“Me siento en otra sabIdurÍa mental y espiritual”

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En
2003,
cuando
lo
explosivo
de
la
carrera
nacional
e
internacional
de
Elena
Roger
se
estaba
iniciando,
esta
cantante
y
actriz
se
unió
a
un
equipo
artístico
para
hacer
un
espectáculo-tributo
a
la
popular
italiana
Mina
Mazzini.
Así
nació
“Mina…
che
cosa
sei?!?”
El
proyecto
tuvo
algunas
temporadas
más
y
luego
quedó
en
el
recuerdo,
casi
como
una
leyenda.
Hoy
ese
conjunto
de
artistas
y
amigos
vuelve
a
subirse
al
escenario,
esta
vez,
del
Lola
Membrives,
de
viernes
a
domingo,
desde
el
5
de
noviembre.
Con
la
protagonista,
está
Diego
Reinhold;
Gaby
Goldman
hace
la
dirección
musical
con
otros
cuatro
intérpretes;
Valeria
Ambrosio,
en
la
dirección;
y
Adrián
Suar
es
parte
de
la
producción.

—¿Cómo
presentarías,
qué
destacarías
de
Mina
Mazzini,
de
modo
tal
que
da
origen
a
este
espectáculo?

—Ella
es
una
excelente
cantante
italiana,
muy
famosa,
con
una
historia
muy
particular,
de
vanguardia.
En
un
momento,
decide
desaparecer
de
los
medios,
dejar
de
ser
figura
pública
y
pasa
a
ser
una
persona
que
edita
discos.
Sigue
estando
en
boca
de
la
gente,
pero
no
da
más
notas
ni
canta
en
vivo.
Se
transforma
en
un
fantasma.
Eso
la
vuelve
algo
mística.
Ya
era
una
figura
especial:
no
era
particularmente
bella,
no
tenía
cejas.
De
su
repertorio,
me
gusta
que
canta
no
solo
baladas
románticas,
dramáticas,
sino
también
canciones
graciosísimas
como
“Parole”
o
“Lo
shampoo”:
Mina
tiene
humor,
ironía,
angustia,
nostalgia.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

—¿Qué
expectativas
tienen
con
este
regreso?

—Lo
vivimos
como
un
evento,
más
para
darnos
el
gusto
a
nosotros,
que
como
proyecto
teatral.
El
desafío
es
volver
a
incorporar
el
espíritu
de
nuestras
carreras
en
ese
momento.
Quizás,
hacemos
algo
de
verano
o
gira.
Pero
en
este
primer
momento,
decidimos
hacer
cinco
semanas
para
reencontrarnos.
Lo
tomamos
como
una
capsulita,
un
momentito,
una
celebración
con
la
gente.
Después
de
ese
espectáculo,
me
pasaron
muchas
cosas:
perdí
a
mi
mamá;
toda
la
carrera
de
éxito,
viajé,
hice
“Evita”,
hice
“Piaf”,
seguí
formándome.
Veo
algo
de
inocencia
en
aquel
momento.

—¿Cómo
nació
todo
hace
poco
más
de
veinte
años?

—Yo
soy
de
familia
italiana
y
seguramente
había
escuchado
a
Mina
en
“Un
año
de
amor”,
en
esos
discos
chiquitos
con
un
solo
tema
de
cada
lado.
Compartimos
un
verano
trabajando
con
Valeria
en
Punta
del
Este
y
ella
me
introdujo
el
personaje
y
repertorio.
Nos
reencontramos
con
ella
en
“Jazz,
swing,
tap”.
A

me
surgió
la
posibilidad
de
cantar
una
fecha
en
el
BAC;
decidí
cantar
en
italiano
en
un
espectáculo
sobre
Nina
y
Valeria
me
dijo
que
me
podía
dirigir.
Era
la
primera
vez
que
yo
hacía
un
espectáculo
de
autogestión
y
para
ella
era
la
primera
vez
que
dirigía.
Volver
a
hacer
Mina
es
volver
a
las
fuentes.
Recopilamos
pedacitos
de
canciones
y
canciones
enteras.
Trabajamos
con
Gaby
Goldman.
Con
él,
en
ese
momento
éramos
niños,
hacíamos
shows,
eventos,
trabajábamos
en
boliches
a
la
noche.
Con
Diego
Reinhold,
también
en
“Jazz,
swing,
tap”,
pegamos
tanta
buena
onda,
que
le
propuse
hacer
ese
show
conmigo.
Valeria
me
armó
un
mundo
donde
yo
empecé
a
jugar,
algo
maravilloso,
un
mundo
de
duendes.
Pero
yo
estaba
muerta
de
miedo;
me
había
quedado
muda.
Mi
mamá
me
había
tenido
que
poner
una
inyección
de
decadrón
y
de
alguna
manera
la
voz
salió
y
fue
una
cosa
hermosa,
una
travesura,
un
juego.
Valeria
se
lo
mostró
a
Alejandro
Romay,
y
el
8
de
diciembre
estábamos
en
El
Nacional
por
cuatro
fechas.
Después
hicimos
una
temporada
en
el
Metropolitan
y
en
el
Broadway.
Nos
dio
muchas
satisfacciones;
ganamos
premios.
Mucha
gente
lo
amó
y
mucha
gente
no
lo
conoce.

—Planteás
esta
experiencia
como
“un
mundo
de
duendes”.
Otros
espectáculos
también
te
han
permitido
brillar,
disfrutar.
¿Cómo
interactúan
esos
espacios
luminosos
de
tu
vida
profesional,
dentro
de
un
mundo
que
presenta
mucha
oscuridad?

—Uno
crea
el
mundo
en
el
que
vive.
Lo
que
nos
pasa
es
consecuencia
de
lo
que
hacemos.
Solemos
pensar
que
el
afuera
produce
lo
que
nos
pasa,
pero
hay
que
ver
si
no
somos
nosotros
generando
ese
lado
negativo.
Hay
guerras,
pero
¿cuántas
veces
te
peleás
en
tu
familia?
Eso
es
una
guerra
también.
Son
actitudes
que
hay
que
revisar.
Más
allá
de
las
cuestiones
políticas,
hablo
de
una
cuestión
global.
Yo,
por
ejemplo,
tengo
cero
pesos
en
el
banco
y
tengo
que
pagar
miles
de
cosas:
¡ohhh!,
pero
algo
se
movió
ayer,
acomodé,
pensé,
relajé
y
ahora
tengo
para
pagar.
Es
la
magia.
Si
estamos
todo
el
tiempo
siendo
bombardeados
por
cosas
malísimas,
¿qué
puede
suceder
en
tu
vida?
La
vibra
es
tan
baja,
que
atraemos
y
conectamos
solo
con
lo
bajo.
No
puedo
vivir
de
una
manera
angustiante.
Tampoco
es
que
solo
miro
comedias
en
la
televisión,
pero
elijo
generar
proyectos
como
“Mina”…:
es
generar
felicidad,
buenas
vibras,
un
espectáculo
de
duendes,
de
magia.
Ese
es
mi
aporte
a
la
sociedad:
cantar
y
hacer
espectáculos
de
los
que
la
gente
salga
emocionada.

—También
actuás.
¿Qué
te
atrajo
de
la
serie
“La
mente
del
poder”
en
TNT?

—Como
actriz,
hice
menos.
Hice
más
como
cantante
y
comedia
musical.
No
soy
una
persona
de
tiras.
De
“La
mente
del
poder”,
me
gustó
el
personaje
(me
había
pasado
lo
mismo
con
“Wakolda”);
me
atrapó
muchísimo
el
guión,
el
personaje
de
la
espía,
el
desenlace
y
estar
en
un
thriller.
Y
el
elenco.
Mike
es
amigo
de
toda
la
vida.
A
Diego
Velázquez
siempre
lo
había
visto
haciendo
un
montón
de
teatro
y
me
encanta.
Eleonora
Wexler
me
parece
una
actriz
del
carajo.
Me
gusta
el
formato
de
plataforma,
que
no
es
una
tira
y
ni
una
película,
porque
podés
saber
principio
y
final.
De
tiras
solo
trabajé
en
“Hombres
de
honor”;
los
libros
se
iban
a
escribiendo
sobre
la
marcha
y
no
sabías
para
dónde
iba
a
ir
el
personaje,
lo
cual
fue
un
gran
ejercicio
actoral.

—Este
año
vas
a
cumplir
cincuenta
años.
¿Te
significa
algo
en
particular
esa
cifra?

—¡Sí!
Re-significa
para
mí.
Esta
década
que
comienzo
es
importante,
porque
es
la
preparación
hacia
mi
vejez,
que
quiero
que
sea
hermosa,
que
no
quiero
que
sea
sufrida.
Perdí
a
mi
mamá
hace
un
año
y
medio:
me
cambió
la
existencia.
Es
fatal
perder
a
tus
progenitores.
Mi
papá
está
muy
enfermo;
tuvo
un
ACV
a
los
51
años
en
la
crisis
de
2001.
Yo
no
quiero
seguir
ese
paso.
Veo
la
vida
de
ellos
y
estoy
intentando
superarlos.
Yo
quiero
vivir
hasta
los
120,
por
lo
menos,
¡ja,
ja!,
aunque
los
planes
pueden
ser
cambiados.
Me
siento
en
otra
sabiduría
espiritual
y
mental
para
comenzar
esta
nueva
década.
No
quiero
que
el
problema
del
país
o
del
mundo
me
tome
tanto,
que
no
pueda
disfrutar
de
la
vida.
Estoy
en
ese
plan:
cómo
crear
un
universo
dentro
de
esta
realidad,
que
me
haga
llegar
bien
a
mí,
a
mi
gente,
a
mis
seres
queridos:
esos
son
los
cincuenta.

 

“Aprendo
de
Elena
Roger
todos
los
días”

A.M.

Diego
Reinhold
es
la
otra
figura
que
está
presente
en
“Mina…
che
cosa
sei?!?”
Para
Elena
Roger,
la
dinámica
entre
ambos
es
la
de
que
“ella
es
una
cantante
y,
dentro
de
su
cabeza,
pasan
muchas
cosas.
Diego
es
el
personaje
masculino,
al
que
ella
pone
en
diferentes
lados,
según
la
canción”.
Desde
la
perspectiva
del
actor,
cantante
y
conductor,
“mi
personaje
es
como
una
especie
de
duende,
de
músico
que
está
en
la
imaginación
de
la
cantante
que
da
este
recital.
Él
le
va
generando
situaciones,
encuadres,
algunas
de
amor,
otras,
escénicas,
para
que
la
cantante
pueda
desarrollar
su
recital
y,
un
poco,
explorarse
y
conocerse
a

misma”.

—¿Quiénes
son
estas
personas
que
hacen
el
espectáculo:
son
las
mismas
de
hace
veinte
años?

—Veinte
años
es
un
montón
de
tiempo,
pero
somos
las
mismas
personas,
los
mismos
amigos,
compañeros,
que
queremos
seguir
jugando,
divirtiéndonos,
asombrándonos
con
este
experimento,
esta
gran
obra,
esta
pequeña
obra
que
hemos
podido
entre
todos
configurar
y
que
nos
trajo
tantas
alegrías.
Es
como
volver
a
ser
los
mismos
de
hace
veinte
años:
somos
los
mismos,
pero
más
asentados.

—¿Cómo
es
Elena
como
profesional
y
como
amiga,
para
vos?

—Elena
significa
muchísimo
para

en
lo
que
fue
el
crecimiento
de
esta
profesión,
porque
nos
hemos
apoyado,
ayudado
mutuamente.
Hemos
aprendido
mucho
el
uno
del
otro.
Hemos
ido
de
vacaciones
y
compartido
experiencias
hermosas.
Es
alguien
muy
especial
en
mi
vida.
Como
artista
es
alguien
que
admiro
mucho,
profundamente.
Aprendo
de
ella
todos
los
días.
Disfruto
junto
a
ella
de
las
cosas
y
los
lugares
a
los
que
pudo
acceder.
Cuando
ella
estuvo
en
el
exterior
trabajando,
siempre
me
ha
invitado
a
compartir
esos
momentos.
Fue
fantástico
verla
desplegarse
en
esos
escenarios
que
uno
jamás
se
hubiera
imaginado.