Eso que en el presente se vuelve recuerdo

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“Somos
nuestra
memoria,
somos
ese
quimérico
museo
de
formas
inconstantes,
ese
montón
de
espejos
rotos”,
Jorge
Luis
Borges.

Me
gusta
partir
de
esa
imagen:
la
memoria
como
“un
montón
de
espejos
rotos”.
Como
de
algo
que
fue
y
sigue
siendo,
pero
de
otra
forma,
de
otra
manera.

En
la
obra
de
teatro
Memoria
de
un
poeta,
Eduardo
decide
tomar
la
Biblioteca
Popular
de
su
barrio
para
poder
recordar
a
Elvira,
su
amiga
bibliotecaria
a
la
que
vio
por
última
vez
en
1978.
A
Elvira
se
la
llevaron.
Después
de
45
años,
él
quiere
escribirla,
retratarla,
ponerla
en
palabras.
Un
concurso
es
la
excusa
para
recordarla,
para
traerla.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

En
una
época
en
la
que
la
tecnología
nos
permite
almacenar
casi
todo
y
hasta
se
puede
jugar
con
la
inteligencia
artificial
para
traer
aquello
que
ya
no
está.
Eduardo
busca
en
su
mundo
analógico
momentos 

(imágenes)
compartidos
en
esa
biblioteca
de
Avellaneda
rodeados
de
libros,
en
una
foto
escondida
entre
papeles,
en
alguna
canción…
Es
ese
mundo
analógico
el
que
nos
dice
que
los
recuerdos
solamente
son
posibles
mientras
haya
un
presente
en
el
que
los
estemos
construyendo.

Somos
presente
y
pasado
a
la
vez.
La
memoria
es
justamente
eso,
la
capacidad
o
facultad
de
retener
y
recordar
algo,
la
memoria
es
habitada
por
pedazos
de
historia,
de
vidas
pasadas,
de
vidas
vividas
con
otros…
como
ese
montón
de
espejos
rotos
a
los
que
refiere
Borges.

¿Cómo
recordamos?,
se
pregunta
Eduardo.
¿Qué
hacemos
con
esa
masa
amorfa
de
imágenes
que
se
nos
aparecen
desordenadas
y
nos
traen
casi
de
manera
inconsciente
aquello
que
ya
no
está?
“¿Qué
tortura
más
al
corazón
(…)
la
nitidez
del
recuerdo
o
la
amnesia?”.

A
veces
me
pregunto
si
la
memoria
es
aleatoria
en
la
selección
de
recuerdos.
Si
podemos
hacer
algo
para
que
algunos
momentos
estén
tan
nítidos
y
otros
se
nos
vuelvan
más
difusos.
¿Somos
lo
que
recordamos
o
también
aquello
que
olvidamos?
Quizás,
como
en
la
película
El
Gran
Pez
de
Tim
Burton,
recordemos
todos
(o
casi
todos)
los
momentos
de
nuestra
vida
y
hasta
algunos
necesitemos
añadirle
alguna
característica
fantástica
para
que
sobrevivan.
Probablemente,
aquello
que
amamos
o
nos
dolió
con
fuerza
no
lo
olvidemos
nunca
más,
y
quede
ahí,
grabado
en
nuestra
memoria.

En
Argentina,
la
palabra
“memoria”
tiene
un
significado
aún
más
profundo,
hablamos
de
una
memoria
colectiva,
una
memoria
en
plural.
Cada
24
de
marzo
–y
siempre–
decimos
Nunca
más,
Memoria,
Verdad
y
Justicia.
Es
la
construcción
de
esa
memoria
la
que
nos
permite
no
repetir
algunos
de
los
hechos
más
dolorosos
de
nuestra
historia
como
país.

Eduardo
también
quiere
sanar
lo
que
no
pudo
hacer
en
ese
momento.
Lo
que
calló
o
lo
que
no
pudo
decir.
Cuando
se
la
llevaron
ni
siquiera
pudo
llorar,
tocarle
la
puerta
a
su
madre
y
darle
un
abrazo;
solo
lo
invadía
el
miedo
y
la
tristeza.

En
Memoria
de
un
poeta
se
fusiona
la
memoria
colectiva
y
la
memoria
individual
en
la
que
todos
–Eduardo,
Rita
y
Tito–
intentan
pensar
y
recordar
su
pasado.
Su
infancia,
sus
pérdidas,
sus
deseos…
eso
que
vamos
construyendo
casi
sin
darnos
cuenta,
pero
que
en
definitiva
estará
acompañándonos
ahí,
por
siempre.

Casi
al
final
de
la
obra,
Eduardo
le
dice
a
Rita
y
a
Tito
que
van
a
tener
que
dejar
la
Biblioteca
porque
estaban
todos
los
vecinos
en
la
vereda
y
se
dieron
cuenta
de
que
estaban
ahí.
Ante
la
pregunta
de
ellos,
sobre
qué
les
dijo,
él
les
responde:
“hacemos
memoria,
les
dije
que
hacemos
memoria”.
Esa
memoria
que
hoy
más
que
nunca
tenemos
que
seguir
manteniendo
viva
en
este
presente
y
contexto
actual
que
estamos
viviendo.

*Dramaturga
y
directora.