Walter Salles dio a Brasil su primer Oscar y reabrió debate sobre el pasado reciente

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Las
tres
nominaciones
a
los
Oscar
de


Aún
estoy
aquí,

del
director
brasileño

Walter
Salles,

hacían
de
la
categoría

mejor
película
extranjera

un
voto
cantado.
En
los
premios
previos
a
los
que
otorga
la
Academia
de
Hollywood,
dicho
film
había
sido
aclamado,
entre
otras
cosas
por
su
enfoque
sobre
la
dictadura
militar
brasileña,
que
duró
de
1964
a
1985.
Además,

Fernanda
Torres,
protagonista
de

Aún
estoy
aquí
,

había
ganado
como
mejor
actriz,
una
semana
antes,
en
los

Golden
Globe.

Y
aunque
no
se
llevó
el
Oscar,
en
Brasil
su
nominación
fue
celebrada
tanto
como
el
premio
que
ganó
Walter
Salles.


¿Por
qué
Jair
Bolsonaro
odia
el
éxito
mundial
de
la
película
de
Walter
Salles?

Durante
la
temporada
de
premios,
la
película
sobresalió
por
su
mensaje
político
y
su
calidad
cinematográfica,
y
hubo
un
elemento
fundamental
para
entender
su
importancia.
A
diferencia
de

la
cinematografía
de
Argentina,
Chile
y
Uruguay,

por
mencionar
tres
ejemplos
cercanos,
Brasil
no
cuenta
con
una
tradición
audiovisual
que
se
haya
permitido
la
lectura
de
su
pasado
político
reciente.
Y
los
gobiernos
de
facto
de
la
región,
cada
uno
distinto
en
sus
respectivos
procesos
de
violencia,
represión
y
tortura
en
la
clandestinidad,
han
sido
siempre
un
obstáculo
transversal
para
pensar
la
identidad
y
las
deudas
del
Estado
y
la
democracia.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

Consultado
sobre
ese
preciso
matiz
de
diferencia,
Walter
Salles
explicó:
“Hubo
películas
que
ofrecieron

un
reflejo
de
ese
período,

pero
quizá
no
por
el
ángulo
que
propone
Aún
estoy
aquí,
que
es
a
través
del
microcosmos
de
una
familia.
Lo
tenés
en


La
historia
oficial
(de
Luis
Puenzo)
;
en


Argentina,
1985


(de
Santiago
Mitre)
;
en
Machuca
(de
Andrés
Wood),
o
en

No
(Pablo
Larraín)
.
Nuestra
película
nos
permitió
entender
lo
que
es
la
pérdida
pero
también
lo
que
puede
ser
la
reacción
a
esa
pérdida.
Una

mujer
que
decide
no
claudicar

ante
un
Estado
autocrático
y
establecer
sus
propias
formas
de
resistencia.
En
ese
sentido,
me
parece
un
personaje
absolutamente
increíble,
necesario,
porque
no
tiene
una
percepción
binaria
del
mundo.
Al
contrario,
es
mucho
más
complejo.
Pienso
que

Aún
estoy
aquí

es
una
película
sobre
la
pérdida
y
sobre
la
vida,
sobre
la
importancia
de

abrazar
la
vida

y
sobrevivir
a
la
pérdida”.


Acusado
de
pro-golpe
de
Estado,
Bolsonaro
quiere
que
Trump
declare
a
Lula
dictador.

Recorrido.
En
el
caso
de
Brasil,
la
dictadura
militar
comenzó
en
1964,
por
un
golpe
de
Estado
que
derrocó
al
presidente
João
Goulart,
y
se
fue
volviendo
cada
vez
más
tétrica
y
sórdida.

Aún
estoy
aquí

está
basada
en
el
libro
homónimo
de
Marcelo
Rubens
Paiva,
escritor
y
periodista
brasileño,
hijo
de
Rubens
Paiva,
ingeniero
civil
y
legilador

detenido
y
asesinado

por
la
dictadura
militar
de
Brasil
en
1971.
En
una
entrevista
reciente,
Walter
Salles
comentó
que
“proponer
más
reflexiones
sobre
este
período
parecía
vital
para
comprender
mejor

el
trauma
vivido

y
no
repetir
los
mismos
errores
del
pasado”.

Antes
de
Aún
estoy
aquí,
Salles
ya
era
famoso
por


Diarios
de
motocicleta
,

basada
en
los
diarios
del
viaje
que

Ernesto
“Che”
Guevara

emprendió
con

su
amigo
Alberto
Granado

por
América
del
Sur;
o
por

Estación
Central,

donde
Salles
y
Fernanda
Montenegro
–madre
de
Fernanda
Torres–
estuvieron

nominados
a
los
Oscar
1999

por
mejor
película
y
mejor
actriz
respectivamente.
Su
acercamiento
a
la
política
tiene
varias
aristas,
pero
es
importante
recalcar
que
conocía
a
la
familia
Paiva
desde
finales
de
los
años
sesenta,
y
que
pasó
parte
de
su
juventud
en
la
casa
de
ellos.
En
más
de
una
oportunidad
declaró
que
los
Paiva
fueron
fundamentales
en
su
desarrollo
político
y
artístico.


Todos
los
ganadores
de
premios
Oscar
2025.

Aún
estoy
aquí
desencadenó
grandes
emociones
en
Brasil.
Su
éxito
se
volvió
motivo
de
orgullo
porque
es
el
primer
Oscar
que
gana
ese
país,
pero
antes
de
su
obtención
más
de

cuatro
millones
de
espectadores

ya
la
habían
visto
en
las
salas
de
cine.
Y
la
noche
del
Oscar
fue
celebrada
en
vivo
por
las
setenta
mil
personas
que
estaban
en
el
Sambódromo
de
Río
de
Janeiro.
Aún
estoy
aquí
hizo
que
la

Corte
Suprema
del
Brasil

aprobara
investigar
las
circunstancias
del
secuestro
y
desaparición
de
Rubens
Paiva,
y
reabrió
el
debate
sobre
la
ley
de
amnistía
de
1979,
que
salvó
del

juicio
y
castigo

a
la
dictadura,
responsable
de
202
muertos,
232
desaparecidos
y
miles
de
víctimas
de
torturas
y
detenciones
ilegales,
según
datos
oficiales.

También,
en
enero
último,
el

Registro
Civil
de
Brasil

cambió
el
certificado
de
defunción
de
Rubens
Paiva,
que
había
sido
emitido
recién
en
1996,
a
pesar
de
que
lo
secuestraron
en
1971
y
su
cuerpo
nunca
fue
encontrado.
En
la
primera
versión,
emitida
tras
una
incansable
lucha
de
su

viuda
Eunice

(papel
que
en
la
película
interpreta
Fernanda
Torres),
el
exdiputado
figuraba
como
desaparecido.
En
la
nueva
versión,
tras
la
película,
se
establece
que
su
muerte
fue
“no
natural,
violenta,
causada
por
el
Estado
brasileño
en
el
contexto
de
la
persecución
sistemática
a
la
población
identificada
como
disidente”.

“Hacer
una
película
sobre
una
familia
que
se
sobrepone
a
la
memoria
colectiva
de
un
país
fue
para
nosotros
un
acto
necesario,
sobre
todo
por

lo
que
vivimos
entre
2018
y
2022”
,
afirmó
Salles
en
obvia
referencia
al

gobierno
de
Bolsonaro.

“Hoy
es
el
día
para
sentirse
aún
más
orgulloso
de
ser
brasileño;
orgullo
de
nuestro
cine,
de
nuestros
artistas
y,
sobre
todo,
de
nuestra
democracia”,
posteó
Lula.


Con
AFP