“El humor es esquivo, depende del timming”

0
5

Hasta
el
26
de
febrero,
los
miércoles
a
las
20.15
en
Teatro
Metropolitan
siguen
las
funciones
de
Las
moiras.
La
obra
escrita
por
la
recién
premiada
Tamara
Tenenbaum
regresa
al
universo
de
la
cultura
judía,
que
ella
ha
recorrido
en
análisis
y
hasta
películas
de
gran
proyección
como
El
fin
del
amor.
En
este
caso,
Analía
Couceyro,
Luciana
Mastromauro,
Flor
Piterman
y
Fiamma
Carranza
Macchi,
bajo
dirección
de
Mariana
Chaud,
interpretan
una
tríada
de
mujeres
judías,
esposas
de
rabinos,
dedicadas
a
armar
las
parejas
que
se
van
a
casar.
Ellas
tres
además
están
configuradas
a
la
luz
de
rasgos
de
las
moiras,
deidades
griegas
que
definen
el
destino
de
los
seres
humanos.
Entre
ellas
aparece,
una
joven
que
está
poseída
por
la
presencia
mítica
llamada
“dibuk”.
Autora
y
directora
brindan
más
detalles.

—¿Cómo
se
origina
esta
obra?

—Tamara
Tenenbaum:
Se
me
ocurrió
escribir
Las
moiras
cuando
empecé
a
investigar
en
el
tema
del
teatro
judío
que
también
aparece
en
mi
novela
La
última
actriz.
El
teatro
judío
es
una
tradición
muy
porteña.
Más
allá
de
Buenos
Aires,
existe
en
muy
pocas
ciudades:
Nueva
York,
Londres,
Varsovia,
Moscú.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

El
dibuk
es
la
obra
más
importante
del
teatro
judío.
Los
materiales
que
constituyen
Las
moiras
son,
sobre
todo,
la
tradición
del
teatro
judío
basada
en
mitologías
judías
que
son
partes
del
judaísmo
y
que
no
son
muy
conocidas.
La
mayoría
de
los
judíos
que
conozco
jamás
oyeron
hablar
del
dibuk,
ni
siquiera
judíos
religiosos.
Son
tradiciones
casi
paganas
del
judaísmo,
en
las
que
se
mezclan
tradiciones
diversas
de
Europa
del
Este.

—¿Quiénes
son
estos
personajes?

—Mariana
Chaud:
Por
un
lado,
están
las
tres
brujas,
las
tres
moiras
de
la
mitología
griega.
Aquí
son
Cipe,
Ruth
y
Tamar.
Por
otro
lado,
está
la
posesa.
De
las
tres
brujas,
Cipe,
la
mayor,
la
más
sabia,
controladora,
es
la
más
bicha.
Por
otro
lado,
Ruth,
la
más
apocada,
la
que
más
quiere
conciliar,
es
como
la
mosquita
muerta.
Por
último,
está
Tamar,
que
no
tiene
pelos
en
la
lengua,
desconfía
de
los
demás
y
es
más
cerrada.

—¿Qué
decisiones
de
puesta
en
escena
relevantes
atraviesan
el
texto
dramático?
¿Qué
especificidad
de
la
situación
teatral
ocurre
a
través
de
la
puesta?

—M.C.:
Entre
las
decisiones
fundamentales
que
tomé,
fue
traer
a
los
personajes
más
para
acá,
más
para
el
Once.
En
el
texto,
figuraba
que
literalmente
tejían;
en
cambio,
yo
las
puse
jugando
al
burako.
Por
otro
lado,
a
la
posesa
la
llevé
más
hacia
lo
fantástico,
donde
el
trabajo
con
voz,
cuerpo,
efectos
de
luz
y
sonido
tuvieran
un
efecto
de
extrañeza.
Entonces,
trabaje
dos
códigos
de
actuación.
Cuando
la
gente
va
al
teatro,
busca
lo
vivo
del
cuerpo,
de
la
fisicalidad,
del
contacto,
de
la
actuación,
del
despliegue
del
histrionismo.
En
Las
moiras,
hay
una
propuesta
específicamente
escénica,
física,
material,
que
no
hay
en
otro
tipo
de
lenguajes.

—T.T.:
Mariana
es
capaz
de
estar
mirando
150
cosas
al
mismo
tiempo,
cosas
muy
precisas
sobre
el
espacio
y
también,
intervenciones
excelentes
en
los
textos.
En
efecto,
lo
de
jugar
al
burako
o
rumi
es
de
ella.
Intervenciones
sobre
tomar
el
té,
comer
budín,
para
que
el
texto
se
vuelva
más
ameno,
son
de
ella.
También,
el
trabajo
físico
que
hace
con
las
actrices.
Como
Mariana
es
dramaturga,
entonces
como
directora
es
muy
completa.
También,
tiene
inteligencia
de
actriz
para
encarar
lo
que
pasa
con
los
cuerpos
y
para
probar
cosas,
proponerles
a
las
actrices
cosas
raras.
Es
una
directora
todoterreno.

—¿Cómo
se
hace
humor
en
el
teatro?
¿Cómo
surge
el
humor
en
esta
obra?

—M.C.:
El
humor
es
siempre
esquivo.
Hay
que
encontrarle
el
timming,
el
cual
no
depende
de
una
cosa
en
particular,
sino
que
es
multifactorial.
Tiene
algo
vincular,
del
trabajo
en
grupo
y
del
trabajo
con
el
tiempo.
Hay
chistes
buenísimos
que
en
el
papel
funcionan
bárbaro
y
después,
en
la
escena,
no
tanto.

—T.T.:
En
particular,
el
humor
de
Las
moiras
es
muy
judío.
Por
un
lado,
está
el
humor
de
las
viejas
chismosas
que
organizan
el
destino
del
pueblo.
Pretenden
ser
autoridad
moral,
pero,
en
vez
de
solemnes
y
sabias,
son
como
unas
tías
ridículas.
Esto
no
es
solo
una
cuestión
de
pueblo
judío,
sino
de
cualquier
pueblo
chico.
También
hay
algo
gracioso
en
la
relación
con
el
texto
sagrado.
Tomar
un
texto
y
decidir
que
todo
lo
que
dice
es
cierto
y
tratarlo
como
la
verdad
revelada
es
algo
que
puede
producir
humor.
Conduce
a
interpretaciones
literales
y
muy
estrictas
que
dan
risa.
Finalmente,
hay
humor
cuando
personas
que
están
educadas
para
seguir
reglas
se
encuentran
con
lo
desconocido.

Tienen
que
ver
qué
inventan,
y
aparece
algo
muy
humorístico
y
muy
judío,
aparece
la
libertad
en
la
regla,
la
transgresión
en
la
regla.

“Soy
una
judía
muy
anarquista”

A.M.

—En
enero
pasado,
el
actual
presidente
de
la
Argentina
recibió
el
Genesis
Price,
más
conocido
como
“Premio
Nobel
Judío”.
¿Qué
te
significa,
Tamara,
esta
premiación?

—T.T.:
Yo
soy
una
judía
muy
anarquista
y
muy
iconoclasta,
así
que
a

no
me
molesta
para
nada
que
Milei
se
diga
judío.
Para
mí,
si
él
se
dice
judío,
es
judío.
Muchos
judíos
piensan
que
uno
tiene
que
nacer
judío
o
convertirse
y
pasar
por
un
rito;
si
no,
es
un
impostor.
Yo
no
creo
mucho
en
esas
cosas.
Muchas
de
mis
amigas
son
hijas
de
padre
judío
y
no,
de
vientre
judío,
por
lo
que
para
los
judíos
no
son
judías,
pero
hicieron
su
Bat
Mitzvah,
y
festejan
Pesaj,
y
Rosh
Hashaná,
y
tienen
una
conciencia
judía
quizás
mucho
más
presente
que
la
mía.
Yo
digo:
son
judías,
no
necesitan
que
nadie
les

un
papel.
Yo
no
lo
necesito
para
reconocerlas
como
judías,
y
tampoco
lo
necesito
para
reconocer
a
Milei.
Y
si
Milei
quiere
ser
judío,
pues
que
sea
judío
y
que
sea
feliz
con
eso.
No
me
parece
que
tenga
que
representar
al
judaísmo,
del
mismo
modo
que
nadie
re-presenta
al
judaísmo,
ni
que
el
Rebe
de
Lubavitch
tenía
que
representar
al
judaísmo.
Nadie
representa
a
nadie.
Pero
él
con
su
judaísmo,
que
sea
feliz,
que
investigue.
La
verdad,
solo
le
deseo
lo
mejor.
Con
respecto
al
premio,
el
Nobel
Judío
es
la
primera
vez
que
lo
oigo
nombrar.
No
conozco
a
nadie
que
sepa
nada
sobre
esto.
Creo
que
son
premios
inventados
por
el
lobby.
Hay
distintos
lobbies
en
relación
con
la
política
y
el
judaísmo,
por
supuesto,
y
todo
indica
que
este
es
un
premio
inventado
por
un
lobby
con
el
que
él
trabaja
muy
bien,
evidentemente.