“No se respeta la libertad de elección de la mujer”

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Pocas
películas
recientes
se
animan
a
lo
que
hizo
la
danesa
La
chica
de
la
aguja,
el
estreno
de
Mubi
que
se
encuentra
hoy
entre
las
posibles
candidatas
al
Oscar
a
Mejor
Película
Extranjera.
La
danesa
dirigida
por
Magnus
von
Horn
y
protagonizada
por
Victoria
Carmen
Sonne
es
una
fábula
oscura,
gótica
en
su
sangre,
que
cuenta
la
historia
de
Katherine,
quien
descubre
que
su
trabajo
de
enfermera,
en
realidad,
esconde
algo
mucho
más
macabro.
Estrenada
en
Cannes,
la
película
responde
a
los
instintos
de
su
director
Magnus
von
Horn:
“Una
parte
mía
siempre
quiso
hacer
una
película
de
terror.
Cuando
escuché
sobre
este
tema,
esta
idea,
fue
algo
que
realmente
me
asustó,
que
me
sacudió.
Era
una
idea
que
tocaba
un
nervio
muy
claro,
un
miedo
que
tengo
como
muchos
otros:
yo
era
padre
hace
bastante
poco
en
ese
momento,
y
pensaba:
¿qué
hago
si
le
pasa
algo
a
mis
hijos?
En
mi
experiencia,
te
puedes
quedar
despierto
por
la
noche
imaginando
cosas
horribles,
y
es
un
agujero
oscuro
del
cual
cuesta
muchísimo
salir.
No
puedes
no
hacer
nada
con
ese
miedo,
y
decidí
traducirlo
a
un
universo
de
ficción.
Es
algo
que
ya
he
hecho
antes:
usar
el
miedo
como
una
especie
de
combustible
creativo,
y
es
algo
que
siempre
me
ha
funcionado
bien,
porque
a
menudo
surge
algo
muy
personal
como
este
film”.
En
la
película
la
actriz
Victoria
Carmen
Sonne
se
luce,
y
logra
que
esta
historia
macabra
tenga
un
corazón
que
no
sería
posible
de
otra
manera.
Ambos
hablan
con
PERFIL.

—La
película
se
siente
en
perfecto
vínculo
con
nuestro
presente,
nuestra
actualidad,
sobre
todo
por
los
temas
que
toca
a
la
hora
de
los
derechos
de
la
mujeres
y
el
aborto,
entre
otras
cosas.
¿Esperaban
que
eso
fuera
así?

Magnus
von
Horn:
En
el
marco
de
la
película,
de
lo
que
mostramos,
la
gente
no
tenía
otra
oportunidad
que
lo
que
vemos,
tener
sus
bebés
aunque
no
los
quisieran
y
darlos.
Es
una
versión
naïve
del
mundo.
Dice
tanto
de
la
sociedad,
y
eso
esta
basado
en
historias
reales.
En
muchos
países
hay
una
creencia
en
la
libertad
de
elección
que
convive
con
la
sensación
de
la
política
buscando
quitar
derechos,
o
la
misma
Iglesia
aprovechando
avances
de
la
derecha
para
quitar
derechos
ya
establecidos.
En
Brasil,
en
Polonia,
en
muchos
lugares
esta
disyuntiva,
esta
locura
es
una
realidad.
Se
dice
que
se
cree
en
la
libertad
de
expresión
o
la
de
elección,
pero
cada
vez
más,
no
es
así.
Esa
es
la
conexión
que
genera
esta
película.
Intentamos
mostrar
un
mundo
civilizado,
donde
se
respetan
los
derechos,
pero
lo
cierto
es
que
las
herramientas
que
tenemos
no
alcanzan
para
garantizar
que
algunos
derechos
ya
ganados
se
pongan
en
cuestionamiento.
Es
una
especie
de
pesadilla,
y
la
película
con
su
juego,
su
universo,
genera
algo
así
y
habla
con
el
presente,
y
eso
solo
habla
mal
del
presente,
de
la
dirección
en
la
que
estamos
yendo.
A
veces,
el
cine
refleja
eso
sin
incluso
quererlo,
a
mi
me
gustaría
que
la
nuestra
sea
una
historia
aterradora
del
pasado.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

Victoria
Carmen
Sonne:
Medio
que
pienso
todo
lo
que
dice
Magnus.
El
horror
real
tiene
que
ver
con
lo
relevante
que
esta
película
es
hoy.
Y
que
no
hablamos
solo
de
leyes
y
regulaciones,
sino
de
la
forma
final
de
la
sociedad,
el
entramado
que
hace
a
la
sociedad.
Que
si
lo
pensamos,
es
lo
que
define
a
la
civilización.
Muchas
cosas
sin
hablar,
Muchas
presiones
sociales
habladas
y
no
habladas,
y
que
tienen
que
ver
con
cosas
que
no
deberían
hablarse
de
forma
negativa:
tu
sexualidad,
tu
nacionalidad,
tus
ideas,
tu
religión.
Es
un
momento
muy
difícil
del
mundo.

—¿Hubo
algo
que
los
sorprendió
de
la
película?

V.H:
Siempre
hay
elementos
de
sorpresa,
es
imposible
controlarlo
todo
en
el
cine,
es
muy
difícil.

S.:
Siempre
me
gusta
mucho
forzarme
a
explorar
lo
que
estamos
haciendo.
Incluso
si
a
veces
genera
un
poco
de
fricción,
la
mayoría
del
tiempo
siento
que
es
la
mejor
manera
en
que
puedo
ofrecer
algo
que
siento
es
inherente
a
mí,
que
puede
generar
sorpresas.
Y
ahí
entonces
siento
aparece
algo
más
cercano
a
la
vida
misma,
porque
esa
es
la
necesidad
a
veces
de
la
sorpresa
en
el
set:
esa
chispa
de
energía,
de
lo
vivo,
de
lo
salvaje.
También
es
necesario
tener
coraje,
saber
controlar
es
importante.
Recuerdo
que
hablamos
de
la
idea
de
“escuchar
a
la
película”,
buscando
el
balance
entre
esto
y
lo
que
buscaban
los
autores.
A
veces
ves
el
monitor,
y
de
repente
algo
que
tenía
sentido
en
el
papel
tiene
un
significado
distinto,
o
no
sirve.
La
relación
de
los
personajes
nos
permitía
buscar
cierta
verdad,
mi
obsesión,
y
tenía
que
ver
más
con
lo
sensorial,
con
respetar
procesos
que
uno
quizás
vivía
de
otra
manera
en
el
papel.

V.H.:
Puedo
sumar
que
los
efectos
especiales
funcionaron
mucho
mejor
de
lo
que
yo
creía
que
iban
a
funcionar.
Hay
muchos
efectos
y
nadie
se
da
cuenta.
Eso
tiene
que
ver
con
mi
falta
de
experiencia
con
esa
herramienta.
Mi
sorpresa
fue
como
el
film
se
las
arregló
para
funcionar
como
una
unidad
más
allá
de
mis
expectativas
(que
no
eran
negativas,
pero
por
eso
subrayo
la
idea
de
sorpresa).
Con
los
efectos
logramos
crear
la
ciudad,
de
una
forma
que
realmente
no
pensé
que
era
posible.
¿Cómo
iba
a
funcionar?
La
verdad
que
fue
un
lujo,
trabajamos
con
una
leyenda
de
los
efectos
especiales
danés.
Fue
una
hermosa
sorpresa.
Eso
se
suma
al
maquillaje,
a
la
forma
en
que
todos
se
veían.
Todo
ha
sido
muchísimo
trabajo
y
el
resultado
nos
pone
muy
felices.

S.:
Cuando
vi
la
proyección
final
por
primera
vez,
me
quedé
muy
sorprendida.
Sobre
todo
con
cómo
se
veía.

—¿Qué
sentís
que
buscabas
de
los
personajes
en
tu
film,
considerando
la
historia
oscura
detrás
del
relato?

V.H:
Lleva
tiempo
desarrollarlos,
pero
era
importante
que
tuvieran
un
lugar
crucial.
Más
allá
del
guión,
que
es
importante,
todo
debía
sentirse
de
manera
potente.
Puede
que
suene
cursi,
pero
yo
tengo
que
sentir
que
soy
todos
los
personajes.
Necesito
hacer
eso
para
aceptar
lo
que
estoy
contando,
no
importa
si
es
un
niño,
una
mujer,
un
hombre,
un
anciano.
Tengo
que
sentir
que
soy
yo.
Vic
entiende
a
su
personaje,
más
que
yo
quizás,
y
filmamos
juntos,
y
es
una
comunidad,
y
entonces
los
personajes
deben
ser
un
reflejo
de
esa
experiencia,
del
respeto
que
existe
entre
todo
en
esa
experiencia.

—¿Te
sorprendió
que,
siendo
un
cineasta
no
danés,
tu
película
fuera
presentada
por
Dinamarca
para
los
Oscar?

V.H.:
No
siento
presión
en
absoluto,
honestamente
solo
puedo
decir
que
me
siento
honrado.
Siempre
he
admirado
el
cine
de
mi
país.
Es
un
orgullo
ser
parte
de
él.
Cuando
estrenamos
en
Cannes
y
obtuvimos
ese
tipo
de
confirmación,
no
voy
a
fingir
que
durante
todo
el
proceso
me
sentí
completamente
seguro
de
que
esta
iba
a
ser
una
gran
película
con
el
gran
estreno
que
soñábamos.
La
confianza
va
y
viene,
seguro,
pero
hablo
del
cariñó
que
hace
del
objeto,
pero
también
de
la
confianza
en
el
mismo.
Después
del
estreno,
ver
el
recorrido
que
ha
hecho
la
película,
cómo
vivió
y
fue
presentada
en
todo
el
mundo,
empecé
a
sentirme
muy
seguro
y
aterrada
de
que
podría
ser
una
contendiente
al
Oscar
por
Dinamarca.
Pero
nunca
fue
algo
que
esperara
cuando
hacía
la
película.
Simplemente,
como
ser
humano,
dependo
del
reconocimiento
de
los
demás
para
sobrevivir,
y
la
película
fue
algo
a
lo
que
le
debo
mucho.
Por
eso,
sí,
puedo
decir
por
un
lado
que
no
me
sorprende
y
por
el
otro
que
sí,
por
más
extraño
que
eso
suene.
Que
la
película
se
hizo
ya
es
un
montón,
y
que
podamos
contar
esta
historia
en
este
momento
del
mundo,
también.
Todo
ha
sido
un
gran
camino
de
alegrías
desde
el
estreno.