La
Armada
Argentina
detectó
una
flota
de
380
barcos
en
la
milla
200,
la
mayoría
de
bandera
china,
pescando
ilegalmente
en
aguas
cercanas
a
la
zona
económica
exclusiva.
Expertos
alertan
sobre
el
impacto
ambiental
y
económico
de
la
sobreexplotación
del
calamar,
un
recurso
clave
en
el
ecosistema
marino.
Una
ciudad
flotante
en
el
Atlántico
Sur
El
operativo
de
la
Armada
Argentina
reveló
una
imagen
preocupante:
centenares
de
barcos
iluminados
invadían
el
océano,
creando
un
resplandor
visible
incluso
desde
el
espacio.
Estas
embarcaciones,
en
su
mayoría
chinas,
pescan
calamares
en
cantidades
masivas,
utilizando
potentes
luces
para
atraerlos
a
la
superficie
y
capturarlos
con
redes
industriales.
La
zona
en
cuestión,
conocida
como
la
milla
200,
es
la
frontera
entre
la
zona
económica
exclusiva
(ZEE)
argentina
y
aguas
internacionales,
donde
las
regulaciones
son
más
laxas
y
las
flotas
extranjeras
operan
sin
control.
La
pesca
desmedida
en
esta
región
no
solo
impacta
la
biodiversidad,
sino
que
afecta
a
los
pescadores
locales,
que
ven
reducidas
sus
capturas
debido
a
la
sobreexplotación
del
recurso.
El
rol
de
la
Armada
y
la
vigilancia
aérea
Para
contrarrestar
esta
actividad
ilegal,
Argentina
desplegó
aviones
de
vigilancia
P-3C
Orion
y
C-12
junto
con
corbetas
en
un
operativo
especial.
Durante
la
misión,
se
identificaron
380
embarcaciones
pesqueras,
muchas
de
las
cuales
provenían
de
Asia
y
apagaban
sus
balizas
de
ubicación
para
evitar
ser
detectadas
cuando
cruzaban
ilegalmente
a
la
ZEE.
Este
modus
operandi
ha
sido
denunciado
en
reiteradas
ocasiones
por
la
Armada
Argentina,
que
advierte
sobre
el
crecimiento
de
esta
flota
desde
2010,
pasando
de
400
a
550
barcos
en
la
región.
Pesca
sin
control
y
riesgo
ambiental
Según
expertos,
la
sobrepesca
de
calamares
en
esta
zona
amenaza
el
equilibrio
del
ecosistema
marino.
Milko
Schvartzman,
especialista
en
pesca
ilegal,
explicó
que
“cualquier
impacto
en
el
calamar
tiene
un
impacto
en
toda
la
cadena
alimentaria”.
Las
investigaciones
han
demostrado
que
la
mayoría
de
las
embarcaciones
chinas
apagan
sus
sistemas
de
identificación
automática
(AIS),
una
práctica
utilizada
para
ocultar
su
presencia
y
evitar
sanciones.
De
los
500
casos
analizados
en
el
último
año,
el
92%
involucraban
barcos
de
bandera
china.
Además,
varias
de
estas
embarcaciones
están
sancionadas
por
EE.UU.
debido
a
violaciones
de
derechos
humanos
y
pesca
ilegal
en
otras
regiones,
como
las
islas
Galápagos.
La
empresa
pesquera
china
Fujian
Pingtan
Fishing
Group,
acusada
de
transportar
cadáveres
de
tiburones
y
operar
con
mano
de
obra
esclava,
es
una
de
las
principales
operadoras
en
estas
aguas.
Consecuencias
para
Argentina
El
impacto
de
esta
pesca
no
regulada
es
alarmante.
Mientras
que
los
pesqueros
argentinos
cuentan
con
una
flota
de
apenas
75
barcos
para
operar
dentro
de
la
ZEE,
las
flotas
extranjeras
duplican
y
hasta
triplican
ese
número
en
aguas
cercanas.
“Las
consecuencias
no
son
solo
ecológicas,
sino
económicas”,
advierte
Darío
Sócrate,
director
ejecutivo
de
la
Cámara
Argentina
de
Armadores
de
Buques
Pesqueros
de
Calamar.
Según
sus
estimaciones,
los
pescadores
argentinos
solo
logran
capturar
la
mitad
de
lo
que
podrían
debido
a
la
competencia
extranjera.
El
gobierno
argentino,
encabezado
por
el
presidente
Javier
Milei,
ha
advertido
sobre
el
saqueo
de
los
recursos
naturales
y
ha
incrementado
la
vigilancia
en
la
región
con
nuevos
aviones
diseñados
para
la
supervisión
marítima.
“Los
recursos
de
todos
los
argentinos
están
en
juego”,
afirmó
el
ministro
de
Defensa,
Luis
Petri.
Un
problema
global
Argentina
no
es
el
único
país
afectado
por
la
expansión
de
la
flota
pesquera
china.
Esta
misma
situación
se
repite
en
África
Occidental,
el
Mar
de
China
Meridional
y
otras
zonas
ricas
en
biodiversidad.
Impulsado
por
la
creciente
demanda
de
mariscos
en
China,
el
número
de
barcos
que
operan
en
aguas
internacionales
ha
crecido
de
manera
exponencial,
desafiando
los
límites
de
sostenibilidad.
Organismos
internacionales
han
advertido
que
la
pesca
ilegal,
no
declarada
y
no
reglamentada
puede
provocar
el
colapso
de
pesquerías
locales
y
generar
un
impacto
irreparable
en
el
ecosistema
marino.
Mientras
las
flotas
extranjeras
continúan
expandiendo
su
presencia
en
aguas
sudamericanas,
Argentina
enfrenta
el
desafío
de
proteger
sus
recursos
naturales
ante
una
amenaza
creciente.