¿Por qué la princesa Ana no dio títulos a sus hijos?: la verdadera historia

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La
princesa
Ana
,
única
hija
de


la
reina
Isabel
II,

es
conocida
por
su
carácter
independiente
y
pragmático.
A
lo
largo
de
los
años,
la
royal
demostró
ser
una
figura
clave
dentro
de
la
familia
real
británica,
pero
también
alguien
que
tomó
sus
propias
decisiones
sobre
su
vida:
una
de
las
más
destacadas
fue
su
determinación
de
no
otorgar
títulos
reales
a
sus
hijos,

Peter
Phillips
y
Zara
Tindall.

Cuando


la
princesa
Ana

tuvo
a
sus
hijos,
en
1977
y
1981
respectivamente,
tomó
una
postura
firme
respecto
a
su
futuro.

Aunque,
por
protocolo,
Peter
y
Zara
podían
haber
recibido
el
tratamiento
de
“Alteza
Real”
y
ser
llamados
príncipes,
la
princesa
optó
por
no
hacerlo
.
¿La
razón?
Según
ella,
su
decisión
estuvo
motivada
por
el
deseo
de

garantizar
que
tuvieran
una
infancia
más
sencilla

y
una
vida
menos
condicionada
por
las
obligaciones
y
expectativas
reales.

En
una
entrevista,
Ana
explicó:

“Creo
que
les
será
más
fácil
así,
y
creo
que
la
mayoría
de
la
gente
es
de
la
opinión
de
que
tener
títulos
tiene
sus
desventajas
.
No
te
das
cuenta
de
eso
hasta
que
sos
mayor
y
tenés
hijos”.
Estas
palabras
reflejan
su
visión
moderna
de
la
crianza
dentro
de
una
institución
tan
tradicional
como
la
monarquía
británica.

La
decisión
de
la
princesa
Ana

La
determinación
de


Ana

de
hacer
más
sencilla
la
vida
de
sus
hijos
no
solo
rompió
con
una
costumbre
arraigada
en
la
Casa
de
Windsor,
sino
que
también
marcó
un
precedente
histórico.

Peter
y
Zara
se
convirtieron
en
los
primeros
nietos
legítimos
de
un
monarca
británico,
la
reina
Isabel
II,
que
no
ostentan
títulos
reales.

Esto,
sin
embargo,
no
fue
una
imposición
de
la
reina.
Tanto
Peter
como
Zara
hubieran
podido
recibir
títulos
si
su
madre
lo
hubiera
solicitado,
pero
Ana
fue
contundente
en
su
postura.
En
lugar
de
otorgarles
un
título,

permitió
que
crecieran
fuera
del
foco
constante
de
la
atención
pública
y
sin
las
responsabilidades
asociadas
a
su
linaje.

Peter
y
Zara
se
han
mantenido
cerca
de
la
familia
real,
pero
con
total
autonomía.


Peter
Phillips

desarrolló
una
carrera
en
el
ámbito
empresarial,
mientras
que
Zara
Tindall
se
destacó
como
jinete
profesional

y
representó
a
Reino
Unido
en
competencias
ecuestres
de
alto
nivel,
incluida
la
obtención
de
una
medalla
de
plata
en
los
Juegos
Olímpicos
de
Londres
2012.

Ambos
disfrutan
de
una
libertad
que
difícilmente
hubieran
tenido
si
llevaran
un
título
nobiliario.
Sus
vidas,
aunque
vinculadas
a
la
realeza,
están
marcadas
por
un
enfoque
más
terrenal
y
menos
restrictivo.

VO