La
historia
del
cine
está
repleta
de
leyendas,
pero
pocas
han
dejado
una
marca
tan
imborrable
como
Grace
Kelly.
Su
carrera
en
la
gran
pantalla
fue
breve,
pero
intensa,
con
un
legado
de
interpretaciones
memorables
que
la
convirtieron
en
una
de
las
actrices
más
icónicas
de
Hollywood.
Kelly
debutó
en
la
película
Catorce
horas
(1951)
con
un
pequeño
papel
que
bastó
para
captar
la
atención
de
la
crítica.
Poco
después,
su
primer
gran
rol
llegó
con
Solo
ante
el
peligro
(1952),
donde
interpretó
a
la
joven
esposa
del
sheriff
encarnado
por
Gary
Cooper.
Su
actuación
discreta,
pero
efectiva,
mostró
su
talento
para
el
drama
y
le
abrió
las
puertas
a
proyectos
más
ambiciosos.
En
1953,
la
actriz protagonizó
Mogambo
bajo
la
dirección
de
John
Ford.
En
esta
película,
compartió
escena
con
Clark
Gable
y
Ava
Gardner
en
un
triángulo
amoroso
ambientado
en
la
exótica
selva
africana.
Su
papel
le
valió
una
nominación
al
Oscar
y
demostró
su
capacidad
para
encarnar
personajes
complejos.
La
química
que
logró
en
pantalla
con
Gable
y
la
intensidad
de
su
actuación
la
consagraron
como
una
de
las
actrices
más
prometedoras
del
momento.
El
encuentro
de
Grace
Kelly
con
Hitchcock:
una
alianza
legendaria
La
carrera
de
Grace
Kelly
cambió
radicalmente
cuando
Alfred
Hitchcock
la
eligió
como
protagonista
de
Crimen
perfecto
(1954).
En
esta
película,
interpretó
a
una
mujer
de
la
alta
sociedad
cuya
vida
se
ve
amenazada
por
un
marido
manipulador.
La
sofisticación
y
la
elegancia
natural
de
Kelly
encajaron
a
la
perfección
con
la
visión
de
Hitchcock,
quien
la
consideraba
la
encarnación
de
la “rubia
perfecta”
que
tanto
admiraba.
Ese
mismo
año,
la
actriz
brilló
en
La
ventana
indiscreta,
donde
compartió
pantalla
con
James
Stewart.
Su
papel
como
la
novia
inteligente
y
valiente
de
un
fotógrafo
obsesionado
con
un
crimen
la
consolidó
como
una
estrella
indiscutida.
En
1955,
Hitchcock
volvió
a
contar
con
ella
en
Atrapa
a
un
ladrón,
una
película
que,
además
de
su
trama
de
intriga
y
romance,
fue
crucial
en
la
vida
de
Kelly,
ya
que
durante
el
rodaje
en
la
Costa
Azul
conoció
al
príncipe
Rainiero
de
Mónaco.
El
Oscar
y
la
despedida
del
cine
El
talento
de
Grace
Kelly
fue
reconocido
con
un
Premio
Oscar
a
Mejor
Actriz
por
su
actuación
en
La
angustia
de
vivir
(1954),
donde
encarnó
a
la
esposa
de
un
cantante
alcohólico
interpretado
por
Bing
Crosby.
Su
desempeño
emotivo
y
profundo
fue
clave
para
que
la
Academia
la
premiara
sobre
otras
grandes
actrices
del
momento.
Sus
últimas
dos
películas,
Alta
sociedad
(1956)
y
El
cisne
(1956),
marcaron
el
fin
de
su
carrera
en
Hollywood.
Mientras
rodaba
esta
última,
Rainiero
III
de
Mónaco
le
propuso
matrimonio,
lo
que
llevó
a
Kelly
a
retirarse
del
cine
para
asumir
su
papel
como
princesa
de
Mónaco.
Su
despedida
de
la
pantalla
grande
fue
digna
de
una
reina,
dejando
un
legado
cinematográfico
que
sigue
cautivando
al
público.
VO