La
monarquía
española
enfrenta
una
nueva
tormenta
mediática
tras
las
declaraciones
de
Jaime
del
Burgo,
quien
aseguró
haber
mantenido
una
relación
extramatrimonial
con
la
reina
Letizia.
Este
escándalo
sacudió
a
la
Casa
Real
y
reavivó
antiguas
tensiones
dentro
de
la
familia.
En
el
centro
de
la
controversia
se
encuentra
la
reina
Sofía,
quien,
preocupada
por
la
salud
de
su
hijo,
habría
aconsejado
al
rey
Felipe
VI
someterse
a
una
revisión
médica.
Las
revelaciones
de
Del
Burgo,
difundidas
a
través
de
la
red
social
X
(antes
Twitter),
dejaron
en
evidencia
la
fragilidad
de
la
relación
entre
los
reyes
de
España.
Según
sus
afirmaciones,
el
vínculo
sentimental
entre
Letizia
y
él
se
prolongó
durante
varios
años,
coincidiendo
con
momentos
críticos
en
la
vida
de
la
pareja
real.
Este
hecho,
de
confirmarse,
podría
haber
sido
la
causa
de
la
crisis
matrimonial
que
atravesaron
en
2013.
A
estas
acusaciones
se
suman
las
investigaciones
del
periodista
Joaquín
Abad,
autor
de
la
biografía
no
autorizada
de
Letizia,
quien
mencionó
informes
que
vinculan
a
la
reina
con
un
piloto
de
la
Royal
Navy
durante
la
invasión
de
Iraq.
Además,
otras
versiones
indican
que
la
actual
reina
también
habría
sostenido
romances
con
figuras
del
periodismo,
como
David
Tejera,
antes
de
su
matrimonio
con
Felipe
VI.
La
preocupación
de
la
reina
Sofía
Ante
este
panorama,
la
reina
emérita
Sofía
decidió
tomar
cartas
en
el
asunto.
Conocida
por
su
firmeza
y
discreción,
la
emérita
se
mostró
preocupada
no
solo
por
la
estabilidad
de
la
monarquía,
sino
también
por
la
salud
de
su
hijo.
Fuentes
cercanas
a
la
Casa
Real
aseguran
que,
tras
conocer
las
presuntas
infidelidades
de
Letizia,
la
royal
insistió
en
que
Felipe
VI
se
realizara
controles
médicos
exhaustivos.
Esta
recomendación
no
es
casual.
Sofía
conoce
bien
las
dificultades
de
una
vida
matrimonial
marcada
por
las
traiciones,
ya
que
ella
afrontó
las
infidelidades
de
Juan
Carlos
I.
Consciente
de
los
riesgos
asociados,
su
insistencia
en
que
Felipe
priorice
su
bienestar
físico
tiene
sentido
dentro
del
contexto
de
la
polémica.
Mientras
tanto,
la
Casa
Real
se
esfuerza
por
contener
los
daños
que
esta
situación
podría
causar
a
la
institución
monárquica.
La
estrategia
de
Zarzuela
fue
minimizar
las
informaciones
difundidas
y
evitar
que
el
escándalo
afecte
la
imagen
del
rey,
cuya
popularidad
tuvo
sus
altibajos
en
los
últimos
años.
A
pesar
de
los
intentos
de
la
monarquía
por
mantener
el
hermetismo,
la
revelación
de
estos
reavivó
el
interés
público
en
la
vida
privada
de
los
reyes
y
generó
nuevas
dudas
sobre
la
solidez
de
su
matrimonio.
VO