¿Qué hacemos con el dolor?

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Un
tema
que
me
ocupa
desde
muy
temprana
edad,
y
que
ocupa
a
gran
parte
de
la
sociedad,
con
diversas
disciplinas,
es
qué
hacemos
con
el
dolor.
Desde
el
dolor
inocente
de
la
infancia,
hasta
los
dolores
de
la
vida
adulta,
los
físicos,
los
emocionales.
Innatos
y
adquiridos.
Siempre
hay
una
clave
para
la
vida,
y
es
el
manejo
de
esos
dolores.
Los
estudios
de
la
neurociencia
demuestran
que
las
personas
más
felices
no
son
las
que
menos
sufren,
sino
las
que
se
lo
proponen,
más
allá
de
los
sufrimientos
que
les
toque
padecer. Los
dolores
de
la
infancia
nos
ocupan
particularmente,
ya
que
inciden
en
cómo
se
forja
nuestra
personalidad.

En
ese
aspecto,
de
las
tantas
herramientas
que
hay
a
mano
para
combatir
el
dolor,
quiero
centrarme
en
dos.
La
reflexión
sobre
el
dolor
por
un
lado.
Y
el
humor
por
otro.
Poder
reírse
de
ciertos
dolores
que
no
tienen
arreglo.
De
lo
absurdo
de
ellos,
o
de
ciertas
realidades
y
situaciones
que
vivimos
a
diario
y
nos
afectan.
Creo
por
mi
propia
experiencia
y
por
la
de
otros,
que
estos
dos
aspectos
ayudan
a
llevar
los
dolores
de
mejor
forma,
si
es
que
eso
existe.
Y
si
vivimos
con
menos
dolor,
vivimos
mejor.

La
reflexión
sobre
el
dolor
por
un
lado,
y
reírse
del
absurdo
de
los
dolores
por
otro.
Uno
de
los
aspectos
por
los
que
el
dolor
nos
afecta
tanto,
seguramente
sea,
porque
nos
da
miedo
morir.
Una
profesora
dijo
que
todas
las
historias
escritas
tienen
que
ver
con
dos
temas:
“te
amo”
y
“no
me
quiero
morir”.
Los
dolores
y
el
amor
están
profundamente
ligados.
Los
dolores
de
la
infancia
afectan
nuestra
capacidad
de
amar
en
la
vida
adulta.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

Desde
el
rol
que
me
toca
ocupar
en
el
teatro, cuando
descubrí
la
obra
Tom
Pain
(basado
en
nada)
quedé
muy
impactado
con
dos
cosas
fundamentalmente.
La
profundidad
con
la
que
reflexiona
sobre
la
existencia
humana
y
sus
dolores,
y
el
humor
que
usa
para
ir
llevando
la
obra
adelante.
Para
reflexionar
sobre
temas
tan
duros.

Una
obra
que
logra
un
nivel
profundo
de
reflexión
sobre
los
dolores
que
arrastramos
desde
la
infancia,
y
sus
consecuencias
en
la
vida
adulta,
entre
ellas
los
desamores;
tratada
a
su
vez
con
una
gran
dosis
de
humor.
Una
historia
que
me
resulta
sumamente
desafiante,
atractiva
y
útil
de
contar.

Los
actores
siempre
buscamos
historias,
y
cuando
yo
descubrí
Tom
Pain
me
sentí
muy
afortunado
de
que
llegara
a
mis
manos.
Había
encontrado
una
joya.
Considero,
que
a
través
de
esta
obra,
podemos
avanzar
un
poco
sobre
cómo
llevar
los
dolores
adelante.
Esta
obra
finalista
del
Premio
Pulitzer
en
2005,
y
que
finalmente
pude
estrenar
en
2017,
va
a
cumplir
sus
cien
funciones
en
cinco
países,
y
pudo
sobrevivir
a
la
pandemia.

Traer Tom Pain
a Buenos
Aires
fue
un
viaje
que
empezó
allá
por
2017,
en
el
Teatro
El
Extranjero.
Nos
llevamos
amigos,
aplausos,
y
un
hermoso
premio
del
Centro
Cultural
Rojas
y
la
UBA
-Premio
Mayor
en
los
premios
teatro
del
mundo,
en
la
categoría
Teatros
del
Mundo.
Desde
esa
temporada
hasta
ahora,
muchas
cosas
han
cambiado
en
el
mundo
y
en
mi
vida, en
una
obra
que habla
y
se
ríe del
dolor.
El
pasaje
de
una
pandemia, y
experiencias
personales;
ambas
marcadas
por
el
dolor.
El
personal
y
el
colectivo.

Desde
aquel
estreno hasta
hoy,
el
mundo
ha
cambiado,
yo
también,
y
la
obra
se
ha
resignificado.
Tom
Pain
hace
un
recorrido
random
por
su
vida,
y
nos
da
un
paseo
por
la
nuestra.
Porque
eso
es
el
teatro.
Un
juego
de
espejos,
en
el
que
todos
nos
vemos
a
nosotros
mismos.
Tom
reflexiona
sobre
dos
experiencias
dolorosas
de
su
infancia
y
un
desamor
en
la
vida
adulta,
y
alivia
sus
angustias
con
humor.
Nos permite
a
través
de
su
historia
tener
una
experiencia
colectiva
aliviadora.

Ir al
teatro a
reflexionar
sobre
nuestros
dolores,
y
reírnos
de
ellos,
nos
ayuda
a
seguir
viviendo
en
este
mundo cargado
de
experiencias
de
dolor, y a
seguir
riéndonos de
sus
absurdos.

Sigamos
reflexionando
sobre
el
dolor.

Sigamos
riéndonos
de
él.

¿No
es
genial
estar
vivos?

*Actor
del
monólogo
Tom
Pain
(basado
en
nada),
de
Will
Eno
y
dirigida
por
Lucio
Hernández
(El
Extranjero
Teatro)