de
expresar
su
mirada
sobre
el
Incaa,
durante
cualquier
gobierno,
y
lo
han
sido
a
la
hora
de
su
galería
de
personajes
(incluso
lo
han
sido
en
sus
luchas
públicas
personales,
como
la
que
ha
tenido
Mariano
Cohn
y
su
familia
a
la
hora
de
la
cruzada
por
el
hoy
condenado
homicidio
culposo
de
su
hermano,
Alejandro
Cohn
-cruzada
que
puede
verse
en
el
documental
Hermanos,
una
historia
de
sangre-).
Eliseo,
interpretado
por
Guillermo
Francella,
es
su
creación
más
famosa:
el
portero
maquiavélico
que
no
tiene
pruritos
con
tal
de
cumplir
sus
objetivos.
En
la
tercera
temporada,
que
está
estrenando
nuevos
episodios
en
Star
+,
la
cosas
han
cambiado
un
poco.
Es
el
mismo
Cohn
quien
le
dice
a
PERFIL
a
la
hora
de
una
pregunta
sobre
el
proceso
de
construir
a
Eliseo
y
sus
cruzadas:
“Hay
como
unos
pilares,
unos
disparadores
que
debatimos
especialmente
primero
entre
nosotros.
Siempre
es
difícil.
La
segunda
temporada
fue
difícil.
La
tercera
es
difícil.
Si
bien
para
mí
el
caldo
de
cultivo,
el
edificio
es
el
laboratorio
donde
sucede
todo,
es
el
lugar
ideal
donde
se
mueve
Eliseo,
queríamos
refrescar
y
tener
un
capítulo
fuera
de
norma,
fuera
de
sistema,
renovar
y
sacarlo
de
ese
lugar
de
seguridad
al
personaje”.
Habla
del
primer
episodio,
que
tiene
a
Eliseo
en
Río
de
Janeiro,
en
una
convención
–o
varias–.
Suma
Cohn:
“Por
eso
generamos
ese
comienzo.
Entonces,
nos
gustaba
eso:
la
posibilidad
de
sacarlo
de
vacaciones,
que
nunca
había
salido.
El
tema
de
una
convención
de
porteros
latinoamericana
me
parecía
un
lugar
donde
él
iba
a
poder
explayarse,
y
poner
un
poco
en
entredicho
la
profesión,
que
era
lo
que
imaginábamos.
Él
está
observando
‘las
merecidas
vacaciones’,
nosotros
en
ese
sentido
nos
parecemos
un
poco
a
Eliseo
y
sospechamos
de
las
vacaciones
y
del
descanso”.
—¿Cuán
difícil,
o
no,
es
actualizarlo
a
Eliseo
y
sus
planes
temporada
a
temporada?
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
GASTÓN
DUPRAT:
Todas
las
ficciones,
y
esta
también,
tienen
sus
normas,
sus
permitidos,
lo
que
está
dentro
de
lo
lógico
y
lo
que.
Y
El
encargado
tiene
su
propia
lógica,
una
lógica
única,
propia,
así
que
dentro
de
esa
lógica,
todo
está
permitido.
Hay
cosas
que
pueden
resultar
tiradas
de
los
pelos
en
otra
ficción,
pero
en
El
encargado
fluye
perfectamente.
¿No?
Son
los
propios
códigos
de
esta
ficción,
tenemos
un
equipo
muy
bueno
también.
Se
plantea
un
concepto
general
primero
y
después
se
trata
de
que
los
diálogos
sean
ricos.
Buenos
gags,
que
sea
filoso
el
personaje,
que
sea
incorrecto.
Para
mí
se
viene
logrando,
y
para
mi
la
temporada
3
es
superado
por
muchos
motivos
de
las
anteriores.
MARIANO
COHN:
Siempre
lo
teníamos
a
Eliseo
en
un
edificio,
y
en
esta
temporada
lo
sacamos
al
barrio.
Entonces
ya
ahí
el
barrio
real
se
convierte
en
un
estudio
de
televisión,
y
eso
nos
parece
bastante
original,
una
dinámica
que
nos
permite
mostrar
Buenos
Aires
de
una
forma
distinta,
y
es
una
dimensión
que
queríamos
imprimirle.
Que
salga
a
la
calle
Eliseo.
—¿Hay
cosas
que
los
sorprenden,
que
aparecen
un
poco
por
la
fuerza
del
personaje
o
de
otros
factores?
DUPRAT:
Lo
que
te
puedo
contar
es
que
el
personaje
se
consolidó
tanto
con
el
aporte
de
Guillermo
Francella,
y
del
resto
del
equipo,
es
como
si
tuviera
pensamiento
propio
casi.
Tiene
un
pensamiento
propio
el
hombre,
que
no
es
el
mío,
el
de
Mariano,
ni
de
nadie
más.
Es
una
mezcla.
Todo
lo
que
dice
o
hace
tiene
que
responder
a
esa
lógica:
¿qué
haría
Eliseo?
Sabemos
la
respuesta,
porque
como
que
lo
conocemos,
y
no
termina
nunca.
Es
como
un
personaje
vivo.
Es
una
de
las
claves
de
porqué
la
gente
se
prende
tanto,
le
divierte
un
montón.
Es
casi
como
si
fuera
real,
por
eso
lo
escabroso
para
muchos
es
escuchar
lo
que
dice,
las
cosas
que
hace,
las
cosas
que
dice,
sobre
Brasil,
sobre
las
vacaciones,
sobre
los
niños,
sobre
el
sindicalismo.
Nosotros
disfrutamos
mucho
viendo
a
Guillermo
actuar
en
ese
rol.
—¿Dónde
está
el
corazón
de
“El
encargado”?
DUPRAT:
Una
de
las
cosas
es
que
te
decía
recién,
el
personaje
es
como
si
estuviera
vivo.
Vivo
porque
tiene
muchísimas
dualidad,
muchísimas
caras,
como
tenemos
todos.
Esto
te
lo
digo
con
el
diario
del
lunes,
pero
es
una
serie
que
claramente
sintoniza
con
la
época,
y
se
dieron
un
montón
de
cosas
para
que
eso
vaya
sucediendo.
Es
sumamente
incorrecta,
más
allá
de
que
es
sumamente
exitosa.
Nosotros
cuando
pensamos
las
cosas,
no
las
pensamos
tanto,
si
va
andar
bien
o
va
a
andar
mal.
Nos
tiene
que
motivar.
Y
al
actor
también.
Es
una
serie
que
terminó
sintonizando
mucho
con
los
debates
de
la
época.
—Se
los
suele
acusar
de
cierta
misantropía,
¿como
ven
esa
mirada
sobre
su
obra?
COHN:
No
sé
quién
lo
dice,
será
para
encasillarlo
o
ponerlo
en
caja.
Justamente
lo
bueno
que
tiene
la
serie
es
que
dispara
para
cualquier
lado.
En
todo
caso
si
la
ven
como
una
declaración
misantropa,
será
que
se
ven
reflejados
en
algo
que
no
les
gusta.
El
problema
es
cuando
uno
se
mira
en
el
espejo:
lo
que
uno
piensa
que
es,
no
es
como
te
miran
los
demás.
Creo
que
ahí
hay
un
buen
dilema.
A
veces
para
canalizar,
o
quedarse
tranquilos,
algunos
críticos
dicen
eso.
Para
mí
es
como
te
decía
Gastón,
es
como
la
realidad:
está
llena
de
contradicciones.
Los
personajes
tienen
ambigüedades,
no
es
tan
fácil
a
veces
son
miserables,
otras
generosos.
Creo
que
todo
eso
lo
tiene
Eliseo.
Más
allá
de
que
es
una
suerte
de
villano
al
que
uno
quiere
que
le
vaya
bien,
lo
que
la
serie
retrata
es
un
poco
la
vida
cotidiana
en
Buenos
Aires,
Argentina.
Si
no
te
gusta
lo
que
ves,
calificalo
como
quieras.
Te
estás
viendo
a
vos.
—La
mayoría
de
los
actores,
sobre
todo
sus
protagonistas,
siempre
celebran
su
método
de
trabajo
a
la
hora
de
construir
protagonistas.
DUPRAT:
Los
incluimos.
Trabajamos
con
actores
buenísimos:
Beto
Brandoni,
Guillermo,
Oscar
y
otros
también.
Queremos
su
aporte.
A
ellos
les
gusta,
porque
acceden
a
una
parte
que
está
vedada
para
los
actores:
cierto
debate
interno
sobre
la
intención
de
las
escenas,
o
de
los
textos,
o
qué
sé
yo.
Para
abrir
tanto
el
panorama
a
los
demás,
tenes
que
estar
seguro
de
lo
que
estás
contando
porque
si
no,
puede
ser
un
poco
caótico,
si
tenés
todo
con
brochecitos
sin
entender
no
sé
si
están
buenos
los
debates
públicos
sobre
cada
línea
un
guión.
Pero
en
nuestro
caso
tratamos
de
ser
sólidos
en
esa
parte
para
poder
abrirlo.
Entonces,
los
actores
se
sienten
muy
bien,
son
gente
muy
valiosa
por
su
visión
del
mundo.
Nosotros
con
Mariano
no
somos
directores
de
cine
con
carnet,
desarrollamos
una
manera
sui
generis.
No
es
tan
vertical,
tan
militar
como
el
cine,
que
tiene
cargos
escalafonarios
como
el
ejército.
Nosotros
no
trabajamos
así,
discutimos
todos,
a
veces
fuerte
también.
Estamos
muy
abiertos.
Estamos
muy
atentos
a
su
desempeño
para
ayudar
en
todo
lo
que
podamos.
Aportamos
mirada
para
que
ellos
puedan
construir
mejor.