El
Principado
de
Mónaco
fue
testigo
de
innumerables
bodas
que
marcaron
historia,
no
solo
los
icónicos
vestidos
que
lucieron
las
novias
de
la
familia
Grimaldi,
sino
también
por
los
protagonistas
de
estas
legendarias
uniones.
Desde
la
legendaria
Grace
Kelly
hasta
la
reciente
unión
de
Carlota
Casiraghi,
cada
enlace
estuvo
acompañado
por
un
gran
revuelo
que
sacudió
al
mundo
de
la
realeza,
la
moda
y
el
espectáculo.
Si
hablamos
de
novias
icónicas,
Grace
Kelly
es
el
primer
nombre
que
viene
a
la
mente.
Cuando
la
actriz
de
Hollywood
se
convirtió
en
princesa
en
1956
al
casarse
con
el
príncipe
Rainiero
III,
deslumbró
con
una
boda
que
vio
el
mundo
entero.
Para
el
gran
día,
la
actriz
lució
un
diseño
creado
por
Helen
Rose.
Con
encaje
de
Bruselas,
una
falda
en
falla
de
seda
y
un
delicado
velo
sujetado
con
una
tiara
de
encaje,
el
vestido
de
Kelly
sigue
siendo
una
fuente
de
inspiración
para
novias
de
todo
el
mundo.
La
elegancia
y
sofisticación
de
la
actriz
marcaron
un
antes
y
un
después
en
la
moda
nupcial.
Carolina
de
Mónaco:
tres
bodas,
tres
estilos
La
hija
mayor
de
Grace
Kelly,
Carolina
de
Mónaco,
pasó
por
el
altar
tres
veces,
y
a
pesar
de
que
llamó
la
atención
por
lo
escandaloso,
la
royal
brilló
con
sus
elecciones
de
vestuario.
Dueña
de
un
estilo
clásico
y
glamoroso,
la
princesa
captó
la
atención
de
miles
gracias
a
su
elegancia
en
cada
traje.
Para
su
primer
matrimonio
con
Philippe
Junot
en
1978,
optó
por
un
diseño
romántico
de
Dior,
con
encaje
y
una
cintura
bien
marcada.
En
su
segundo
enlace,
con
Stefano
Casiraghi
en
1983,
eligió
un
vestido
más
sencillo
en
crepé
de
seda
color
crema.
Finalmente,
en
su
boda
con
Ernesto
de
Hannover
en
1999,
sorprendió
con
un
atuendo
en
azul
celeste,
marcando
una
ruptura
con
la
tradición
del
blanco.
Estefanía
de
Mónaco,
la
princesa
rebelde
Con
un
estilo
propio,
la
princesa
Estefanía
rompió
los
esquemas
en
su
boda
con
Daniel
Ducruet
en
1995.
Para
el
enlace,
eligió
un
vestido
de
encaje
con
minifalda
y
un
pronunciado
escote,
alejado
de
la
pompa
habitual
en
los
matrimonios
reales.
Aunque
su
unión
no
duró
demasiado,
su
elección
estilística
sigue
siendo
una
de
las
más
comentadas
de
la
historia
de
los
Grimaldi.
Charlene
de
Mónaco,
Carlota
Casiraghi
y las
nuevas
generaciones
Cuando
Charlene
Wittstock
se
casó
con
el
príncipe
Alberto
II
en
2011,
se
esperaba
que
su
vestido
estuviera
a
la
altura
de
la
historia
de
la
familia
real.
Y
no
defraudó.
Su
elección
fue
un
diseño
de
Giorgio
Armani
Privé
de
corte
sirena,
con
un
escote
barco
y
una
impresionante
cola
de
cinco
metros,
bordada
con
cristales
Swarovski.
Con
un
peinado
recogido
adornado
con
un
broche
floral
de
diamantes
y
un
velo
de
tul,
la
princesa
optó
por
un
look
minimalista
y
refinado.
Las
bodas
de
las
nuevas
generaciones
de
los
Grimaldi
han
seguido
el
legado
de
elegancia
de
la
familia,
aunque
con
toques
de
modernidad.
Tatiana
Santo
Domingo,
esposa
de
Andrea
Casiraghi,
sorprendió
con
un
vestido
de
inspiración
bohemia
de
Missoni
para
su
boda
civil
y
un
diseño
romántico
de
Valentino
para
su
ceremonia
religiosa.
Beatrice
Borromeo,
casada
con
Pierre
Casiraghi,
lució
un
vestido
rosa
empolvado
de
Valentino
y
luego
dos
creaciones
de
Armani
Privé
para
su
segunda
ceremonia.
Por
su
parte,
Carlota
Casiraghi,
quien
es
una
de
las
royals
aclamada
por
sus
elecciones
de
estilo
y
con
una
fuerte
impronta
aliada
al
mundo
fashion,
llevó
un
atrevido
minivestido
de
encaje
de
Yves
Saint
Laurent
en
su
boda
civil,
y
un
elegante
diseño
de
Chanel
en
la
celebración
posterior.
VO