“El ‘desde ahora y para siempre’ del matrimonio muchas veces es antinatural”

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Después
de
exitoso
su
paso
por
el
Festival
de
Tribeca
y
unos
días
antes
de
ser
proyectada
en
la
sección
Horizontes
del
Festival
de
San
Sebastián,
ha
llegado
a
los
cines
argentinos
El
aroma
del
pasto
recién
cortado,
película
de
Celina
Murga
que
pone
el
foco
sobre
la
inestabilidad
en
las
relaciones
sentimentales
a
través
de
una
historia
en
la
que
los
integrantes
de
una
pareja
en
crisis
ocultan
vidas
paralelas
que
tienen
algunas
dinámicas
parecidas.
Pero
la
directora
entrerriana
no
entrega
un
paquete
cerrado.
Más
bien
deja
un
espacio
abierto
para
que
el
espectador
observe,
analice
y
saque
sus
propias
conclusiones
sobre
lo
que
ocurre.

Más
allá
de
ese
sistema
especular
que
plantea
el
guion,
muy
útil
para
poner
a
prueba
cómo
se
juzga
de
acuerdo
al
lugar
desde
dónde
se
mira,
la
base
de
El
aroma
del
pasto
recién
cortado
son
las
interpretaciones:
en
su
cuarto
largometraje,
Murga
reafirma
su
capacidad
para
la
dirección
de
actores
consiguiendo
trabajos
muy
sólidos
de
todo
el
elenco
principal:
las
parejas
integradas
por
Joaquín
Furriel
y
Romina
Peluffo,
por
un
lado,
y
la
mexicana
Marina
de
Tavira
y el
uruguayo
Alfonso
Tort,
por
el
otro,
y
los
terceros
en
discordia
(Verónica
Gerez
y
Emanuel
Parga),
dos
jóvenes
que
terminan
por
acelerar
un
cambio
de
rumbo
que
de
algún
modo
se
venía
gestando
hace
rato. 

No
hay
juicios
definitivos
ni
prescripciones
de
conductas
apropiadas
para
las
circunstancias
en
este
film
apadrinado
por
Martin
Scorsese,
mentor
de
la
realizadora
en
un
programa
de
apoyo
de
la
Fundación
Rolex,
y
cuyo
guión
Murga
escribió
en
colaboración
con
Juan
Villegas
y
Lucía
Osorio. 

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

“Es
una
historia
con
varias
capas,
pero
a

me
gusta
pensar
que
es
una
película
sobre
qué
significa,
sobre
qué
es
hoy
el
matrimonio
-explica
la
directora,
de
51
años-.
La
película
plantea
preguntas
sobre
los
vínculos,
sobre
las
formas
que
toman
en
una
pareja
que
además
se
eligió
para
ser
familia
y
ya
lleva
unos
cuantos
años
en
eso.
Me
interesaba
marcar
que
el
matrimonio
es
entendido
muchísimas
veces
de
una
manera
que
a

me
parece
arcaica.
Más
allá
de
que
existe
el
divorcio
para
resolver
las
crisis
profundas
de
una
pareja,
toda
separación
es
vivida
como
un
fracaso,
cuando
en
realidad
se
trata
de
un
movimiento
natural.
Podemos
observar
los
ciclos
de
la
vida
en
muchas
otras
cuestiones:
las
plantas
nacen,
crecen
y
se
mueren,
están
las
diferencias
entre
las
estaciones
del
año,
etc.
Pero
nos
cuesta
un
montón
asumir
la
idea
de
cambio
en
una
persona. 

Ese
‘desde
ahora
y
para
siempre’
del
matrimonio
muchas
veces
es
antinatural.
Es
forzado
intentar
sostenerlo
cuando
se
hace
evidente
que
no
funciona”. 

La
idea
de
las
historias
de
estas
relaciones
paralelas
de
los
dos
integrantes
de
la
pareja
protagónica
estuvo
en
la
génesis
del
proyecto.
“Aunque
a
nivel
estructural
hubo
cambios
e
ideas
que
fueron
mutando,
la
película
nació
de
una
pregunta:
¿Qué
pasa
si
contamos
historias
similares
transitadas
por
un
hombre
y
por
una
mujer?
Invitamos
al
espectador
a
verse
reflejado
en
ese
espejo.
Que
cada
uno
observe
cómo
mira
y
cómo
juzga
a
un
género
y
al
otro.
Esa
fue
una
primera
idea,
muy
conceptual,
que
presentaba
un
escenario
bastante
distinto
al
de
mis
otras
películas.
Y
el
gran
desafío,
tanto
en
el
guión
como
en
la
puesta
en
escena,
era
encontrar
un
balance
para
que
el
dispositivo
fuera
una
parte
importante
de
la
propuesta
narrativa
y
dramática
pero
no
diera
como
resultado
una
película
de
tesis
que
no
logra
conectarte
con
los
personajes
y
los
mundos
narrados.
No
quería
que
fuera
un
ejercicio
puramente
formal”.
 

Para
armar
esa
estructura
espejada
que
cumple
un
rol
determinante
en
El
aroma
del
pasto
recién
cortado
fue
clave
el
trabajo
de
edición.
“La
verdad
es
que
el
montaje
fue
una
fiesta
–resalta
la
directora–.
Sobre
todo
porque
es
una
etapa
que
yo
disfruto
mucho,
aunque

que
también
se
padece.
Uno
puede
estar
un
poco
perdido
en
algún
momento
del
proceso,
pero
es
algo
normal,
no
hay
que
asustarse.
En
este
caso,
el
montaje
fue
una
especie
de
reescritura
del
guión.
Fuimos
probando
algunas
cosas
que
incluso
nos
parecían
medio
una
locura
porque
creemos
de
verdad
que
la
alquimia
que
producen
las
diferentes
yuxtaposiciones
de imágenes
y
sonido
generan
sentido,
provocan
una
alquimia,
le
dan
paso
a
algunas
ideas
nuevas.
Yo
suelo
controlar
bastante
todo
ese
proceso.
No
soy
restrictiva
y
permito
que
los
demás
aporten,
pero
estoy
muy
encima
porque
me
gusta
ese
trabajo
y
le
dedico
mucho
tiempo.
De
repente,
a
alguien
le
puede
parecer
que
estar
tan
pendiente
coarta
un
poco
la
libertad
del
montajista,
pero
es
parte
de
mi
forma
de
laburar,
de
mi
identidad
como
cineasta”.
 
 
 
 
 

El
aroma
del
pasto
recién
cortado
se
iba
a
empezar
a
filmar
cuando
estalló
la
pandemia
del
coronavirus,
que
obligó
a
postergar
el
rodaje
y
a
armarse
de
paciencia.
Después
de
los
esfuerzos
que
supone
para
cualquier
director
o
directora
de 

Argentina
conseguir
financiación
para
un
proyecto,
la
ansiedad
que
aparece
cuando
está
todo
listo
y
hay
que
esperar
por
alguna
razón
imprevista
es
innegable.
Finalmente,
Celina
Murga
pudo
empezar
y
terminar
el
proceso
el
año
pasado.
Y
Scorsese
ayudó
con
sugerencias
para
promocionar
la
película
internacionalmente,
para
hacerla
más
visible.
“Más
allá
de
ser
un
gran
cineasta,
es
una
persona
muy
cálida,
alguien
que
te
hace
sentir
muy
cómodo,
que
sabe
cómo
romper
el
hielo
porque
tiene
plena
conciencia
de
quién
es
y
de
lo
que
genera.
Fue
un
gran
mentor
y
ha
sido
especialmente
generoso
conmigo
porque
la
beca
fue
en
2009
y
nos
vinculaba
formalmente
por
un
año
y
medio.
Sin
embargo,
quince
años
más
tarde
me
sigue
apoyando,
sigue
siendo
parte
de
mis
películas.
Nos
encontramos
en
el
festival
de
Tribeca
y
fue
muy
amoroso
conmigo,
no
puedo
estar
más
que
agradecida”.

No
todos
los
cineastas
lo
hacen,
pero
muchos
suelen
tomar
referencias
de
películas
que
les
interesan
para
consolidar
en
concreto
aquello
que
tuvieron
en
mente
cuando
arrancan
con
un
proyecto.
“Cuando estábamos
escribiendo
el
guión
pensé
mucho
en
Ahora
sí,
antes
no
(film
del
coreano
Hong
Sang-soo
premiado
en
el
Festival
de
Locarno
en
2015)
-revela
Murga-.
Es
una
película
que
cuenta
una
misma
historia
dos
veces,
desde
puntos
de
vista
diferentes.
Fue
una
inspiración
importante”. 

En
plena
crisis
del
cine
argentino,
con
la
inestabilidad
que
ha
provocado
la
confusa
política
del
gobierno
de
Javier
Milei
en
relación
con
el
Incaa,
Celina
Murga
ya
está
trabajando
en
un
nuevo
largo
del
que
prefiere
no
dar
muchos
detalles.
Seguramente,
tiene
también
las
mismas
zozobras
que
todos
los
que
trabajan
en
el
sector
en
esta
Argentina
impredecible.
“Bueno,
está
todo
muy
complicado,
eso
es
obvio
–apunta
la
directora,
que
forma
parte
de
la
Comisión 

Directiva
de
la
asociación
PCI
(Proyecto
Cine
Independiente)–.
Todo
muy
oscuro…
Es
difícil
tener
una
mirada
optimista
porque
si
bien
el
Incaa
no
está
cerrado,

está
desfinanciado
y
no
veo
ideas
concretas
para
ponerlo
en
marcha
ni
políticas
cinematográficas
claras.
Incluso
en
gestiones
anteriores
que
podían
no
gustarme
había
una
idea
de
lo
que
se
quería
fomentar
y
hacia
dónde
se
quería
llevar
al
cine
argentino.
Ahora
no
hay
ninguna
idea,
es
una
especie
de
congelamiento
absoluto.
Nosotros
con
el
PCI
estamos
trabajando
hace
ya
cuatro
años
en
una
nueva
ley
audiovisual,
buscando
consensos
y
apoyo
legislativo,
pero
la
sensación
es
que
todo
se
desaceleró
porque
no
hay
una
escucha
del
otro
lado”.