Si
bien
el
ritmo laboral
de
los
artistas
está
marcado por
una
agenda
agitada,
entre
giras
y
shows
a
altas
horas
de
la
noche,
hay
un
género
en
el
que
esa
vorágine
pareciera
multiplicarse:
la
electrónica.
Es
que
los
DJ
están
acostumbrados
a
tocar
de
madrugada
en
clubes
nocturnos,
rodeados
de
luces
artificiales,
máquinas
de
humo
y
parlantes,
mientras
la
gente
baila
al
ritmo
del
set.
Por
ese
motivo,
los
músicos
del
dance
suelen
estar
asociados
con
un
estilo
de
vida
frenético,
pero
ese
no
es
el
caso
del
español Edu
Imbernón,
quien
prefiere
la
tranquilidad
de
la
naturaleza
antes
que
un
espacio
cerrado
y
oscuro.
“Se
disfruta
siempre
mucho
más
en
cualquier
sitio
que
esté
rodeado
de
naturaleza.
Personalmente, disfruto
más
la
música
en
un
sitio
al
aire
libre
con
árboles
y un
lago
que
un
club
oscuro
con
muchas
luces.
Como
DJ
estamos
acostumbrados
a
un
club
oscuro
y
eso
está
bien,
se
puede
disfrutar,
pero
a
mí
si
me
dan
a
elegir
entre
tocar
en
un
club
oscuro
o
en
mitad
de
un
bosque,
yo
te
digo
que
prefiero
en
mitad
de
un
bosque“,
sintetizó
en
una
entrevista
a
PERFIL.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Oriundo
de
Valencia,
España,
Imbernón
es productor,
remixer,
DJ
y
dueño
de
dos
sellos
discográficos: Eklektisch
y
Fayer.
Después
de
más
de
16
años
en
la
escena,
el
artista
decidió
lanzar
el
año
pasado
Imbermind,
su
proyecto
de
banda
junto
a
tres
colegas
de
la
electrónica
con
el
cual
le
gustaría
retirarse
y
tocar “para
un
público
más
adulto”,
en
un
contexto “algo
más
cultural
y
musical
que
de
fiesta”.
Los
objetivos
del
músico
están
fuertemente
atravesados
por
la
idea
de
balance.
“La
vida
se
trata
de
tener
balance“,
había
escrito
el
productor
de
35
años
en
sus
redes
sociales.
En
diálogo
con
este
medio,
explicó
que
ese
equilibrio
consiste
en “tener
un
poco
del
caos
y
la
gente
todos
los
fines
de
semana”,
así
como “dar
un
paseo
por
la
montaña
o
salir
con
la
bici
a
respirar
y
estar
en
la
naturaleza”
durante
los
días
que
no
está “pinchando”
en
algún
evento. “Me
permite
estar
tranquilo para
luego
poder
afrontar
todo
lo
demás
con
ganas
y
entusiasmo
en
lugar
de
estar
siempre
con
ruido
en
la
cabeza”,
manifestó.
Esa
combinación
entre
la
electrónica
y
la
naturaleza
se
apreció
en
el
Festival
La
Foresta
Rock
&
Music,
que
tuvo
lugar
el
pasado
26
de
octubre
en
la
ciudad
tucumana
de Tafí
Viejo.
Con
tres escenarios
instalados
en
un
imponente
espacio
al
aire
libre, Imbernón
fue
uno
de
los
artistas
principales del
evento,
ofreciendo
una
actuación
que
fusionó la
música
con
la
belleza
natural
y
la
tecnología
de
vanguardia.
De
esa
manera, logró
cautivar
a
miles
de
asistentes,
quienes
se
dejaron
llevar
por
su
estilo
innovador
y
su
energía
contagiosa.
El
protagonismo
de
Argentina
en
la
escena
electrónica: “Es
uno
de
los
sitios
favoritos
de
los
DJs
para
tocar”
—En
una
de
tus
publicaciones
de
Instagram
mostrabas
un
show
que
habías
hecho
con
Hernán
Cattáneo
y
mencionabas
que
el
público
argentino
era “hermano”
del
público
español.
¿Qué
opinás
de
la
audiencia
local
y
qué
la diferencia de
otros
países?
—Básicamente
es
uno
de
los
pocos
sitios
que
quedan a
nivel
baile
y
escena.
Yo
creo
que
la
mayoría
de
DJs
te
pueden
decir
lo
mismo:
es
uno
de
los
sitios
favoritos
de
todos
nosotros
para
tocar
en
el
mundo.
Es un público muy
pasional
con
toda la música
y
es
muy
entregado, eso
lo
hace
muy
especial.
Es
un
país
culturalmente
y
musicalmente
muy
educado,
al
menos
en
nuestra línea
de
música.
Creo
que
Hernán
[Cattáneo] es
el
responsable
del
bienestar
que
hay
allí para
que
cualquiera
de
nosotros
pueda
ir
y
tocar
delante
de
miles
de
personas.
Con
él tengo
una
gran
relación
de
amistad
y
de
respeto.
—Después
de
tantos
años
en
la
industria
y
de
haber
venido
en
distintas
oportunidades,
¿cómo
sentís
que
es
la
recepción
del
público
argentino
respecto
a
la
electrónica?
—Yo
creo
que la
electrónica
siempre
ha
sido
muy
grande
allí.
Obviamente
Argentina
es
un
país
muy
grande
con
muchos
otros
géneros
de
música
que
seguro
funcionan
muy
bien,
pero
lo
que
creo
que
el
factor
diferenciador
es
lo
pasional
que
es
la
gente
con cualquier
cosa
que
haga
allí.
Eso
ya
se
ha
relacionado
con
música,
con
deportes,
con
fútbol… Es
evidente
que
es
un
público
muy
entregado.
Entonces
cuando
van
a
un
show
es
como
que
tienen
muchas
ganas,
están
muy
excitado.
No
hay
un
momento
como
raro,
la
gente
siempre
está
a
más
y
más,
y
eso
da
como
alas
para
poder
construir
algo
interesante
y
mágico.
En
16
años
de
haciendo
esto, tengo
un
gran
recuerdo
de
las
veces
que
he
tocado
en
Argentina
y
diría
que
está
en
mi
top
5
de
noches
de
toda
la
carrera.
El
balance
entre
la
tecnología
(trabajo)
y
la
naturaleza
(descanso): “Mi
misión
es
hacer
música
que
hace
feliz
a
la
gente”
—La
propuesta
del
show
en
Tucumán
se
publicitaba
a
sí
misma
como
una
mezcla
entre
la
tecnología
y
la
naturaleza.
Uno
podría
pensar
que
el
antónimo
de
la
tecnología
es
la
naturaleza,
pero
el
festival
combinó
dos
objetos
que
parecerían
alejados
entre
sí.
¿Cómo
ves
esta
combinación?
—El
lugar
donde
yo
vivo
en
España
es
en
mitad
de
la
nada. No
tengo
vecinos,
estoy
en
el
monte y
todo
lo
que
tengo
alrededor
de
mi
estudio
y
en
mi
casa
son
árboles,
naturaleza, montaña…
Eso
lo
podemos
extrapolar
el
sitio
donde
estoy
ahora
mismo,
o
sea,
mi
estudio, que es
todo
tecnología, ordenadores
y
sintonizadores.
Yo
creo
que
eso
esas
dos
cosas
pueden
convivir
bien
y
de
hecho
creo
que
deben
convivir
bien
porque
la
tecnología
es
algo
que
no
se
puede
parar.
Gracias a
eso
estamos
donde
estamos
ahora
y
podemos
estar
haciendo una
videollamada
tú
en
Argentina
y
yo
en
España.
También
creo
que
nunca
hay
que
perder
de
vista
la
naturaleza
en
la
música.
Al
final,
se
disfruta
siempre
mucho
más
en
cualquier
sitio
que
esté
rodeado
de
naturaleza.
Yo
personalmente
disfruto
más
la
música
en
un
sitio
al
aire
libre
con
árboles
y
con
un
lago
que
un
club
oscuro
con
muchas
luces.
—Quizá
esa
mirada
es atípica
para
un
DJ,
ya
que
justamente
uno
de
los
mayores
lugares
donde
tocan
son
clubes
cerrados
con
luces
artificiales…
—Como
DJ
estamos
acostumbrados
a
un
club
oscuro
y
eso
está
bien,
se
puede
disfrutar,
pero
a
mí
si
me
dan
a
elegir
entre
tocar
en
un
club
oscuro
o
en
mitad
de
un
bosque,
yo
te
digo
que
prefiero
en
mitad
de
un
bosque.
La
magia
de
la
naturaleza
es
algo
muy
importante
para
mí
y
es
una
inspiración muy
grande
en
mi
día
a
día
y
a
la
hora
de
hacer
música.
Entonces
prefiero
mil
veces
tocar
en
un
sitio
donde
estés
en
contacto
con
eso,
aunque
se
salga
de
lo
típico.
—¿Siempre
tuviste
esta
preferencia
o
es
algo
que
adquiriste
con
la
experiencia?
—Yo
ahora
tengo
35
años.
Arranqué
a
viajar
por
todo
el
mundo
tocando
música
con
19,
con
lo
cual
fue
un
proceso
que
arranqué
muy
chico
y
es
una
cosa
que
ha
ido
evolucionando.
Yo
soy
de
Valencia
(España), pero
me
fui
a
vivir
a
Berlín
(Alemania) y
ahí
es
donde
conseguí
la
catapulta
a
luego
hacer
más
cosas.
Berlín
es
ciudad
gris,
oscura,
fría…
Después
de
eso
volví
a
un
departamento
en
España.
Poco
a
poco,
cuando
empecé
a
viajar
todos
los
fines
de
semana,
me
di
cuenta
de
que
realmente
la
naturaleza
debía
ser
más
parte
de
mi
vida.
Todo
el
caos
y
todo
esto
que
es
viajar
cada
fin
de
semana
por
todo
el
mundo, con
su
retraso
de
aviones,
un
cambio
de
planes,
o
sea
todo
lo
que
te
puedes
encontrar,
que
es
la
parte
mala
de
todo
esto,
para luego
llegar
a
donde
tú
vivas
y
estar
en
un
departamento
cerrado…
A
mí
eso
me
mataba
y
duré
un
año
así.
Enseguida
me
fui
a
vivir
a
Ibiza
(España)
a
mitad
de
la
montaña
y
ahí
es
cuando
me
di
cuenta
de
salir
de
eso.
La
vida
para
mí es
como
balance.
Tienes
que
tener
un
poco
al
menos
de
cada
lado. El
caos
y
la
gente los
fines
de
semana,
pero
entre
semana
yo
necesito
salir
a
dar
un
paseo
por
la
montaña
o
salir
con
la
bici
a respirar,
estar
en
la
naturaleza
y
estar
tranquilo
para
luego
poder
afrontar
todo
lo
demás
con ganas
y
entusiasmo
en
lugar
de
estar
siempre
con
ruido
en
la
cabeza.
Cada
persona
es
diferente.
Yo
creo
que
mi
misión
un
poco
en
la
vida
es
crear
música que
tengo
dentro
y
que
sé
que
hace
feliz
a
la
gente.
El
estar
siempre
en
un
avión
y viajando
no
me
deja
ser
lo
creativo
que
debería
ser.
Pasan
los
años
y
es fenomenal
estar siempre
tocando
por
ahí,
pero
ese
balance
de
cantidad
justa
de sitios
para viajar
para
tocar
y
tiempo
óptimo
de
estar
componiendo
en
el
estudio
es
para
mí
la
clave.
Es
lo
que
me
da
balance
en
mi
vida,
si
no
la
balanza
está
fuera
de
peso
y
al
final
me
pasaba
mucho
que
me
enfermaba
un
montón, no
podía
seguir
una
rutina
de
ejercicio
y
de
alimentación,
y
todo
eso pasa
su
factura.
Lo
he
hecho
muchos
años
y
ahora
que
miro
más
atrás
digo: “Jamás
volvería
a
estar
haciendo
120
shows
al
año”.
La
creación
de
la
banda
Imbermind: “Es
el
proyecto
de
mi
vida”
—Contame
un
poco
más
del
proyecto
de
Imbermind.
—Es
como
el
proyecto
de
mi
vida,
es
algo
que
he
tenido
en
mi mente
desde
hace
muchísimo
tiempo.
Yo
siempre
he
estado
muy
ligado
a
la
remezcla
de
bandas
y
es
algo
que
siempre he
querido.
Es
como
el
siguiente
paso
natural
para
mí,
o
sea,
para
lo
que
realmente
me
puede
emocionar
y
algo
con
lo
que jubilarme.
Cuando
hablo
de
jubilarme
no
me
refiero
a
retirarme,
me
refiero
algo
con
lo
que
hacerme
mayor.
Yo
no
me
veo
con
60
años
tocando,
pero
sí haciendo
un
concierto
o
haciendo
una
gira
de
conciertos
cada
año
para
un
público
quizás
más
adulto
o
meramente
algo
más
cultural
y
musical
que
de
fiesta,
por
decirlo
de
alguna
manera.
Sí,
la
vamos
a
pasar
bien
y
festejar,
pero
no
es
lo
mismo
que
ir
a
un
club
o
un
festival puramente
de
electrónica
o
DJs,
donde
es
más
fiesta
y
gente que
va
a
pasárselo
bien
de
fiesta
más
que
escuchar
la
música.
Entonces,
esto
es
como
el
proyecto
que inicia
junto
a
grandes
músicos
con
conmigo.
Es muy
emocionante
porque
sigue
siendo
electrónica,
pero
desde
luego
es
algo que
me
vuelve
a
poner
mariposas
en
el
estómago,
me
pone
nervioso
otra
vez.
Y
eso está
bien,
porque
mi
motivación
para
seguir
y
para
crear
algo
es
realmente
sorprender
a
alguien
que
me
lleve
siguiendo
muchos
años
y
emocionarlo todavía
más,
así
como
que alguien
que
no
me
conozca
se
lleve
una
buena
primera
impresión.
—¿Cómo
fue
el
pasaje
del
trabajo
solitario
de
un
DJ
a
estar
con
un
grupo
de
gente?
—Para
mí
ha
sido
increíble
la
verdad,
porque
estoy
acostumbrado
a hacerlo
yo
todo.
El
tener
tres
mentes
pensantes
conmigo,
que
son
pues
grandes
músicos
y personas
con
puntos
de
vista
diferentes, hacen que
pueda
llegar
mucho
más
lejos.
Yo
soy
el
que
le
pone
más
la idea
y
el
concepto,
también
la
energía,
pero
aún
así
es
maravilloso
trabajar
con
más
gente,
sobre
todo
si pensáis
de
la
misma
manera, porque trabajar
con
gente
que
piensa
diferente
sería
más
un
impedimento
que unas
alas para
subir
más
alto.
—Retomando
la
idea
del
balance
de
la
que
me
hablabas,
es
como
que
el
proyecto
este
es
más
maduro
en
comparación
de
la
visión
de
la
electrónica
con
la
juventud
y
la
fiesta.
Por
lo
que
me
planteas,
lo
que
buscan
es
tocar en
lo
que
sería
un
concierto
para
escuchar
música
y
vivirlo
de
otra
manera.
—He
llegado
conclusiones
propias
después
de
muchos
años
girando
y
al
final
uno
creo
que
tiene
que
proyectar
a
medio
y
a
largo
plazo.
Esta
idea
me
vino
un
poco
más
fuerte
el
año
pasado,
que
tuve
un request
de
remezclar
mi
banda
favorita
del
mundo
que
es Depeche
Mode.
Eso
fue
lo
que
me
hizo
clic
en
el
cerebro,
o
sea,
ver
que
la
banda
con
la
que
has
crecido
desde
pequeño
te
pide
un
remix
es muy,
muy
loco.
Luego
el ir
a
conocerlos, que
me
invitaran
a
un
concierto
en
Alemania, llegar
ahí
y,
joder,
ver
60.000
personas
llenando
un
estadio
solo
para
ver
a
Depeche
Mode.
No
para
un
festival, un
show
de
Depeche
Mode
que
dura
dos
horas
y
ahí,
pues
gente
de
20,
30,
50,
60,
70
años,
da
igual,
había
gente
todas
las
edades.
Pero
lo
destacable
era
la
magia
de
ir,
escuchar
música,
el
show
y
el
toque
humano.
Yo
estaba
con
los
ojos
así
súper
abiertos.
No
fue
el
primer
concierto
al
que
fui
ni
mucho
menos,
pero
lo
vi
desde
una
perspectiva
diferente,
lo
vi
como lo
proyecté.
Dije: “Yo
quiero
hacerme
viejito
haciendo
esto”.
Estuve
con
ellos
cinco
minutos
antes
del
concierto
y
los
veía
muy
mayores, pero
luego
cuando
salían
en
el
escenario
saltaban
y
todo,
y
pensaba: “¿Pero
qué
locura
es
esta?”.
Esa
es
la
energía
que
transmite
la
música
como
tal,
a
lo
que obviamente
se
suman los
miles
de
fans
que
van
a
verlos
que
se
saben
las
canciones
que
de
alguna
manera
han
marcado
la
banda
sonora
de
su
vida.
Yo
creo
que
ese
es
un
poco
el
concepto
donde
me
siento
cómodo.
Quiero
marcar
la
banda
sonora
de
la
gente
y
que
cuando
tengan
un
mal
día
o
uno
fenomenal
se
pongan
esta
canción
o
cuando
se
acuerden
de
aquella
vez
que
estaban
con
esa novia
o
novio
que
tenían
también
recuerden
una
canción… Que
haya
una
canción para
todo.
Yo he
crecido
con
Depeche
escuchándolos
todos
los
días,
cada
canción
me
lleva
a
un
momento
de
mi
vida
y
eso
es
lo
mágico
con
la
música:
te
transporta.
Imbermind
es
una
banda
electrónica, pero
tranquila
y
relajada
para
escuchar;
es
para
agitar
por
dentro
y
también
es
para
bailar.
El
baile
es
algo
que
yo
creo
que
es
mi seña
de
identidad, más
allá
de
lo
emocional.
Si
bailas
y
te
emocionas,
y
encima
tienes
ese
recuerdo
y
sonríes
sin
darte
cuenta,
yo
creo
que
ahí
es
donde
realmente
se
marca
un
cambio. Yo
siempre
lo
he
dicho
y
lo
he
puesto
en
práctica: la
gente
no
se
acuerda
de
ese
tema
que
bailó, lo
que
se
acuerda
es
el
tema
que
le
rascó
por
dentro
y
que
le
tocó,
ya
sea
porque
tenía
una
voz
increíble, una
melodía
o
algo
que
la hace
estar
en
su
cabeza
en
bucle
todo
el
rato.
Ese
es
el
poder
de
la
música
y
ahí
es
donde
ya
realmente
yo
quiero
vivir,
en
la
zona
donde
te
acuerdes
de
ello.
El
impacto
de
la
inteligencia
artificial
en
la
industria
musical
—Algo
que
estamos
viendo
es
el
uso
cada
vez
mayor
de
la
inteligencia
artificial
(IA)
en
la
música.
La
tecnología
siempre
estuvo
de
la
mano
con
el
trabajo
de
los
DJs,
pero
como
que
estas
herramientas
vinieron
y
patearon
el
tablero,
si
se
quiere
decir.
¿Qué
opinás
de
la
aplicación
de
la
inteligencia
artificial
en
la
música?
—Es
uno
de
los
grandes
motivos
por
el
que tengo
el
proyecto
de
la
banda.
Yo
estoy muy
familiarizado
con
la
con
la
IA,
la
utilizo
para
un
montón
de
cosas.
Creo
que
es
una
herramienta
increíble,
pero
al
final
más
que
quitarte
el
trabajo
lo
que
va
a
pasar
de
alguna
manera
es
que
va
a
haber
tanta
cantidad
de
lo
mismo.
Cuando hay
algo
genérico,
va
a
haber
tanta
facilidad
de
duplicarlo
y
multiplicarlo
por
miles
que
creo
que va
a
perder
un
poco
el
alma
y
va
a
haber
que diferenciarlo
con
cosas
humanas.
¿Qué
hay
más
humano
que
tocar
un
instrumento,
un
concierto,
alguien
interactuando?
Musicalmente
está
claro
que ya
es
a
muy
corto
plazo
el
impacto.
Vas
a
poder
hacer
música
como
tus
artistas
favoritos,
meterás
tus
top
10
y
te
generará
otras
veinte canciones
que
tengan
similitudes
con
las
cosas
que
más
te
gustan.
Pero
ese robot
no
va
a
poder
emocionarte en directo, más
allá
de
que
pueda
haber
pantallas,
fuegos
artificiales
o
luces.
Ese
toque
humano
no
va
a
estar.
Esa
es
la
gran
diferencia
cuando
algo se
hace
con
un
ordenador.
Es
tan
sencillo
hacerlo,
con
un
robot
de
guía, dándole
un
script
o
un
prompt
y diez
ejemplos,
pero
se pierde
la
magia.
Creo
que
se
volverán
un
poco
a
los
puntos
de
partida
originales
en
alguno
de
los
sentidos,
es
como
que
la
música
va
a
renacer.
También
tengo
la
impresión
de
que
aquí
a
poco
tiempo
tendrá
que
haber
un
certificado
en
Spotify
o
en
plataformas
de
streaming
que
ponga “Hecho
por
un
humano“.
Tiene
que
pasar
esto
en
breve
porque
ya
hay
muchas
multinacionales
a
nivel
sello,
discográficos
y
empresas
gordas,
que
son
las
que
manejan
la
mayoría
de
streams
en
Spotify,
que
están
subiendo
mucha
música
generada
por
inteligencia
artificial
porque
no
tienen
que
pagarle
royalties
y
derechos
a
ningún
productor
ni
artista.
—¿Qué
diferencias
notás
entre
la
música
creada
por
IA
y
aquella
creada
por
humanos?
—La
música
con
IA
es
algo
tan
genérico,
son
canciones
muy
específicas
que
tienen
una
voz
especial
de
un
artista
y
un
tipo
de
progresión
de
acordes
típica
de
ese
grupo.
Va
a llegar
un
momento
en
el
que
la
IA
a
muchos
niveles
se
tendrá
que
regular
y
se
deberá
dejar
claro
que
esto
lo
ha
hecho
un
robot
o
esto
lo
ha
hecho
una
persona.
El
problema
al
final
yo
creo
que
viene
para
todos,
incluso
para
el
artista
y
productor
que
lleva
tiempo
haciendo
cosas
genéricas.
Esto
es
lo
que
funciona
ahora
y
ahí
estás
tú
y
25.000
productores
más
intentando hacer
todo
lo
mismo.
No estás
haciendo
música
porque
es
lo
que
te
sale
dentro,
estás
haciendo
música
porque
lo
que
quieres
es
vender
y
te
estás
fijando
en
qué
es
lo
que
vende.
Desde
que
existen
los
charts
y
las
listas
de
más
vendidos
o
más
escuchados hay
una legión
detrás
de
gente
o
de
músicos
reproductores
que
están
haciendo
eso
porque
quieren
la
fórmula
para
llegar
a
llegar
a
ese
éxito,
pero
muchas
veces
la
fórmula
se
trata
en
ser
único
y
original
más
que
en
copias.
Para
copiar
ya
estará
un
robot
de
inteligencia
artificial,
que
lo
hará
seguramente
muy
bien.
—Jugando
a
hacer
futurología,
como
que
al
haber
tantas
cosas
iguales,
quizá
resalte
aún
más
lo
original
y
humano.
—No
hay
mucha
más
salida.
Cada
vez
la
gente
aprecia
menos que
estés
sacando
música
nueva.
Ahora
la
gente está
tan
sobrepasada
de
información
constante
que muchas
veces
no
dedican
ni
los
cinco
minutos
que
dura
una
canción.
Estás
tan
ocupado
con
cosas,
pero
realmente
a
la
vez
no
estás
tan
ocupado.
Abres
Instagram
y
tienes
cinco
mensajes,
también
te
mencionan
diez
veces, tienes
que
contestar
a
todo
el
mundo
y de
repente
han pasado
20
minutos.
Y
si
estás
escuchando música
de
fondo,
no
te
estás
enterando
mucho
porque
tu
cabeza
está
enfocada
en
otra
cosa.
Hoy
no
creo
que
nadie
se
siente
o
acueste
meramente
a
escuchar
música
para
estar
con
todos
tus
sentidos
en
eso.
La
gente
cada
vez
hace
menos
esto,
con
lo
cual lo
que
acaba
pasando
es
que
vas
eligiendo
música
o
lo
que
te
gusta
es en
base
a
lo
que
te
va
llegando
porque
lo
has
visto en
tu
Instagram
o
ya
han
salido
cinco
vídeos
de
cinco eventos
diferentes
con
la
misma
canción
sonando.
Pues
igual
ahí
dices: “Venga,
va,
voy
a
prestar
atención
que
si
la
están
poniendo
en
todos
los
lados,
será
por
algo”.
Esa
canción
de
repente
ha
pasado
el
corte
de
tu
atención,
pero
quizás
si
eres
un
usuario
normal
y
sigues
a
300
artistas,
pues
al
final
no
le
prestas
tanta
atención
a
que
un
artista
que
sigues ha
sacado
un
disco
nuevo.
Quizás
le
prestas
atención
cuando
haya
habido
un
poco
más
de
ruido
o
ya
te
ha
salido
seis
o
siete veces
por
lados
diferentes.
Al
final
todo
lo
reduzco
a
que
cada
vez
más la
gente
le
dedica
menos
tiempo
a
descubrir
nuevas
cosas
y
está bien
con
lo
que
está.
Mucha
gente
pues
tiene
su
playlist
con
sus
canciones
favoritas
y
eso
es
lo
que
va
escuchando
su
día
a
día
y
poco
a
poco
a
poco
va
metiendo
alguna
más,
pero
no
se
pone
a
descubrir
tanta
música.
A
la
vez
también
es
normal
porque
hay
mucha
basura,
entonces
le
dedicas
tres
horas
a
descubrir
cosas
nuevas
y
a
lo
mejor
sacas
una
o
dos
canciones
que
te
han
gustado.
—¿Qué
es
lo
que
te
motiva
a
seguir
creando
música
en
este
escenario?
—Es
el
sentimiento de
recibir
algo
de
vuelta,
el
poder
estar
y
ver
la
sonrisa
a
la
gente.
Hay
muchas
cosas,
como
que
alguien
tenga
tatuada
tu
marca
o
tu
cara
o
que
te
digan: “En
el
día
de
mi
boda,
mi
canción
para
entrar
fue
tu
remix”.
Son
ese
tipo
de
cosas
que
te
demuestran
que
has
marcado
la
vida
a
esa
persona
de
alguna
manera,
y
eso
es
al
final
el
motor
de
todo.
Ese
es
el
motor
para
decir: “Venga,
voy
a
ir
a
Argentina
dos
días
y
me
voy
a
tirar
tres
días
dentro
de
un
avión
o
en
el
aeropuerto”.
Esto
seguramente
para
otro
país
no
lo
haría
en
este
momento,
pero sé
que
lo
que
voy
a
recibir
va
a
merecer
la
pena
porque
va
a
ser
un
fin
de
semana
increíble.
Voy
a
estar
el
domingo
a
la
noche en
el
aeropuerto
de
Ezeiza sonriendo.
Lo
tengo
claro,
es
así:
me
comeré
la
típica
pizza
que
me
como
siempre
antes
de
meterme
en
el
avión,
me
dormiré, me
levantaré
en
España
y
sonreiré otra
vez
porque
sé que merece
la
pena.
Gi